martes, 29 de marzo de 2011

Elizabeth Schön

Elizabeth Schön

17 de mayo 2007  ha muerto la poeta,
Con ella se va una Caracas que también está muriendo. Testigo de más de 70 años de cambios y aconteceres literarios, se fue clara de mente y de espíritu. Preferimos decir que ha volado, ligera como los colibries que se acercaban a su mágico jardín, dejándonos una poesía esplendorosa y plena. Para recordarle y rendirle homenaje, copiamos aquí la última entrevista en prensa que se le hizo en vida.
ELIZABETH SCHÖN

Refugiada en la memoria
“El poeta tiene que salir a buscar la palabra amorosa”

La poeta Elizabeth Schön tiene toda la autoridad para hablar de Caracas, sus autores y sus cambios. También para señalar que la poesía más reciente está llena de desarraigo y soledad, incluso para alojar la tristeza en sus ojos de eterno azul. Sin embargo, sus palabras no dejan de repartir esperanza para el planeta y su mirada sigue celebrando la poesía y la vida.

ERNESTO CAMPO. Diario El Nacional. Caracas.

A Elizabeth Schön le duele la falta de amor por la ciudad. Se resiste a aprobar que El Calvario esté lleno de talleres mecánicos y que la ciudadanía en vez de hablar en tono candoroso profiera insultos. Sin embargo, pronostica para Caracas, que no ha dejado de ser suya por diferente, y para el mundo una mejoría, un progreso que tenga acento social y que llegue al corazón del hombre.

Lo que impide que entre la tristeza a sus ojos azules, sin que se haga inmune a una realidad avasallante, es su capacidad intacta de asombro, esa ingenuidad que definitivamente es un don. Esa cualidad de celebrar aun desde el arraigo a una ciudad que tiene otra faz, otro olor y que se vive con acento distinto a la Caracas de su infancia y juventud. Y sobre todo está la memoria.

Esa que permite a las calles y los momentos seguir en su sitio sin que le haga falta escribir como su esposo Alfredo Cortina un volumen de una ciudad que se nos fue. Todo porque Caracas no se le ha ido ni se le irá.


LA CASA VERDE.


Como salido de una fábula el regufio de Schön no escatima en colores . Orquídeas, helechos , nísperos, guayabas, hablan del arraigo de Elizabeth a la naturaleza.

No está de acuerdo con las clasificaciones. Sea un relator de realidades de concreto o de mundos rurales el poeta merece consideración y oportunidades. Entiende que no se puede pedir que otro Whitman o Gerbasi salga como producto de un mundo urbano.

Sabe que no es posible y quizá tampoco sea deseable. Lo que sí es lícito es echar en falta una poesía que se aferre a alguna cosa, reclamar una poesía con un mínimo de amor a Caracas.“Después que el hombre se ha ido a la ciudad ha olvidado un poco a la naturaleza. Eso no es malo, es una transformación de la tierra que ha hecho el hombre en su entorno. Eso hace que no haya ningún poeta estadounidense que escriba hoy como Walt Whitman. Pero esas diferencias no pueden servir como un eje para calificar a una poesía mejor o peor que otra. Cada poesía tiene su territorio. Lo importante es que se establezca una voz singular.”

¿Entonces no se puede hablar de buenos y malos poetas?

-Siempre se le debe dar un chance al poeta. Al poeta no hay que tapiarlo. No estoy de acuerdo con esas clasificaciones. Por ejemplo, no puedes comparar a José Antonio Ramos Sucre con César Vallejo..."Cuando la poesía tiene como soporte nada más que el yo es porque ese yo refleja soledad y desarraigo. El amor es necesario para todo. Es la única virtud que queda libre"

¿Cómo es la relación de los poetas con la ciudad?

-En los poetas hay un amor oculto que los hace andar e investigar. Tienen que en el fondo amarla. Porque quien no ama destruye.

¿Consigue ese amor en las nuevas generaciones de poetas?

