El 27 de marzo de 2009, el Presidente de la República Hugo Chévez Frías, apaludío en Cadena Nacional la decisión del Alcalde Jorge Rodriguez, de remover del Parque el Calvario la estatua de Colón, quién se mantenía en su pedestal desde 1894-1898, medida que nos muestra el desprecio por el patrimonio cultural Venezolano, escuchar o transcribir las motivaciones que dieron origen a la remoción de la estatua no sólo es de profunda verguenza, sino que nos lleva a una Venezuela de atraso y miseria.
El Libro la Nomenclatura Caracaqueña de Rafael Valey S, nos da la siguiente reseña:
El 28 de octubre de 1894, onomástico del Libertador, el Presidente Joaquín Crespo declaró inaugurada la estatua de Colón en el Paseo el Calvario, sobre las graderías que dan acceso a la colina dede el naciente, llamadas en esa ocasión Graderías de Colón . La estatua, al igual que la de Bolívar que se halla en el mismo parque, estuvo en el Pabellón Venezolano de la Exposición Universal celebrada en Chicago con motivo del cuarto centenario del Descubrimiento de América.
Las escalinatas y el puente sibre el Caroata aparecen por primera vez en el Plano de 1888. Los planos anteriores, de 1843 a 1856, no identifican esre sitio, y el de 1875 lo llama el Caracol.
Hay otras escalinatas en Caracas, que resuelven la diferencia de nivel entre el puente de Punceres, sobre la quebrada de Catuche, y la calle Este 3, muy cerca del comienzo del Pasaje Sevilla. Su ubicación figura en el Plano de 1875 señalada como los Claveles, denominación que persiste hasta 1927, cuando aparece el nombre de Escalinatas.
Lo de Claveles y Sevilla evoca recuerdos del barrio de la Santa Cruz y la Placita de Doña Elvira... ¿Tendrán alguna relación?
Igualmente
EL NACIONAL - Sábado 04 de Abril de 2009 Papel Literario/8
Papel Literario, publicó el artículo del prof. ROLDÁN ESTEVA-GRILLET
Aberración patrimonial , el cual se trascbibe textual
Apenas ayer
Dos niños saltaban alegremente sobre el pecho del gigante de bronce tirado en el suelo, arrancado con una cuerda al cuello desde su alto pedestal de placas de mármol, con el aplauso de jóvenes y adultos miembros del grupo indigenista (que no de indígenas) Pachamama.
Lo habían anunciado por Aporrea.com, pero la zona de Plaza Venezuela, que estaba siendo desmantelada por los "mineros urbanos" en detrimento del arte de Alejandro Otero y Carlos Cruz-Diez, carecía de vigilancia y se había convertido en tierra fértil para cualquier atropello a la razón. Hay que distinguir este vandalismo miserable del otro, político e irracional, justificado en discursos seudohistóricos.
El monumento escultórico había sido encargo del último gobierno de Joaquín Crespo, aunque el escultor venezolano Rafael de la Cova no viviera para cuando las tres figuras alegóricas (España, Italia y Venezuela), coronadas por la estatua de Cristóbal Colón en el Golfo Triste, fueran colocadas en sus pedestales, originalmente en el paseo Macuro de la Caracas de 1904.
El grupo de exaltados vengadores a destiempo de las etnias aborígenes no hacían sino traducir, violentamente, el discurso presidencial que desde 2002 venía repitiéndose contra Bush, Blair y Aznar, como responsables de la invasión a la hermana república petrolera de Irak. En su desvarío, el Presidente inoculó un desprecio hacia los españoles, apelando al Decreto de Guerra a Muerte bolivariano de infeliz memoria, e hizo remontar el odio hasta el "genocida" Colón. Con la llegada de Rodríguez Zapatero al cargo de Primer Ministro español, vino la reconciliación a través de una edición antológica del Quijote prologada por el portugués Saramago, con carátula del venezolano "Pájaro.
sabe que cuando la política se ocupa del arte, casi siempre éste lleva las de perder.
En todo caso, desde aquel 1892, España convenció a los países hispanoamericanos de decretar el 12 de octubre como fiesta nacional, y en la misma España se sigue conmemorando como el día patriótico por excelencia, como para nosotros el 19 de abril o el 5 de julio. No es casual que, premonitoriamente, el escudo propuesto por el filósofo José Vasconcelos para la Universidad Nacional Autónoma de México, lleve por lema: "Por mi raza hablará el espíritu". Sigue siendo, sobre todo en Nueva York, el día de la gran Parada de los pueblos Latinoamericanos.
