Cuando dentro de un cuarto de
siglo, añoren los cronistas, los días que vivieron, hombres, mujeres y niños en
esta capitalina ciudad durante el reinado de la locura en tantos años como éstos, saldrán a relucir cosas
que harán pensar a los hombres, no ya en la actividad despegada para veinte
días, llevar a efecto el mejor Carnaval que se tenga noticias en esta ciudad sí
que extraer de raíz el inri que pesó sobre los nativos durante un tiempo largo.
Ocurrió que habiendo lanzado
en el “Círculo de las Fuerzas Armadas” el dinámico Director de tan importante
centro social la idea de revivir el antruejo con bombos y platillos; y en
marcha la primera base para que todo anduviese como por sobre ruedas, el
proyecto traspasó los umbrales, llegó a la Gobernación del Distrito Federal,
cuyo Magistrado el Comandante Guillermo Pacanins, tuvo el acierto de
seleccionar el que equipo que secundó al Coronel Zambrano en la simpática
iniciativa.
Y mientras los escaparates y
las canastillas exhibían los antifaces y caretas, saldos del año anterior,
surgía el comentario tendiente a si recibíamos
la vista del Dios Momo con el mismo ceremonial y melancolía que privó
durante años anteriores. (..) Miembros de la Directiva se programaban actos y
acometían empresas, Sánchez inició la
colecta con admirable resultado, si se toma en cuenta que apenas quedaban diez
días laborales para el cometido.
Las iniciativas para
confeccionar el programa contenían los números. Si incitaba a empresarios,
hombres de comercio, ya todo que pudiese apoyar la iniciativa antruejana, para
que presentases carrozas en los días de la locura. Rara vez la gente secundando
un proyecto con tanto entusiasmo.
El caraqueño es, cada vez que
se trata de su tierra chica, un ente que se pierde de vista; trabaja con cariño
y deja a un lado todo para festejarlo con la pompa debida. Es así, fiesta para
el pueblo donde hay que echar la casa por la ventana para que estén contentos
los de adentro y los de afuera.
Hasta el momento en que
escribimos esta nota no se han logrado los ingresos esperados, por lo que el
déficit puede ser de apreciable consideración. Sería de lamentar que no se
solucionase el problema, porque como decimos, el Carnaval de Caracas de
continuar con el ritmo que va, será un señuelo para atraer turistas en
abundancia en los años venideros.
Esta página recoge algunos
aspectos del festival, en gráficas que
sino abarcan gran parte del Antruejo, revelan si, la belleza que tuvo la
permanencia de Momo en la Ciudad.
Si hubo agua en los barrios
bajos extramuros, es noble decir que en ellos no intervino el noble pueblo de
Caracas. El estuvo durante las tardes vigilante en las avenidas por donde tenía
lugar el paseo de las carrozas, ninguno de cuyas ocupantes fueron irrespetadas.
Puede en consecuencia decirse
que los bañistas hombres tenían ganas de bañarse y las bañistas hembras al agua
que recibieron como una panacea del cielo.
Billiken, febrero 1956
#2.007
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