Celebrando el aniversario 456 de Santiago de León de Caracas comparto este artículo publicado en la Revista Bohemia en 1966 como antesala al Cuatricentenario, 56 años después: ¿Existe el Caraqueño? ¿Qué ha cambiado de Caracas?
¿Qué permanece?
“La
vida de Caracas, como de todas las grandes urbes modernas, ha cambiado mucho en
los últimos 30 años, y aunque las razones de tal transformación han sido las
mismas: descubrimientos y conquistas en el campo científico, aumento de
población, avance en las técnicas de comunicación, etc., puede asegurarse que
en la capital venezolana el cambio ha sido más violento que en otras ciudades.
Las
corrientes migratorias llegadas de Europa y las no menos fuertes corrientes
provincianas han sido quizá los factores que más han contribuido a hacer de
Caracas un conglomerado urbano donde habitan casi 2 millones de personas, la
mayoría de las cuales no son caraqueñas. Pero... ¿existe realmente el
caraqueño? ¿Puede hablarse de él como un individuo completamente diferenciado
del resto de los venezolanos?
El
doctor Rodolfo Quintero, antropólogo, profesor en las Facultades de Economía y
Humanidades de la Universidad Central de Venezuela y miembro del Comité
Coordinador de la Investigación ESTUDIO DE CARACAS, es el primero en responderá
estas preguntas.
Antes
de entrar en materia, nos aclara que su punto de vista, lógicamente, se
fundamenta en observaciones directas y en los resultados de algunas
investigaciones que en ese sentido realiza la UCV.
-El
estudio con metodología científica de la vida cotidiana de los pobladores de
Caracas -nos dice- facilita la elaboración de fórmulas sobre su manera de
vivir, que comprende actitudes, creencias, motivaciones y sistemas de valores,
ayuda, pues, a conocer los rasgos de su cultura, que comparados con los de
otras culturas, permiten generalizar sobre la presencia de elementos que
configuren una "cultura caraqueña".
-¿Cuál
es el objetivo del Estudio de Caracas?
-Las
investigaciones comprendidas en el plan general de este Estudio, donde participan
profesores y estudiantes de la Universidad Central, han de aportar datos e
informaciones valiosos, utilizables por los interesados en el análisis dinámico
de la sociedad en que vivimos y de nuestra cultura.
-Al
decir nuestra cultura, ¿se refiere usted a los que al principio llamó´ cultura
caraqueña o una cultura latinoamericana, cuya existencia es negada por algunos
antropólogos?
-Algunos
antropólogos, ciertamente, niegan la existencia de una cultura latinoamericana.
Para otros los conjuntos de rasgos propios de cada uno de nuestros países se
interrelacionan y forman complejos culturales nacionales diferenciados que
reflejan la heterogeneidad de culturas de América latina.
Pero
también hay antropólogos que creen en una cultura latinoamericana como una
unidad funcional, alejada de sus bases indígenas y europeas que cuenta con
instituciones y pautas propias e identificables.
Hace
una breve pausa y continúa: -Esta falta de unidad en las opiniones muestra la
dificultad y complejidad que encuentran las investigaciones de campo cuya
culminación haga posible definir, por ejemplo, al "hombre caraqueño"
y su cultura particular, distinta de la cultura de los demás venezolanos y de
los hombres de otros pueblos. Porque cultura no es un argumento de hábitos reunidos
al azar, sino un todo integrado y funcional.
-¿No
puede entonces hablarse de una cultura caraqueña?
-A
comienzos de siglo podía hablarse de una "cultura caraqueña" o
sub-cultura nacional, ya que "la ciudad de los techos rojos" que
recuerdan los cronistas en forma agradable, crecía pausadamente adherida a un
núcleo urbano de pequeñas dimensiones, en cuyos alrededores brotaban con
timidez los barrios de rasgos extranjeros. Era un centro de población
preindustrial que nació en los años que siguieron a la guerra de independencia
por la concentración de grupos reducidos de hombres libres y extranjeros.
En
ella se desenvolvieron procesos de sincretismo, sin mayores repercusiones en la
vida cotidiana de sus habitantes.
