El siguiente texto fue tomado de la página de los amigos Viejas Fotos Actuales, publicado en el 2006
Espero sea de vuestro agrado.
" Quienes escriban acerca de la
hotelería venezolana, tendrán la obligación de evitar omitir un personaje
llamado FEDERICO SCHLESINGER. Austríaco, llegó junto a quienes encontraron
patria en la Venezuela lopecista al terminar la guerra y la agonía del
gomecismo, abriéndosele las puertas a inmigrantes de toda Europa.
De Mampote salió para unirse a
los creadores de La Vienesa, donde trabajó como repartidor. El esfuerzo le
permitió escalar posiciones hasta llegar, sin que yo conozca detalles, a
dedicarse a la hostelería. Tuvo a su cargo el hotel Potomac, de la FAMILIA
ATENCIO, como lo detallaron hace pocas semanas en estas páginas.
Estamos en el primer lustro de
los años cincuenta, cuando diagonal al referido establecimiento, levantaron el
edificio de La Electricidad de Caracas, diseñado por Tomás Sanabria, que
incluyó helipuerto y un espacio Amplio en la planta baja, destinado a servir
como restaurante y sala de fiestas. Don Federico, como lo conocían pues era amigo
de mi padre, asumió la dirección de ese restaurante llamado El Encantado, como
evocación a la planta con la que en 1895
inició actividades la empresa fundada
por Ricardo Zuloaga.
Tuvo horas esplendorosas el Potomac,
con su enorme terraza en la extensión del comedor y bar frecuentado por gente
interesante. Estaba al frente del hotel el señor Schlesinger cuando
secuestraron al futbolista Di Stefano, en la parte final del gran hotel que era
el Potomac, claro está que sin el modernismo del emblemático Tanamanaco como tampoco
el nivel del Avila. Diría que igualaba en categoría y precio al no menos célebre
hotel El Conde, cuyo bar y restaurat a una cuadra de la Plaza Bolívar, fueron
famosos además de haber sido punto de despacho de las aeromozas y pasajeros de
la aerolínea Avensa, con una oficina de
pasajes en la parte baja del edificio, en el lado opuesto a la arcada norte del
pasaje Capitolio, el cual, como el pasaje Zingg, figura entre los primeros
centros comerciales modernos en el centro de la ciudad. Si no estoy equivocado,
el edificio del hotel El Conde, es, o era, propiedad de la familia Pérez
Guerrero.
Schlesinger continúa pero en otro establecimiento que tuvo la
capital, el cual aún subsiste sin que nada tenga que ver con la modesta
prestancia de otros tiempos: el Waldorf, edificación especialmente diseñada
como hotel, probablemente a comienzos de los años 40, como se aprecia al
analizar el diseño. En la misma acera, al lado, Domenico Filipone, otro
arquitecto merecedor de mayor justicia, diseñó la Casa de Italia, edificio a mi
juicio espectacular, cuyo restaurante era algo especial además de contar la
edificación con una sala de fiestas de dimensiones poco usuales aunque de
acceso complicado debido a las escalinatas que dan acceso a los ascensores, tal
como se constata hoy pues el restaurant continúa como también celebran fiestas
en la enorme sala con piso de mármol aunque la zona sea menos atractiva y
veamos movilizar otro público por los alrededores.
Pues bien, Schlesinger se
concentró en El Encantado y el Waldorf: a mediodía estaba en restaurant de La
Electricidad y de noche despachaba hasta altas horas en el Waldorf, en cuyas
paredes del comedor colgaban obras de maestros de la alta pintura europea del
siglo XIX y comienzos del XX pues invertía en arte parte de las ganancias como
hostelero profesional. Cada diciembre, Don Federico obsequiaba a no menos de
300 niños, con juguetes de calidad, distribuidos en el curso de meriendas espléndidas
organizadas sin remilgos de ninguna especie. De esa manera, como de otras
muchas, retribuía a Venezuela lo que el país le dispensaba desde cuando llegó
dispuesto a rehacer la vida con esfuerzo, tesón y pasión constructiva.
Schlesinger tenía humor, pasión por el trabajo. Detrás del comedor, había un
espacio de regulares dimensiones en donde semanalmente se reunían rotarios, los
miembros del Serra Club, la asociación de damas presidida por Margot Boulton¦ La comida, tanto en El Encantado como el Waldorf, era buena y ambos
establecimientos contaban con un equipo que se desempeñaba con profesionalismo
y esmero en la atención pues estaba compenetrado con la manera de ser y
entendía la generosidad del patrono, quien hacía gala de su afabilidad. Como decimos
al comienzo de estas líneas, merece ser tomado en cuenta cuando se escribe de gastronomía
y hostelería venezolana de la segunda mitad del siglo XX. Ubico su muerte
hace treinta años.
Residía en la parte
alta o prolongación de la avenida La Salle, más arriba de la farmacia Guaicaipuro,
donde existe un puentecito y un pinar, subiendo del lado izquierdo de la vía. Poseía
un Cadillac El Dorado color oro mas no crea el lector que el lujo lo acompaña
siempre pues existe una fotografía en la que aparece vistiendo uniforme oscuro
junto a la camioneta de reparto con que se abrió camino en la Venezuela del decenio de 1940.
Puente Bolívar Av. La Salle años 50´s |
¡Qué intresante historia la del Sr. Schlesinger! Me enteré de cosas nuevas. Siempre me han llamado la atención las historias de los hoteles. Me permito compartir una pequeña nota sobre el Majestic, hermoso hotel que fue destruido por la "furia constructora" de la Caracas de los 50's... http://on.fb.me/16mSmWX
ResponderEliminarMil gracias Aurora !
EliminarEl Hotel Waldorf ha sido recientemente restaurado y ampliado. Quedo de lujo 5 Estrellas, lo cual es una bendicion para la Zona de La Candelaria.
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