En 1992, con motivo del quinto centenario del entonces llamado muy eufemísticamente "Encuentro de dos Mundos" (por sugerencia de un historiador español radicado en México), varios gobiernos de países hispanoamericanos --señaladamente aquellos con una significativa población indígena-- optaron por no conmemorar oficialmente la fecha. En México, por ejemplo, el mismo 12 de Octubre la antigua Plaza Mayor de la ciudad capital --llamada popularmente desde el siglo XIX El Zócalo--, fue copada por innumerables indígenas y mestizos provenientes de los más lejanos rincones del país. Sin embargo, a ninguno de ellos o a alguna de sus organizaciones le pasó por la cabeza marchar luego hacia el Paseo de la Reforma a destruir el célebre monumento a Colón, del francés Cordier.
Una maqueta en bronce y mármol fue exhibida, por cierto, en la Exposición Nacional del primer centenario del nacimiento del Libertador en 1883, la misma que alcancé a ver en el Museo Eleazar López Contreras de la Efofac (Fuerte Tiuna, Caracas) en 1983.
A título privado, el presidente mexicano, Salinas de Gortari, aceptó la visita de los Reyes de España, a quienes concedió el honor de inaugurar el centro ceremonial de El Tajín, de la civilización pretotonoca, restaurado y con nuevo museo arqueológico.
Así es que se gobierna
Pues bien, ese año fatídico de 2004, al que aludimos con respecto al ajusticiamiento del monumento a Colón en el Golfo Triste, de Rafael de la Cova, por los energúmenos de Pachamama; miembros del grupo colectivo Coordinadora Popular de Caracas, adjudicándose una representación de las 36 etnias del país, y estando algunos de sus miembros disfrazados de indígenas con guayucos carnavalescos, se encaramaron en el pedestal del otro Colón, el del Calvario y cubrieron la estatua con una sábana blanca.
Por otro lado, formalizaron ante la Alcaldía del Municipio Libertador una petición: que se removiera esa estatua y en su lugar se erigiera otra de algún cacique nuestro.
"Nunca es tarde cuando la dicha llega", suspirarán ahora aquellos enguayucados, tras conocer la patriótica decisión de la Presidenta de Fundapatrimonio, aprovechando que se hacen algunos retoques al parque. Por lo menos, hay que reconocer a esa Coordinadora Popular de Caracas que su comportamiento original fue mucho más civilizado, pues no dañaron el monumento, como sí lo hicieron sus congéneres de Pachamama.
A raíz del juicio mussoliniano de colgar de cabeza al Colón de Rafael de la Cova, al frente del Teatro Teresa Carreño donde se reunía el Presidente con otros jerarcas del mundo, entre ellos el tierno Mugabe, Chávez no esperó a que se fueran los honorables visitantes, y de inmediato catalogó a los aguerridos vándalos como "grupos anárquicos" que proyectaban el país como si viviéramos en Afganistán, donde los talibanes hacían añicos las antiquísimas estatuas de los Budas. Chávez dio la orden y regañó de paso al alcalde Freddy Bernal, quien presuroso mandó a su policía a reprimir a los vergonzosos ciudadanos. Atraparon a escasos cinco pero a los meses ya estaban libres. La estatua, víctima, sigue en un calabozo. Un atendible y muy leído intelectual "orgánico", Luis Brito García, justificó la crítica a la figura de Colón, pero no la destrucción de obras de arte, aceptando que la estatua lo era.
La justificación actual de la Presidenta de Fundapatrimonio de remover la estatua de Colón del Parque El Calvario, a cuenta de que no se le debía seguir rindiendo culto y dizque en la misma España se está haciendo lo mismo, es --dirían en México-- "darnos atole con el dedo". Como para recordar al artista Alejandro Otero fungiendo de "martillo" en la subasta del Museo de Bellas Artes, hace medio siglo, para adquirir una obra del postimpresionista francés Paul Cézanne, más su propia trayectoria a favor del mejor conocimiento y valoración de nuestro patrimonio artístico.
Ahora que la autocensura se ha instalado como conducta acomodaticia en algunas instituciones culturales (verbigracia Orquesta Sinfónica Municipal), sería oportuno recordar que la barbarie penetra de a poquito hasta consubstanciarse de tal manera que nadie se escandalice. Sospecho que esta última medida oficial en el plano de la cultura no ha debido contar con la asesoría de ningún cubano, por cuanto allá en la Isla, pionera en efigiar a Colón en el continente americano, están poco a poco entrando en razón, cuando aquí la estamos perdiendo a ritmo de joropo escobillao.