-Sí, pero también se evidencia una gran soledad. Cuando tu poesía tiene como soporte nada más que el yo es porque ese yo refleja soledad y desarraigo. El amor es necesario para todo. Es la única virtud que queda libre. Todos tenemos que amar. Si tú no amas ¿qué haces? Ni siquiera una preocupación tienes. Tú te preocupas por el ser humano, ¿por qué? Porque en el fondo quieres un bienestar para el otro. El amor no es nada más un beso, es algo mucho más amplio y profundo. Es desear que el otro esté igual, que esté amando también.

Tras la palabra amorosa

Como ama a la ciudad y a su gente, su voz es un llamado al contagio. Por eso señala la inexistencia de un verdadero amor por la ciudad y apunta a los poetas para que contribuyan a atajar este sentimiento. “Una de las funciones del poeta es buscar (entre el verbo rudo de las calles) la palabra amorosa. Aquí lo que se oye son insultos, que no es más que un desahogo de la soledad y la desesperación.”

“La Caracas en la que yo viví, en la que nací, es totalmente distinta a la de hoy. Salgo fuera y no la conozco. No ha sido respetada. Y eso se debe al poco arraigo que tiene el ciudadano. Por ejemplo, yo siempre iba a jugar a El Calvario. Eso se ha debido conservar como una zona de parque ¿Cómo va a estar esa zona llena de talleres de carros? No puedes prescindir de lo que hicieron los libertadores, porque eso fue. Eso me parece descuido, poco amor. Creo que una de las cosas esenciales que se ha perdido es el amor y sino hay amor lo que hay es interés, ausencia de amor por lo nuestro. Lo que es verdaderamente nuestro no nos lo puede quitar nadie. Nadie te puede quitar el nombre de Antonio José de Sucre o de Luisa Cáceres de Arismendi.”

Unas palabras después la mirada se le enciende cuando menciona a Alfredo Cortina, inventor, hombre de radio y compañero de ruta, y le toca referir su relación (la de él) con Caracas. Cuenta que viajaba para extrañar a Caracas y que su única afición en los viajes era montar en trenes y autobuses para conocer las ciudades. “Decía que disfrutaba mucho los viajes porque siempre estaba pensando en Caracas”. De allí deriva que Cortina haya editado aquél libro de añoranzas que es “La Caracas que se nos fue”, por haber sido uno de los primeros en notar el cambio que estaba sufriendo la ciudad.

¿Escribiría un libro similar, definiendo un momento en el que la ciudad que vivió se le escapó de las manos?

-La ciudad no se me ha ido. Esta es mi ciudad. Que hayan cambiado ciertas cosas no implica que la haya perdido. La ciudad que yo viví la tengo aquí, en mi memoria, no se va. La ciudad es una cosa que me acompaña. La ciudad no puede aparecer y desaparecer, siempre ha estado allí. Las calles de Las Mercedes a las que yo fui, no son iguales a las que yo vi y viví pero allí están. Yo veo las calles que no son iguales y veo dobles calles. Las que fueron junto a las que son. Lo que no es agradable para ninguno es pasearse por el centro de Caracas y tener que soportar malos olores. La ciudad que yo viví era pulcra, una maravilla.

En una ciudad como ésta y ante la realidad avasallante ¿qué oportunidad tienen el asombro y la ingenuidad?

-Todas las oportunidades. El asombro existe, yo no dejo de asombrarme. Esa es una de las cosas más necesarias para un poeta. Poder abismarse ante un árbol o un río.

¿Se puede escribir desde el desarraigo y sin embargo conservar un tono de celebración?

-Cuando un poeta habla de y desde el desarraigo está exigiendo, celebrando el arraigo que no halla en la realidad, reclamando aquello que es suyo y no encuentra.

Entonces, ¿qué lugar ocupa la poesía en la realidad?

-La poesía celebra la realidad. Le permite que ella pueda expresarse, hay una comunicación directa. La realidad se hace dócil a la poesía. Es la manera de que ella pueda reintegrarla. La poesía no puede prescindir de la realidad. Por otra parte, la poesía tiene la propiedad de arraigarse en lo que sientes dentro, que puede que no tenga que ver con lo que quiso decir el autor.