Con
expresión reposada y dando muestras de que el Estudio de Caracas es una de sus
principales preocupaciones el Dr. Quintero continúa:
-Cuando
en el país aparecen desordenadamente los islotes del modernismo, el hombre del
campo pasa, sin las transiciones necesarias, a la ciudad, del trabajo en la
agricultura al trabajo fabril, de un medio social a otro. Superpuestas a las
estructuras tradicionales surgen nuevas estructuras económicas de tipo capitalista, dependiente de factores
de orden externo, y Caracas va resultando el producto y la imagen de esas
estructuras superpuestas, su crecimiento se hace más y más rápido, pero sigue
una dirección deformada, adoptando una organización sui-géneris.
-En
la Caracas que se prepara para festejar su cuatricentenario -agrega- coexisten
diferentes etapas históricas. Una parte de la población se interrelaciona a la
manera propia de una organización social capitalista, pero hay un desnivel
entre las personas que viven dentro del este sistema y la parte que se mantiene
al margen del mismo, partes que no integran un todo funcional, que cambian
constantemente, pero a ritmo y con direcciones diferentes, que tiene cada una
su propio sistema de valores. Encontramos, pues culturas diversas que se
relacionan sin ceder posiciones.
-¿Podría
clasificar esas culturas?
-La
cultura criolla con rasgos que forman un complejo mal llamado " la Caracas
de siempre". Venezolana alejada de sus bases indígenas, europeas y
africanas, con elementos variados de un nacionalismo que se expresa en el culto
a los Libertadores, música local, aficiones, cantos nuestros y resistencia a lo
traído del exterior, y la cultura denominada modernista o extranjera, empeñada
en desplazar las culturas materiales ae intelectuales criollas, adoptar maneras
de vivir importadas principalmente de Estados Unidos.
En
cada parte de la población comprendida en una u otra de las dos grandes
culturas en contacto, hay capas con rasgos diferenciados en la forma externa.
-Este
planteamiento concluye el Dr. Quintero- sólo tendrá plena validez cuando
culminen los estudios que hacemos. En todo caso, negamos la existencia de un
hombre "caraqueño" definido, con una cultura de Caracas integrada y
funcional, con pautas propias e identificables. Seguramente, en la oportunidad
del Cuatricentenario se evidenciarán en actos, ceremonias, programaciones, etc.,.
las culturas y subculturas señaladas.
-Es
posible -añade- que en la Caracas de antaño, muy aislada del resto del país,
haya tenido el caraqueño características propias. Hoy el violento desarrollo de
la ciudad a expensas de extranjeros y gente de la provincia imposibilita la
existencia del caraqueño típico.
En
aquella Caracas predominaba la influencia francesa, la ruta invariable de
quienes podían viajar era Caracas-París, como lo es hoy el viaje a los Estados
Unidos. La influencia vanqui [sic] arranca más o menos en 1940, y a partir de
allí las altas clases sociales empiezan a vivir y a pensar en lo neoyorquino;
lo caraqueño o criollo casi no cuenta.
-En
Caracas- apunta enfáticamente- no advierto un patrón de vida especial; lo que
hay es una mezcolanza de nacionalidades y sus habitantes no pueden presentar características
psicológicas definidas.
-Lo
más característico de nuestra capital es el cinturón de miseria que la rodea,
del cual no hacemos más que hablar y proponer planes que no llegan a culminar
en lo que debería.
-Opino
que las características que se han señalado siempre al caraqueño al decir que
es vivaz, refranero, oportuno, ingenioso, un poco supersticioso y hasta mal
educado, son características comunes de todos los venezolanos, así que no se
puede hablar de "caraqueño" en especial.
El Padre Barnola, caraqueño "rajao", según su propia expresión. Se
apasiona por el tema y, de rememorar los paseos que en compañía de sus amigos
hacía desde Caracas a las haciendas que estaban en las cercanías de donde hoy
se levanta el Colegio "San Ignacio", donde se realiza la entrevista,
nos responde:
-Las
costumbres de aquella Caracas han ido desapareciendo con los cambios que el
progreso ha imprimido no sólo a Caracas, sino a todas las grandes ciudades,
pero todavía quedan algunos representantes típicos de la ciudad de principios
de siglo que parecen resistirse a la
evidencia y continúan soñando con aquellos tiempos.
-En
cuanto a característica especial que yo aprecio en los caraqueños- señala-, es
cierta entonación al hablar, un algo que los distingue del resto de los
venezolanos, cierta campechanía y confianza en la conversación.
