por Juan Gant-Aguayo
Aquellos que el pueblo llano llamó mantuanos eran los miembros de una élite de familias poderosas de Caracas que dominaron la escena económica, social y política de la gobernación de Venezuela durante el período colonial, con protagonismo en el proceso de la Independencia y el surgimiento de la República, hasta la Guerra Federal, cuando el último mantuano con poder, Manuel Felipe de Tovar, renuncia a la Presidencia (1861).
Su ascendencia social como grupo cerrado provenía de agrupar en su seno a los hijos de los conquistadores de la Provincia y fundadores de sus principales ciudades (Coro, El Tocuyo, Barquisimeto, Trujillo, Valencia y Santiago de León de Caracas), quienes se mezclaron temprano con personajes "de sangre noble" provenientes por diversas causas de la Metrópoli que, aunque sin méritos en la conquista, aportaban la "hidalguía de sangre" necesaria para hacer de estos rudos conquistadores gente "de calidad". Este proceso de ascenso a la nobleza no era exclusivo de los mantuanos de Caracas, de hecho se daba en toda la América hispana.
Las ramas mantuanas más influyentes de Santiago de León se originaron de los enlaces de -y con- las llamadas "siete hermanas Rojas", hijas de Diego Gómez -al parecer de Ampuero, León, España, - y de Ana de Rojas, personajes connotados y figurantes desde el más temprano origen de Cubagua, ahorcados en Margarita por Lope de Aguirre en 1561. Estas hijas huérfanas casaron con los más importantes conquistadores de Caracas, generando entre ellos un vínculo de sangre y afinidad familiar que mantuvieron común y vivo durante todo el período de dominación mantuana. Aunque no era norma escrita, para ser mantuano legítimo debía remontarse la ascendencia hasta alguna de estas hermanas Rojas y alguno de estos conquistadores.
Lo que hizo a los mantuanos tan prominentes y notorios durante la Colonia no fue su riqueza, sino el ser de Caracas, capital de la gobernación de Venezuela. Eran estos mantuanos quienes estaban en contacto diario y mantenían trato directo privilegiado con el gobernador -representante del rey-, quien residía desde 1577 en esta ciudad. Su poder se vio aumentado al pasar a Caracas la sede del obispado en 1636, y fraguó -como élite- con el inicio del auge del cacao de la costa, en la primera mitad del s. XVII. El mantuano es exclusivo de Caracas, aunque sus raíces y descendientes con el tiempo -o previamente- esparcieran sus linajes por otras regiones y ciudades, como Margarita, Valencia, Barquisimeto, El Tocuyo o Trujillo.
El poderío mantuano era totalitario, englobaba todo lo que podía generar o sostener su fortuna o aumentar su alcance: Mantenían un control férreo del cabildo de su ciudad (Caracas), control de los cargos de la Real Hacienda, las dignidades eclesiásticas de la catedral, los grados y títulos militares. Su interés político se manifestaba siempre que era necesario, siendo que se sentían dueños naturales de la tierra y Provincia que sus pasados habían ganado a fuerza de conquistas. Durante el s. XVII actuaron en la deposición -sin trámite y por su real voluntad- de al menos tres (3) gobernadores: Gil de la Sierpe (1623), Martín de Robles Villafañe (1653) y don Juan de Padilla y Guardiola (1675). Asumían el mando cuando el gobernador fallecía -y sus funciones políticas y militares a través del cabildo de la ciudad-, y a partir de 1677 se oficializó por real cédula, con orden y mandato a todas las otras ciudades de la gobernación, que los alcaldes de Caracas se entendiera ser tenidos -en esos casos- como gobernadores interinos "para toda la Provincia de Venezuela", privilegio único, comprado por los mantuanos con muchos pesos de plata y fanegas de cacao.
El mantuano era terrateniente y esclavista, con posesión reiterada de múltiples haciendas de trapiche o trigo, hatos de ganado en los llanos, plantaciones de cacao, esclavos, indios y tierras, muchas tierras, aunque su principal ingreso provino siempre y fundamentalmente de la venta de su cacao a México, pues en aquel virreinato existía preferencia por el cacao de Caracas frente a otros cacaos competidores como el de Guayaquil. Algunos de estos mantuanos, los más ricos, fueron llamados los "Grandes Cacaos" por el constante flujo de plata amonedada que les producía este negocio
El escritor Herrera Luque pone en boca de uno de los personajes de su obra 'Los Amos del Valle" la afirmación de que eran veinte (20) las familias mantuanas a mediados del s. XVIII, mencionándolas en lista. Mas -como en todo en la sociedad colonial criolla-, dentro del círculo mantuano también hubo gradación. Las familias mantuanas más poderosas, en la cúspide tanto por riqueza como por vínculos o títulos de nobleza, eran cuatro: Mijares, Blanco, Ponte y Tovar. Los Bolívar, aunque mantuanos, no eran del estamento más elevado. De hecho, ni los Tovar ni los Mijares casaron jamás con Bolívares, algo bien curioso.
El origen de la palabra 'Mantuano' es incierto. Si es por el manto o mantillo que supuestamente usaban las señoras mantuanas -según se ha afirmado-, eso no pasa de ser un mito, pues todas las mujeres en la antigua sociedad colonial criolla usaban manto, o casi todas, y ni las pardas ni negras libres renunciaban a su uso al salir de casa. Todas -invariablemente- entraban enmantilladas en los templos, y en general, con manto iban por las calles si la mujer era "de costumbres recogidas", o sea, todas.
Mantuano se ha dicho pudiera provenir de Mantua, ciudad italiana peleada muchas veces por los tercios españoles del s. XVII, de donde se alegaba ese servicio militar al rey por muchos personajes que pasaron a Indias, así como por haber peleado "en las guerras de Flandes", etc.
Ciertamente, la opción más probable es que les llamaran mantuanos por ser los únicos criollos en Santiago de León con derecho a portar largas y oscuras capas -o manto- como signo de legítima nobleza, derecho que defendieron ante otros "de menor calidad" (como blancos de orilla, canarios, y pardos criollos), por buscar ser tenidos o reconocidos -estos descendientes de los primeros pobladores conquistadores de Caracas- como “de sangre hidalga”.
Es esta mi opción preferida.
En la imagen: Retrato de un hidalgo, por Velázquez.
Tomado del Grupo Facebbok "Caracas la de los techos rojos"
Buenas tardes. Podemos concluir que el mantuano es blanco criollo ligado con español ibérico?
ResponderEliminarPodría interpretar como Metrópoli a ciudades de España?
Que bueno este artículo de investigación, de verdad es apreciado por su claridad y sencillez, lo felicito
ResponderEliminarMuchisimas gracias
EliminarMe encanto, como decendiente de Antonio Pacheco de Tovar, destacar que los Tovar se mezclaron muchisimo con los Vegas de los Andes y los Brandt de Cumboto, muy buena la información.
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