Provincia de Venezuela
1801-1804
En Caracas hay cinco parroquias: la Catedral, Santa Rosalía, San Pablo, La Candelaria y Altagracia. Tres Conventos de religiosos: los Franciscanos o Cordeleros, Los Dominicos y los mercedarios; una casa de Oratorienses, un hospicio de Capuchinos; dos conventos de Monjas, las Concepciones y las Carmelitas; una casa de Educandas; tres iglesias: San Mauricio, La Trinidad y la Divina Pastora; los Españoles llaman ermitas estas iglesias, porque no son parroquias ni pertenecen a conventos u hospitales. Las hermitas deben su existencia y sostenimiento a la piadosa liberalidad de los habitantes del barrio donde están situadas. Cada una tiene una cofradía que dispone los gastos y las ceremonias y recoge las limosnas; en cada una hay un limosnero y muchos asistentes. Hay además dos hopsitales, uno de hombres y otro de mujeres, un hospital de leprosos y una iglesia dependiente del Seminario.
En general, las iglesias de Caracas están bien construidas. La Iglesia Parroquial de Altagracia es la mejor de todas y su fábrica honraría hasta a las principales ciudades de Francia. El derecho de la virtud a la estima y admiración pública me obligan a hacer constar que los pardos libres vecinos de esta iglesia, la construyeron y ornaron a sus expensas, ayudados por algunas contribuciones de los blancos. La de la Candelaria debe su edificación a los isleños de Canarias que habitan en aquel barrio.
Después de estas dos iglesias, y por lo que respecta a la arquitectura, debo citar las de los tres conventos de religiosos, construidas todas según un mismo plan, aunque en su interior la de San Francisco y la de Las Mercedes están ejecutadas con mayor cuidado. Tienen la particularidad de estar provistas de un atrio frontero que avanza justamente hasta la calle, y se halla rodeado de un muro, el cual , frente a la puerta de la iglesia se levanta e impide ver el interior. Ello se debe, según me han explicado, a la necesidad de obedecer a la decencia, no exponiendo la irreverencia de los transeúntes al santuario ni la celebración de los misterios. La iglesia de San Felipe de Neri, o de los Oratorienses, cuya magnitud no excede a la de la capilla corriente, será reemplazada por un gran edificio, en el cual se trabaja actualmente, gracias a la liberalidad de una señora de Caracas.
En todas las iglesias se observa un aseo extremado. Se hallan recargadas de dorados desde el pie de los altares hasta los artesonandos. Los autores, que como Roberston, se han hecho lenguas de riqueza de estas iglesias, no se han formado su idea viendo las de Caracas,a menos que hayan tomado por oro todo lo que reluce; pues de no ser así resultaría inexplicable el error que han cometido. Las iglesias poseen cuanto es menester al decorado del culto; pero no hay ni profusión ni suntuosidad. En telas, encajes, tapicerías, vestidos de las Vírgenes de los Santos, cuando se los llevan en Procesión o se los expone en las octavas, en los ornamentos sacerdotales, se ha debido gastar mucho dinero; pero estos objetos, una vez ejecutados, no representan ya un valor efectivo, y no pueden considerarse como riquezas. El oro, la plata y los diamantes solamente conservan un valor intrínseco; y allí no abundan estas materias, que son las que constituyen la verdadera riqueza. Puede juzgarse por el hecho de que la Catedral presta frecuentemente sus grandes candelabros de plata a las otras iglesias para las celebraciones solemnes.-
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