¡Cuando
un caraqueño dice, por ejemplo! ¡Mira, vale! ¡Tú Sabes!, ¡Dígame eso!, le
imprime un tono especial, que usted no podrá traducirlo a la escritura, pero
que dichas por un caraqueño en cualquier ciudad del interior hacen que lo
identifique rápidamente como capitalino.
-Quizá
sería impropio- aclara el Padre Barnola- catalogarlo como peculiar de los
caraqueños en el sentido de que los extranjeros y gente del interior con jucho
tiempo de vivir en Caracas acaban por asimilar el modo de hablar nuestro, así
que podríamos considerarlo propio de los pobladores de Caracas.
-Y
ya que hablamos de extranjeros- continúa-, quiero advertir que no es típico del
venezolano rechazar al extranjero; lo tradicional ha sido mostrarse acogedor y
enrolarlo bajo la denominación cariñosa) me parece= de musiú y misia.
-Y
en el aspecto religioso, he notado que ciertas creencias de tipo
espiritualista, muy arraigada en la vieja Caracas, han ido desapareciendo. Hot,
por ejemplo, no se ve, como en aquellos días, reunirse la familia para rezar
el Trisagio en días de tempestad, la
botella de gua bendita que no faltaba en ningún hogar, tampoco se acostumbra
actualmente vestirse de negro riguroso el jueves y viernes santos y otras costumbres
se han perdido como consecuencia del
nuevo ritmo con que se vive.
El
autor de "Caracas de Mil y Pico" complacido recuerda aquellos días
como mejores que los actuales.
-¿Por
qué?
-!Ah!
porque aquellos caraqueños eran gente que sabían vivir, alegres, trabajadores,
responsables. Hoy se ha perdido todo eso, sobre todo el sentido de la
responsabilidad.
-¿Qué
característica especial podría señalar de sus compañeros de juventud?
-En
primer lugar, el humorismo, la gracia no igualada de Francisco Pimentel, (Job),
de Leoncio Martínez (Leo) de Víctor Racamonte y otros.
-Otro
rasgo era la camarería y cordialidad era para propios y extraños, no había
diferencia con el extranjero; si este quería ser nuestro amigo, lo echábamos y
lo ayudábamos en lo que podíamos.
-Hoy
en cambio- nos dice con un poco de desaliento- nadie quiere a nadie, el egoísmo
y la violencia parecen haberse adueñado de Caracas y de sus jóvenes.
Dejamos
a Lucas en compañía de sus recuerdos, los cuales nos regala continuamente en
sus crónicas y reportajes y seguimos en busca de otros caraqueños auténticos.
Y
encontramos al pintor y periodista Luís Alfredo López Méndez, quién, aunque
nació en este siglo, se considera el mismo resto del siglo XIX y desde luego,
se complace en recordar aquella vida reposada que contrasta notablemente con la
actual.
-La
violencia del cambio- apunta- es lo que determina la diferencia entre la
Caracas de hace treinta o cuarenta años y la de hoy.
-
Ahora no es posible conseguir que le den la razón por personas que usted
solicita y que viven quizá muy cerca de donde las busca, lo cual si es posible
en aquella ciudad de doscientos mil habitantes, dividida en parroquias pequeñas
donde todos nos conocíamos.
Para
responder a la pregunta inicial expone:
-No
podemos hablar del "Caraqueño” en forma definida ya que el crecimiento de
la ciudad, determinada por la inmigración europea, la afluencia de gente de la
provincia y demás factores
-Del
venezolano, y por tanto del caraqueño, se afirma que es alegre, echador de
bromas, ingenioso, pero creo que el de hoy es un poco diferente al de ayer.
Actualmente parece complacerse en mantener un pugilato de irrespeto contra todo
y contra todos; en todas partes se escuchan groserías, las damas reciben casi
insultos en vez de piropos y todo esto, naturalmente, nos hace recordar con
nostalgias aquellos tiempos pasados, donde todo era respeto y donde la gracia y
el humorismo campeaban por todas partes.
-Debo
agregar que la situación actual no es exclusiva de Venezuela y que, como en
otras partes, es consecuencia de los cambios que ha impuesto la nueva forma de
vida.