Goethe redivivo
Schön estima que la humanidad atraviesa por una crisis de valores y que lo que está viviendo materialmente el hombre son las peripecias del doctor Fausto, ese filósofo racionalista y luego mago, recreado por Johann Wolfgang Goethe, que vendió su alma al diablo a cambio de sabiduría. Pese a ello confía en que llegará el momento en que cierto equilibrio global haga que el progreso sea un bien colectivo.

¿De qué ha servido el progreso?


-Hay que distinguir. La ciencia es para todos. Es tanto para el africano, el chino, el europeo. Lo que pasa es que es más fácil trabajar y estudiar la materia que arreglar el corazón del hombre, da menos que hacer. Porque la materia se deja investigar, es callada.

EL RINCÓN DE LOS INVENTOS.


En la casa de la poetisa sobran los espacios en los que el hombre de radio e inventor, Alfredo Cortina dejó constancia de lo que podía hacer con sus manos.

La infancia, las letras y el marAlrededor de los ocho años despertó en Elizabeth Schön la pasión por los árboles, por el equilibrismo y por el azul del cielo. “Yo sentía que ese azul era la falda de la virgen”, dice con la timidez propia de un niño que relata una travesura, que está cometiendo alguna infidencia. Luego, su memoria no escatima para acercarse otra vez al mar, y los ojos terminan delatándola y su mirada azul guardando el vaivén de sus tardes en Puerto Cabello.Llegó allá después de que se le murieran su mamá y su abuela. También el encuentro con Alfredo Cortina sucedió en aquel lugar de la costa de Carabobo. Porque “las Gramcko también son de Puerto Cabello”“El mar de El abuelo, la cesta y el mar es el de Playa Verde, lo que se llamaba Mare hasta hace poco y fue una playa salvaje del litoral, sin carretera. Claro que tiene algo de Puerto Cabello pero más de Playa Verde donde Alfredo construyó una casa. Porque Alfredo hacía de todo.” "El mar de El abuelo, la cesta y el mar es el de Playa Verde, lo que se llamaba Mare hasta hace poco y fue una playa salvaje del litoral, sin carretera. Claro que tiene algo de Puerto Cabello pero más de Playa Verde donde Alfredo construyó una casa. Alfredo hacía de todo"

Elizabeth Schön

por Alfredo Cortina


Elizabeth Schön

por Vasco Szinetar

Esquina de Ferrenquín

ESQUINA DE FERRENQUIN:


Pertenece el nombre de esta esquina al de un personaje popular de este apellido, establecido allí a principios del siglo XVIII, cuando se incrementó el desarrollo del barrio de la Candelaria, que dio motivo a su erección en parroquia en 1750.

Don Héctor Parra Márquez comenta: “Gran prestigio alcanzó al comienzo del siglo XVIII el circo construido en un corralón situado hacia el este de la Ciudad dedicado exclusivamente a corridas de toros y en el cual se permitía tomar parte a toda clase de aficionados a la fiesta brava. Como el dueño del negocio era un sujeto muy conocido a quién llamaban Ño Ferrenquín, los caraqueños de entonces denominaban al rústico establecimiento “Circo de Ño Ferrenquín”, y también el Hipódromo; a pesar de que no había allí ni asomo de caballo. Por lo demás la celebridad de Ño Ferrenquín quedó definitivamente consagrada a través de la esquina que, desde aquellas épocas y hasta nuestros días lleva su nombre”

El Plano- o la relación- del Obispo Díez Madroñero identifica la cuadra de Ferrenquín a Tracabordo como de José Benito Losada y Nuestra Señora de la Concordia, pero en la descripción de la Calle de la Agonía (Avenida Este) no hace ninguna mención a la esquina.