Colón reivindicado
Desde fines del siglo XVIII se inició, tímidamente, en Nueva York, un proceso de rescate de la memoria de Colón, continuado luego por la colonia italiana de dicha ciudad a partir de 1866; pero fue en Cuba, todavía colonia española, donde se erigió la primera estatua en 1862, del italiano Cucchiari, y todavía a la vista en el patio del Palacio de los Capitanes Generales o Museo de la Ciudad de La Habana. Desde Chile, un obispo quebró lanzas, un poco destempladamente, promoviendo la canonización del personaje, tema que explota el novelista cubano en su novela El arpa y la lira. Sin llegar a tanto, con motivo del cuatricentenario de la llegada de Colón al Nuevo Mundo, el Gobierno de Estados Unidos planificó en Chicago una Feria Internacional Colombina que sólo pudo ser inaugurada en 1893. La reseña de esta feria la debemos al escritor venezolano Nicanor Bolet Peraza, exiliado en Nueva York.
Muchos países hispanoamericanos, como varios europeos y otros del Oriente, levantaron sus pintorescos pabellones en la vasta ciudad ferial que tardó tiempo en ser concluida. El Gobierno venezolano comisionó a Artístides Rojas y a Adolf Ernst para la selección de manufacturas, obras artísticas y otras evidencias del progreso del país; se realizó un concurso en la Academia de Bellas Artes para el Pabellón de Venezuela, y se encargó al escultor veronés Giovanni Turini (1841-1899), radicado en Nueva York, la ejecución de dos estatuas que serían ubicadas encima del pabellón: una de Colón y otra de Bolívar, ambas inicialmente en yeso; sólo la de Colón estuvo lista al momento de la inauguración de la Feria, si bien ambas fueron luego fundidas en bronce y traídas al país. Sobre el Bolívar, el escultor venezolano Rafael de la Cova se expresó con desagrado en 1895. Al arquitecto Hurtado Manrique se le encomendó el diseño de una escalinata al pie del Calvario y en el tope un pedestal donde se ubicaría la estatua de Colón; en tanto que la de Bolívar estaría más al interior del parque.
El ítaloamericano Turini --autor del Garibaldi obsequiado por la colonia italiana de la Washington Square, N.Y-- realizó otras estatuas para el Gobierno crespista (Baralt, Urdaneta, Sucre, una ecuestre de Páez; también una copia en galvanoplastia de La Libertad, de Bertholdi, en Valencia, destruida por el vandalismo chavista). Sin embargo, su nombre no se incluyó en la última edición del Diccionario Biográfico de las Artes Visuales en Venezuela (2005), aún cuando la misma Galería de Arte Nacional alberga dos bustos marmóreos de su autoría, correspondientes a los retratos de Joaquín y Joaquina Crespo.
En cuanto al destino final de sus estatuas en El Calvario, el Bolívar fue enviado por Pérez Jiménez a la población de Lobatera (Edo. Táchira); en tanto que el Colón se mudó al pueblo de Macuro (Edo. Sucre) en los años setenta del pasado siglo.
En su lugar, se le encargó una copia al escultor y fundidor Arturo Rus Aguilera, que acaba de ser removida por cuestionables motivos políticos. Se sabe que cuando la política se ocupa del arte, casi siempre éste lleva las de perder.
En todo caso, desde aquel 1892, España convenció a los países hispanoamericanos de decretar el 12 de octubre como fiesta nacional, y en la misma España se sigue conmemorando como el día patriótico por excelencia, como para nosotros el 19 de abril o el 5 de julio. No es casual que, premonitoriamente, el escudo propuesto por el filósofo José Vasconcelos para la Universidad Nacional Autónoma de México, lleve por lema: "Por mi raza hablará el espíritu". Sigue siendo, sobre todo en Nueva York, el día de la gran Parada de los pueblos Latinoamericanos.
En 1992, con motivo del quinto centenario del entonces llamado muy eufemísticamente "Encuentro de dos Mundos" (por sugerencia de un historiador español radicado en México), varios gobiernos de países hispanoamericanos --señaladamente aquellos con una significativa población indígena-- optaron por no conmemorar oficialmente la fecha. En México, por ejemplo, el mismo 12 de Octubre la antigua Plaza Mayor de la ciudad capital --llamada popularmente desde el siglo XIX El Zócalo--, fue copada por innumerables indígenas y mestizos provenientes de los más lejanos rincones del país. Sin embargo, a ninguno de ellos o a alguna de sus organizaciones le pasó por la cabeza marchar luego hacia el Paseo de la Reforma a destruir el célebre monumento a Colón, del francés Cordier.
Una maqueta en bronce y mármol fue exhibida, por cierto, en la Exposición Nacional del primer centenario del nacimiento del Libertador en 1883, la misma que alcancé a ver en el Museo Eleazar López Contreras de la Efofac (Fuerte Tiuna, Caracas) en 1983.
