jueves, 21 de abril de 2016

En tiempos de López


Por Jorge Peña




 Al fallecer Juan Vicente Gómez, amo absoluto durante 27 años de vidas y hacienda de todos los venezolanos, el 17 de diciembre de 1935, Un nuevo camino se abre para todos los nacidos en esta tierra.


Un personaje, delgado, de voz ronca, carácter firme y con mucho por hacer aunque con muy poco por disponer, entra no solamente en la arena política, sino también con la enorme tarea de rehacer un país, prácticamente de la nada.



Venezuela, para aquel entonces era uno de los países más atrasados del continente. Contaba con poco más de tres millones de habitantes (3.000.000) y la ciudad capital albergaba 263. 358 habitantes. Más de la mitad de la población se mantenía en el ambiente rural, como no había política inmigratoria, los extranjeros que Vivían en el país, no llegaban a 2 % de la población.

Cien (100) kilómetros de ferrocarriles y mil kilómetros de carreteras (en su mayoría de tierra) trataban de interconectar al país. El transporte aéreo, estaba en sus comienzos y la nación solo sostenía relaciones diplomáticas con diecinueve (19) países.

 En Caracas solo existía un liceo de bachillerato, un colegio federal en Maracaibo y la mayoría de los chicos, después de terminar la educación primaria, se dedicaban a trabajar en los más diversos oficios.

El petróleo, cuya exploración en firme, comenzó con el “reventón” del pozo “barrosos” número 2 en 1922, comienza a marcar un ascenso en la monoproducción y el casi abandono de las actividades agropecuarias. El país exportaba café, cacao, azúcar, algodón, balatá, ganado en pie, cuero de res y algo de tabaco. Al comenzar la exploración petrolera, se produce el éxodo desde el campo a las ciudades, por parte del campesinado, al advertir estos que se ganaba mucho más dinero en ellas y en los campos petroleros, que en las haciendas en donde la vida transcurría en simple trabajo duro, pagado en fichas y sin ningún estimulo de progreso y bienestar para ellos.

El analfabetismo era enorme sin lugar a dudas. Al llegar López Contreras al poder formalmente en enero de 1936, la cifra de personas que no sabían leer y escribir, llegaba al sesenta (60%) por ciento de la población. El paludismo mantenía una taza mortal realmente sobrecogedora en los infantes ( casi el 16%).

Este es el país que encuentra Eleazar López Contreras a su llegada. Y si a todo eso se le agrega, el radicalismo político de los exiliados que llegaron al país, y el de los liberados de las cárceles Gomecista pueden imaginarse el tremendo reto, que con los pocos recursos con los cuales contaba, debió enfrentar el nacido en Queniquea  (el país producía al momento, unas 24 millones de TN métricas de petróleo de las cuales se exportaban 22 millones y solo se refinaba el cinco (5%) por ciento del aceite extraído).

Mucho hay que analizar sobre “La transición” que comenzó a administrar López, lamentablemente el espacio es corto, pero en otro momento, se podrá continuar con tan apasionante tema.
 


Obras consultadas:

“López Contreras, de la tiranía a la libertad”, Tarre Murzi Afredo ( Sanin)Editorial Ateneo de Caracas, 1982.

 “El decenio democrático inconcluso”, Chiossone Tulio,  Editorial Ex-libris, Caracas 1989

 “Aérea Metropolitana de Caracas”, Vila Marco AurelioEdiciones del Cuatricentenario de Caracas 1965.

Otro material: 

Archivo histórico de Venezuela, Fundación Sepia 2014. Diario La Esfera, Caracas, Diciembre 1940.  Ricardo Rodríguez Boades.



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