Patinadores años 20 |
Patinadoras en Caracas
El Paraíso 1920 C
Tal vez porque el lago de su pueblo no se helaba en el invierno, o porque quiso hacer del patinaje un placer de todas las latitudes, un joven artesano holandés tuvo un día la idea de poner rueda a sus zapatos. Así nació el patín que rodando por parque y avenidas del mundo, vino a sumarse a los elementos característicos de la Navidad caraqueña. De todas las cosas de la gran industria extranjera vuelca sobre nuestro País, el patín es la única que no ha contribuido a desnaturalizar la tradición. Por el contrario, se les puede considerar ya algo tan nacional como las hallacas y el furruco.
Nuestro amable “pacheco” -fabuloso rey criollo de los aires decembrinos- no llega a darnos hielo para trazar en él signos mágicos con los filos de los patines; pero gracias al modelo de ruedas el patinaje es entre nosotros deporte de invierno, e invernal es la alegria que nos comunica. Tampoco tenemos laderas cubiertas de masa nieve, pero el genio del niño criollo creó su versión caraqueña del trineo - un cajón y cuatro ruedas de un patín- y se lanzó a volar por las cuestas de la Ciudad.
Aquí están los patinadores, primer anuncio de la navidad en Caracas. Algunos llevan flamantes “Kingston” bien ajustados al calzado de marca indescifrable; otros míseras “planchas” resconstruidas que se sujetan a las alpargatas con increíbles enredijos de guaral. Todos sin embargo dicen lo mismo: sus risas, sus canciones, el estruendo de sus ruedas son el indicio mas cierto de que faltan pocos días para que el niño Jesús nazca en su Belén de cartón y paja teñida.
Y el vecino de sueño liviano que se queja de la bulla que hacen los patinadores, al saberlo será un poquito más indulgente hacia ellos, y los envidiará al pensar que acaso son los únicos caraqueños que conocen el gusto de quitarse el frío navideño conversando entorno a un fuego, aunque éste sólo sea el de un criollo anafe de arepitas, pariente pobre de la chimenea tradicional.
Caracas Física y Espiritual de Don Aquiles Nazoa.
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