Para
el Dr. Eduardo Michelena, quién acaba de publicar su libro "Vida
Caraqueña", lleno de anécdotas y comentarios sobre la encantadora ciudad
de las primeras décadas del siglo, la característica más resaltante del
caraqueño de esos años era el humorismo.
Refiere
muchas anécdotas y, derrochando esa gracia típica de los hombres de su época, ríe
de buena gana contando las ocurrencias de Job Prim, de Miguel Otero Silva y de Guillermo
Austria. A éste no le gustaba que le preguntaran la edad- comenta-y en cierta
oportunidad que alguien le preguntaran la edad -comenta- y en cierta
oportunidad que alguien le preguntó si él era de la generación de escritores
del "Cojo Ilustrado", respondió: "No, señor; yo soy de la
generación que no alcanzó al "Cojo".
Su
sitio predilecto era la Plaza Bolívar; visitaba el café situado frente a la
plaza, se paseaba en la esquina de las Gradillas, y eso durante años y años.
Cuando la inmigración italiana y portuguesa invadió la plaza, me dijo, con su
ingenio de siempre: "No he ido últimamente a la plaza porque no tengo intérprete".
-Eso
no quiere decir- explica Michelena-que no fuéramos receptivos a los
extranjeros; yo considero que el criollo tiende a depositar más confianza en
los extranjeros que en los mismos coterráneos. Y si no fíjese en la cantidad de
europeos que están al frente de empresas e industrias venezolanas.
-Por
otra parte- anota- no podemos hablar del "caraqueño"; la Provincia se
ha acercado mucho con la facilidad de comunicaciones de que disponemos y así
vemos que quienes llegan a Caracas a estudiar o trabajar, pierden su acento
regional y adoptan el nuestro, entran pues a formar parte de esta Caracas que
en su Cuatricentenario mostrará un aspecto totalmente distinto al de hace 30
años.
Para
el doctor Guillermo Meneses, escritor y periodista, actual Cronista de la
Ciudad, el caraqueño, si presenta características propias, las cuales el
aprecia de la siguiente manera:
-Se
pudiera decir que el carácter del caraqueño se debe tomar en cuenta su
condición de montañés que vive siempre con la seguridad del mar cercano. Un
hombre que tiene la costa presente en su conciencia a pesar de que el mar esté
oculto por el Avila.
Además,
es vidente) y los sociólogos no han dejado de anotarlo) que la población de
Caracas, aunque ciudadana desde hace mucho tiempo, guarda muy poderosas
corrientes campesinas. No hay duda de que existe en el caraqueño cierto fondo
rural que lo hace desear especialmente los espacios, abiertos, los jardines, el
verde.
Igualmente
está claro que se conserva entre los caraqueños una serie de creencias que
corresponde a la sociedad campesina. Cultos como los de María Lionza, el
Desertor de Güigüe, la Piedra Imán, claramente campesinos que se unen a la
veneración de figuras como la del doctor José Gregorio Hernández. Igualmente
aparecen en ciertos momentos heterodoxias como las que produjo la Iluminada de Sarria
o movimientos tan extraños como el del Obispo Castillo Méndez ( tan importante
y escandaloso durante cierto tiempo).
-Lo
que no es verdad -afirma categóricamente- es esa imagen de Caracas que algunos
"viejos" quieren inventar: Una Caracas pacata, conventual y severa.
Nuestra ciudad ha sido siempre alegre, activa, con un poco de desorden y mucho
de espíritu creador. Afortunadamente, todo lo dicho puede reunirse en un magnífico
tipo humano: el caraqueño curioso y abierto al mundo, porque, para contemplar,
ha recibido siempre poderosos núcleos de inmigrantes de todas las razas.
Si
atendiendo a la opinión de la mayoría de los entrevistados podemos asegurar que
no se puede hablar del "caraqueño" como individuo completamente
diferenciado del resto de sus compatriotas, podemos también asegurar junto con
el doctor Arturo Uslar Pietri que: "Ha cambiado sin duda la vida de
Caracas, pero continúa más poblada que nunca de hombres y de mujeres, es decir
de esperanzas, de angustias, de heroísmo, de miseria, de belleza y fealdad, de
ingenio y estupidez, de vicio y de virtud, de amor y de odio, para colmar
plenamente y realizar con su genuina
grandeza la medida de cualquier destino humano".
Por Emma Fonseca
Fuente: Bohemia 1966 /07