En Ferrenquín estuvo una de las famosas panaderías establecidas a finales del Siglo XIX, que elaboraban un sabroso “pan Francés” que nunca faltó en las buenas mesas caraqueñas. Era propiedad del bearnés Don Pablo Layrisse, fundador de numerosa cuan honorable familia venezolana, yerno de Don Francisco Marrero, canario, dueño de la vecina Panadería de Manduca, quien sufrió cruel e injusta prisión con motivo del atentado de que fue objeto Cipriano Castro por un empleado de su establecimiento. Entre las otras panaderías de renombre de la época estaban la de Altagracia, del Catalán Don Enrique Banchs, y la de Solís, de su hermano Don Adolfo; la de los Angelitos, del Francés Montaubán, la de las Gradillas, de Don Pablo Ramella, y la de Don Pedro Otati, situada de Salvador a Coliseo; la de Sarría se hizo célebre con el “Pan Isleño”.
La Nomenclatura Caraqueña
Rafael Valery
Pág./ 179


Esquina de Ferrenquín
composición de mi amigo CalaChica

lunes, 28 de marzo de 2011

UNIVERSIDAD CENTRAL DE VENEZUELA / ESTUDIANTES / PROFESORES (1959) LIFE





CONSEJO UNIVERSITARIO
RECTOR FRANCISCO DE VENANZI







ELECCIONES ESTUDIANTILES

UNIVERSIDAD CENTRAL DE VENEZUELA EN LIFE (1959)












La Universidad Central de Venezuela en la Revista LIFE (1959)











EL RELOJ DE LA UCV

Ubicación: Zona 1 Centro Directivo, Plaza del Rectorado, lado Este


CAMPANARIO

ANÁLISIS DESCRIPTIVO

TORRE DEL RELOJ UNIVERSITARIO

Símbolo de la Universidad

Juan Otaola Paván
Conmemorativo

El Reloj Universitario es el elemento alto que se opone al espacio de baja altura de la Plaza del Rectorado. Representa la a Universidad Central de Venezuela pues es su símbolo, y como tal, remite a algo que no está de modo inmediato en la visión comprensible, (...) es la evocación de un orden íntegro posible dondequiera que éste se encuentre, 1 la idea de Universidad.

El Reloj, marca fundamental del paso del tiempo en una casa de estudios, ha sido visto tradicionalmente como un elemento formal que acompaña la fachada principal de los lugares de estudio, de hecho, la Escuela Gran Colombia, diseñada también por Villanueva en 1939, tiene un reloj en la parte más alta de la fachada, que pareciera que se hubiese elevado solamente para recibirlo. También otros Grupos Escolares diseñados en el país desde principio de los años cuarenta mantienen el reloj en su fachada principal como un elemento que no se discute.

Pero este Reloj Universitario, a diferencia del de la Escuela Gran Colombia -ubicado sobre un volumen inseparable de la masa total del cuerpo frontal del edificio-, está formado apenas por tres discos que reposan en un prisma virtual, limitado por sus tres aristas, el cual se ha torcido para cobrar estabilidad y belleza y transformarse en una estructura formada por los elementos indispensables para convertirse en el moderno obelisco. 2

La estructura diseñada para soportar un elemento tan fundamental para la vida universitaria, superó su función original de sustentación de un mecanismo y se convirtió por valor propio en símbolo de la Universidad moderna, dejando atrás la antigua imagen del Convento de San Francisco con su reloj en la torre principal.

A pesar de que indudablemente corresponde a Villanueva su concepción como elemento formal, esbelto y significativo en el campus, así como su ubicación discreta pero fundamental en la Plaza del rectorado, es indispensable otorgar el crédito que se merece, por su participación en la concepción de la estructura de este objeto, al ingeniero Juan Otaola, un profesional de gran imaginación y creatividad. Con respecto al proceso de diseño del reloj ha expresado el ingeniero:

Trabajo de Doctorado de Silvia Hernández de Lasala: "EN BUSCA DE LO SUBLIME, Villanueva y la arquitectura de la Ciudad Universitaria de Caracas". Facultad de Arquitectura y Urbanismo, UCV, Caracas, marzo de 1999.

