Un simpático artículo escrito con ironía, dedicado a los amigos que no comulgan con las carne-levare ;-)
---No me conoces! No me conoces! ..
Si, mascarita, si te conozco. Es más creo que no te había conocido verdaderamente hasta ahora.
Y al borde de ese dialogo inicial, la crónica carnavalesca comenzaba a surgir en una atmósfera de voces agudas, de compases interminables, de risas alocadas, de caricias furtivas – también disfrazadas;- todo al socaire ingenuo de “no me conoces” .. Si; si se les conoce. Ahora son verdaderamente ellos; la máscara no viene a ser sino la expresión espontánea de algo subconsciente y de algo que durante el resto del año no encontrara mejor oportunidad para mostrarse. A ello se debe que la algarabía en estos días sea más estruendosa: que las gentes no pierdan la oportunidad de poder ser como verdaderamente son o en todo caso, de encontrar disculpa a su espontaneidad de esa ayuda fácil y alegre de ¡son carnavales!
Por esta espontaneidad de los enmascarados Momo tiene tal cúmulo de adoradores en este culto heterodoxo de los carnavales, cuyo sentido etimológico encierra una referencia a lo carnal y a su placer, como un vago parentesco con el carnaval actual hecho de tela más que de carne.
Este año, Momo, su espíritu, más exactamente, ha vagado por nuestro trópico con un brío inusitado: Los círculos sociales, templos del carnaval en estos días, han acogido bajo sus bóvedas innumerables feligreses; otros han celebrado su ceremonia particular en este festejo de lo efímero que proporciona la oportunidad de una mayor espontaneidad, al poder ocultarse bajo el feliz amparo de una máscara…
Momo, yo que creo verdaderamente en ti, te saludo:
-¡Que tu estancia entre nosotros sea feliz!
Revista Elite
1940
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