Nuestro apreciado amigo José Gabriel Escala Mèndez ha compartido esta memorable reseña de su autoría:
"El Sábado Santo es un día de luto, pues se trata de un día de silencio, no hay celebración eucarística. Pero en la Iglesia Católica también se conmemora la Soledad de María, hecho que se da, después de que la Virgen a escoltado el cadáver del Cristo al sepulcro, quedando en compañía del Apóstol Juan, una imagen terrible de imaginar para cualquier persona.
Son muy pocos los caraqueños que conocen que la Virgen de la Soledad es la primera Patrona de Caracas. Su imagen se conserva en la Iglesia de San Francisco.
La Virgen esta ubicada en uno de los altares laterales, donde ayer pude ver esa bellísima imagen de madera, magistralmente tallada y de la que brotan de sus ojos, lágrimas de cristal en la más sufrida de las expresiones de una “Mater Dolorosa” en el momento en que como madre, recibe en sus brazos al hijo muerto que desciende de la cruz; al verla no puedo negar, que se contagia un verdadero sentimiento de recogimiento, orfandad y desamparo; pero especialmente sentí poseer un vínculo verdadero con esta ciudad de Caracas tan sufrida.
Por lo que decidí documentarme más sobre esta emblemática imagen que forma parte del mismísimo “Ser de la ciudad” y de ese patrimonio cultural riquísimo que custodia la Iglesia de San Francisco en Caracas con su enorme colección de arte colonial.
Ahora me permito contarles su historia, para que este vínculo de “ser caraqueños” se haga más fuerte entre nosotros especialmente, ante la adversidad a la que estamos sometidos y contra la que deberemos luchar juntos, unidos tanto en la fuerza, como en la fe y la esperanza de que son posibles tiempos mejores, historia, que solo nosotros podremos construir a través de muchos sacrificios y carencias, haciéndonos “Uno” ante la adversidad, "Uno" como Ciudad y "Uno" como Pueblo.
La imagen de la Soledad, se venera en la Iglesia de San Francisco en esta otrora sucursal del cielo y fue nombrada Reina y Patrona de Caracas, la imagen fue donada por el Doctor Don Juan del Corro y su esposa, la Señora Doña Felipa de Ponte en el siglo XVII.
Ellos encargaron la imagen a un Capitán de Registro, que partía para España, la imagen debería ser una copia exacta de la imagen de Nuestra Señora de la Soledad venerada en el Convento de la Victoria de la Corte de Madrid.
Así se hizo y la imagen se embaló cuidadosamente para traerla a Venezuela. Pero a unos días de la llegada al Puerto de la Guaira, una terrible tormenta en alta mar, obligó a echar por la borda la caja que contenía la imagen y demás enseres para poder salvar al barco de la furia del mar. Luego de varios días la imagen de la Virgen llegó flotando prodigiosamente sobre las olas hasta tocar tierra en las playas de Naiguatá; los pescadores de la zona asombrados al verla, la recogieron y la llevaron a la hacienda de Don Juan del Corro, al que los criados le comunicaron el insólito hecho.
Ese mismo día 15 de agosto, partió Don Juan del Corro al Puerto de la Guaira para recibir al Capitán del barco que supuestamente traía la imagen, invitándolo a su hacienda y sin contarle el milagroso hallazgo, lo llevó donde estaba la imagen encontrada en el mar, el Capitán perplejo, al verla le comentó lo parecida que era a la que él había echado por la borda con el resto del cargamento, pero luego de detallar todas las características de la imagen, confirmó que era la misma, habiendo llegado de forma providencial ese 15 de agosto, a las costas de Venezuela.
El 17 de marzo de 1654, mediante escritura, los herederos de Doña Felipa de Ponte, entregaron la imagen al Convento, bajo condiciones que constan en el Becerro de este Convento de Caracas, folio 67 que como dato curioso, entre las condiciones decía que la imagen debía estar cubierta por tres velos, no podía ser descubierta sino "con cuatro velas encendidas y en presencia de la mayor parte de la comunidad", y sólo el prelado podía tocarla para colocarle las joyas y los adornos, en presencia siempre de "cuatro religiosos con cirios encendidos" .
Tiene esta imagen la particularidad, de que al pararse frente a ella, parece que la Virgen María nos viera, se coloque uno donde se coloque, siempre sentimos sus tristes ojos de “Mater Dolorosa” posados sobre nosotros; esos caraqueños a los que invito tener una tregua de nuestra terrible cotidianidad y dedicar un momento de sincera reflexión, especialmente sobre los deberes que como “caraqueños” se nos vienen, donde deberemos tomar las riendas nuevamente de nuestra emancipación en busca de la libertad que se nos ha arrebatado y como consagra el más venerado de nuestros himnos:
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“...Y si el despotismo levanta la voz, seguid el ejemplo que Caracas dio"