El Cañonazo de San Silvestre
Desde San Carlos
Por las reminiscencias de don José García de la Concha- que merecieron las mayúsculas de un sabroso volumen – sabemos que era muy raro el caraqueño que decía:
-Voy a esperar el año en tal o cual parte.
Por lo regular siempre hablaba de el cañonazo.
Por ejemplo:
-Yo esperaré el cañonazo en la Plaza Bolívar, en la Santa Capilla o en casa.
Recordando épocas que remontan a su infancia. Don José- tan enamorado de la nativa ciudad de perdurable torre blanca, techos rojos y azules lomas- nos contaba en la paz del Museo de Arte Colonial la historia de un cañón maravillosamente usado en una alegre guerra… Un cañón con nombre, y con acusada personalidad, que solamente disparaba alegrías y emociones y merece los honores de un museo como reliquia caraqueña y, precisamente, como cañón de paz:
“ En el antiguo cuartel de la Trinidad, en el antiguo cuartel San Carlos, en el ángulo que mira al sur-este se instaló un grande y viejo cañón de épocas remotas, negro, solo, era como el vigía de la Ciudad, todos lo respetaban y querían, era como un símbolo para crear un museo.
El Cañonazo desde la Planicie
Volviendo al cañón así recordado por don José…. “ Este cañón era familiar entre los caraqueños. No había quién no lo conociera. Tenía su personalidad. Y había chicos que lo llamaban La Cochina, otros la Verraca y como solo se dejaba oir su voz en la Plaza Bolívar en Año Nuevo o fiestas nacionales, le decían también La Casaca. Y de ahí se originó un conocido estribillo de
La Cochina,
La Verraca,
La Casaca
é tu papá.
Para la generación finisecular de don José era inolvidable la famosa resonante cochina que daba el estampido de media noche en el Año Nuevo: “ Todos la esperábamos; al día siguiente eran romerías de muchachos los que nos llegábamos hasta el San Carlos a ver, oler y tocar el consabido monstruo y a preguntarle al centinela cómo lo habían cargado, como lo habían prendido, cuanta gente mató, si se oyó fuerte y tantas cosas que preguntaban los chicos”
Desde 1910 cuando se levantó en la Planicie La Escuela Militar, se instalaron en preeminencia tan caraqueña dos viejos cañones para las salvas de ordenanza y a ellos se les encomendó el insustituible cañonazo de Año Nuevo, que daba la hora de dar los abrazos.
Caremis en su libro
“Plaza Bolívar Corazón de la Patria”
Pág. 43 y 44.
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