A título privado, el presidente mexicano, Salinas de Gortari, aceptó la visita de los Reyes de España, a quienes concedió el honor de inaugurar el centro ceremonial de El Tajín, de la civilización pretotonoca, restaurado y con nuevo museo arqueológico.
Así es que se gobierna
Pues bien, ese año fatídico de 2004, al que aludimos con respecto al ajusticiamiento del monumento a Colón en el Golfo Triste, de Rafael de la Cova, por los energúmenos de Pachamama; miembros del grupo colectivo Coordinadora Popular de Caracas, adjudicándose una representación de las 36 etnias del país, y estando algunos de sus miembros disfrazados de indígenas con guayucos carnavalescos, se encaramaron en el pedestal del otro Colón, el del Calvario y cubrieron la estatua con una sábana blanca.
Por otro lado, formalizaron ante la Alcaldía del Municipio Libertador una petición: que se removiera esa estatua y en su lugar se erigiera otra de algún cacique nuestro.
"Nunca es tarde cuando la dicha llega", suspirarán ahora aquellos enguayucados, tras conocer la patriótica decisión de la Presidenta de Fundapatrimonio, aprovechando que se hacen algunos retoques al parque. Por lo menos, hay que reconocer a esa Coordinadora Popular de Caracas que su comportamiento original fue mucho más civilizado, pues no dañaron el monumento, como sí lo hicieron sus congéneres de Pachamama.
A raíz del juicio mussoliniano de colgar de cabeza al Colón de Rafael de la Cova, al frente del Teatro Teresa Carreño donde se reunía el Presidente con otros jerarcas del mundo, entre ellos el tierno Mugabe, Chávez no esperó a que se fueran los honorables visitantes, y de inmediato catalogó a los aguerridos vándalos como "grupos anárquicos" que proyectaban el país como si viviéramos en Afganistán, donde los talibanes hacían añicos las antiquísimas estatuas de los Budas. Chávez dio la orden y regañó de paso al alcalde Freddy Bernal, quien presuroso mandó a su policía a reprimir a los vergonzosos ciudadanos. Atraparon a escasos cinco pero a los meses ya estaban libres. La estatua, víctima, sigue en un calabozo. Un atendible y muy leído intelectual "orgánico", Luis Brito García, justificó la crítica a la figura de Colón, pero no la destrucción de obras de arte, aceptando que la estatua lo era.
La justificación actual de la Presidenta de Fundapatrimonio de remover la estatua de Colón del Parque El Calvario, a cuenta de que no se le debía seguir rindiendo culto y dizque en la misma España se está haciendo lo mismo, es --dirían en México-- "darnos atole con el dedo". Como para recordar al artista Alejandro Otero fungiendo de "martillo" en la subasta del Museo de Bellas Artes, hace medio siglo, para adquirir una obra del postimpresionista francés Paul Cézanne, más su propia trayectoria a favor del mejor conocimiento y valoración de nuestro patrimonio artístico.
Ahora que la autocensura se ha instalado como conducta acomodaticia en algunas instituciones culturales (verbigracia Orquesta Sinfónica Municipal), sería oportuno recordar que la barbarie penetra de a poquito hasta consubstanciarse de tal manera que nadie se escandalice. Sospecho que esta última medida oficial en el plano de la cultura no ha debido contar con la asesoría de ningún cubano, por cuanto allá en la Isla, pionera en efigiar a Colón en el continente americano, están poco a poco entrando en razón, cuando aquí la estamos perdiendo a ritmo de joropo escobillao".:
¿ Dónde está el Colón de las Escalinatas, el de las Graderías ?
Se lo robaron...
ResponderEliminary la de la plaza venazuela que es importante aun
ResponderEliminarpara saber que sucede en el presente hay que investigar en el pasado y creo que usted no se ha informado muy bien de lo que hicieron los españoles con nuestras tribu indígenas que nunca nos lo explicaron los maestros y no estaba en los libros, le agradezco la atención prestada a mi humilde mensaje gracias
ResponderEliminarGracias por su comentario, ciertamente hubo enfrentamientos, mucha muerte, tal como en todas las conquistas y pasajes de la historia cuando existe el dominio del otro . Muy personalmente creo, que el eliminar las obras de Colón, que tenían su valor arquitectonico y cultural, no solo en Venezuela, no reivindica la historia, y mucho menos -como vemos hoy día- damos trato justo a nuestras etnias.
EliminarCree que arrastrando la obra de Colón en el Golfo triste , ¿muestra acto de civilismo? quizás gestos como ese le den la razón a la historia.
Más allá de eso, creo que la historia buena o mala, con aciertos y errores debe quedarse donde está, y hacer de ella, un sitio de reflexión, para que nunca más lo olvidemos. ! Saludos !