JUAN OTAOLA PAVÁN
OSCAR BENEDETTI PIETRI
JUAN PEDRO POSANI
BELLUCCI

1953/ 1953-1954
"En el diseño del Reloj de la Ciudad Universitaria de Caracas yo respeté, porque no quiero ser injusto, el volumen diseñado por Villanueva; era el mismo reloj, con la diferencia en las piernas que eran tres. Yo no cambié nada de lo que él quería. Vi el dibujo y le dije, Tigre (porque así le decía) yo lo veo bien pero me parece una tontería hacerlo así. Esto hay que hacerlo más puro. ¿Y que llamas tu más puro?, me dijo Villanueva. Entonces hice esto, recuerdo como hasta ahora: Cogí su plano, un escalímetro, una regla de cálculo, tres lápices y les saque punta por ambos lados. Villanueva me dijo: ¿Que vas a hacer? Cogí dos cartones, medí la escala en el plano, tomé la regla de cálculo y obtuve los tres puntos de un triángulo equilátero. Colocando este cálculo sobre los dos cartones, tome un compás de punta seca y puyé los cartones sobre los tres puntos del triángulo. Tomando un cartón inserté los tres lápices y luego tomé el otro cartón para hacer los mismo hacia el otro extremo de los lápices y le dije: Tigre, ¿cómo te suena? Villanueva respondió: ¡Carajo, si esto es lo que yo quiero! Bueno, está bien, vamos a hacerlo así. Yo le dije que eso tiene la ventaja de que esta columna es pura y se la postenso, eso no necesita nada, entonces le ponemos las riostricas como usted quiere que se vean. ¡Ese es el Reloj de la Ciudad Universitaria!".
Entrevista realizada por Silvia Hernández de Lasala al Ingeniero Juan Otaola, el 27 de enero de 1993, Caracas. También la arquitectura de Villanueva requiere del tiempo, no ha sido diseñada para la visión estática sino para ser recorrida, para ser percibida mediante el desplazamiento en automóvil u ofrecida al caminante que la transita.
1 Hans-Georg Gadamer: "La Actualidad de lo Bello", p. 85.

2 Véase sobre el tema el libro Juan Otaola Paván y Oscar Benedetti Pietri: "Ingeniería y Construcción", p. 74-75



viernes, 18 de marzo de 2011

Más allá Caracas

El Libro “allá en Caracas” de Laureano Vallenilla Lanz, Hijo- Ediciones Garrido- Caracas- 1954, relata en primera persona como fue la Caracas de ayer, nos muestra el día a día de manera refrescante, transportándonos a una Caracas que inconcientemente anhelamos; el caraqueño Per se es nostálgico por un pasado que no conoció, y sueña con una Caracas que no verá.


Poco a poco resaltaré extractos de tan agradable lectura, véase como describe lo siguiente:
“Mi vivienda de Reducto a Glorieta, era de cuatro ventanas, donde funciona una mueblería y que se distingue de las demás porque invariablemente la pintan todos los años de marrón y verde para cumplir con la disposición prefectural y borrar los dibujos y escritos obscenos que son obra tradicional de los muchachos del barrio. Era una buena residencia caraqueña de la época anterior al petróleo, cuando Venezuela gozaba de cierta reputación por su café, su cacao, sus revoluciones y andaba escasa de divisas.

Describe como el luto era riguroso aún en los niños, quedaban reprimidos los paseos vespertinos a El Paraíso, ya que éste paseo era inadecuado para personas de duelo, solo le era permitido pasear muy temprano al Calvario para ver los monos en la Jaula Central.

Narra de una temporada de descanso en Chacao, allí ocuparían la casa del Dr. Luís Andrés Ramírez, aislada entre los cafetales, “al dormir me moría de miedo y no era para menos. Nos alumbrábamos con lámparas de petróleo y en la habitaciones pululaban alacranes”.

Muchas historias llenaban de inquietud la mente de niños y pobladores de la época, historias que refería un Jorobado de nombre Crispín, quién se autodesignaba “El encargado del Dr. Luís Andrés” Aseguraba el jorobado que a media noche una mujer de túnico sin cabeza hacía acto de Presencia en el edificio abandonado del trapiche. Por otra parte desde su pieza era fácil escuchar el galope del caballo que perteneciera al general Martín Vegas, caudillo godo del pasado sigo que venía puntualmente todos los sábados en busca del “anima” de su famoso jinete”. .. Es así como allá en Caracas nos regala una especie de memorias autobiográficas que considero interesante compartir para alimentar de historia a nuestros niños y jóvenes