La Batalla de Maracapana, únicamente recogida por el relato posterior de Oviedo, fue el punto de inflexión de la jornada de conquista de Caracas. Es la batalla decisiva que rompe la coalición indígena supuestamente liderada por Guaicaipuro; alianza que tan exitosamente mantiene libres a los indios de Caracas por cinco años más desde que en 1562 logran expulsar totalmente a los españoles de Fajardo de su aurífera tierra.
Las otras dos batallas citadas en la narración de Oviedo, la Batalla de San Pedro y la de La Quebrada, no revisten su importancia.
Por un lado la así llamada Batalla de San Pedro, librada para impedir el acceso a la hueste española a la tierra de los Caracas, la sostiene tan sólo la parte de las tribus aborígenes de la provincia que habitaban al oeste del valle, por donde entraron los españoles de Losada. Intervienen las parcialidades occidentales de los Meregotos, Aruacos, Tarmas y Teques. Los Tarmas, situados entre la costa y las montañas de Macarao colindantes con los Teques, tenían la posibilidad de pelear en ambos teatros, el de la costa y el del interior. Aunque usualmente lo hicieron al oeste del área de San Francisco, no desechaban bajar a este valle. Buscaron estas parcialidades repetir la hazaña de la derrota de Narváez, en la favorable loma de Terepaima. Pero Losada sale victorioso del nuevo desafío en la Loma de Terepaima.
Por otro, la así llamada por Oviedo Batalla de La Quebrada no pasó de ser -por lo que se lee- una “guasábara” más, o ataque menor, sin calidad de batalla, amén de que sobre ella mantenemos nuestras dudas arriba expresadas sobre su real historicidad. No obstante, el capítulo de la obra de Oviedo dedicado a esta batalla presenta algunos aspectos dignos de comentar. El primero es la evidente guerra que hacían los indios para impedir los aprovisionamientos de los conquistadores. Estos
'… se hallaban bien afligidos por experimentarse cada día más rigurosa la falta de bastimentos, a causa de haber los indios talado todas las sementeras inmediatas, para hacer más cruel la guerra con la hostilidad de la [sic] hambre ...'
El otro hecho significativo es que el comando de la hueste que va a buscar bastimentos al valle de las Guayabas, donde habitaban los Tarmas, lo tiene Rodrigo Ponce de León, según Oviedo. Hemos visto que este pasa a Coro con Valier en junio, según declaración de testigos. La acción pues debe ubicarse -si realmente correspondió a Rodrigo Ponce- antes de su documentada partida a Coro, con Valier, quizás en junio. Las expediciones de abastecimiento al valle de los Tarmas desde la costa donde por entonces se hallaba Losada se hacían bordeando el litoral por Maiquetía y Catia La Mar hasta la desembocadura del río Mamo, y de allí tramontando por Arrecifes hasta el valle de las Guayabas, o de los Tarmas.
La Batalla de Maracapana, a nuestro juicio, es la crónica que a la distancia hace Oviedo de la alianza -documentada como hemos mostrado- forjada entre los indios Caracas y el corsario Nicolás Valier. Oviedo ofrece pormenores de esta crucial acción:
'… determinaron que para cierto día, con el mayor número de tropas que pudiese alistar cada cacique, concurriesen todos los interesados en el sitio de Maracapana (que es una sabana alta al pie de la serranía inmediata a la ciudad) y echando el resto a la desesperación, acometer a Losada, fiando al lance de una batalla los buenos sucesos que esperaban de su valor y fortuna…'
El capítulo IX dedicado a esta batalla lo inserta Oviedo entre la llegada de Salas -en el capítulo VIII previo- y la posterior fundación de Caraballeda, el 8 de septiembre -en el capítulo X-, según su particular cronología y versión de los hechos. Es concordante con la estadía en estas aguas de Valier, como hemos visto. Oviedo sabe que la batalla se libra cerca de un Real, sitio o campamento poblado -según informaría la vaga fuente que está siguiendo para narrar la batalla- y ante la confusión que ello le genera (pues no logra aceptar que se trate de otra, sino de Santiago de León) ha decidido insertar el célebre capítulo VII sobre la fundación de esta ciudad antes de la Batalla de Maracapana.
Pero como se ha visto, Santiago de León no existe para esas fechas, y Losada se hallaba en la costa por entonces. Más aún, es improbable por lo expuesto que Losada tuviera su campo arriba en el valle de San Francisco. Y precisamente, las características “costeras” de esta acción conjunta de los Caracas con Valier prueban indirectamente que el ataque sería al campo principal en la costa, donde se hallaba Losada, no a un reducto secundario de resguardo de ganados en San Francisco, si es que esta disposición de fuerzas españolas existía por entonces. La composición mayoritariamente costera de las fuerzas indígenas que intervinieron en la Batalla de Maracapana es otro dato significativo.
Oviedo detalla algunas de las principales parcialidades de la costa que intervinieron en dicha batalla:
'… llegado pues el día determinado, vinieron de la costa y serranías intermedias, según lo capitulado, los caciques Naiguatá, Uripatá, Guaicamacuto, Anarigua, Mamacuri (que fue el primero que después dio la obediencia a Losada), Querequemare, señor de Torrequemada, Prepocunate, Araguaire y Guarauguta, el que mató en Catia a Diego García de Paredes, con siete mil indios de pelea, que llevaron entre todos…'
Los caciques convocados del interior de Caracas- y sus fuerzas- fueron los siguientes: Los Mariches, con los caciques Aricabacuto y Aramaipuro, '… con tres mil flecheros de su nación, incorporados en sus banderas los caciques Chacao y Baruta, con la gente de sus pueblos…'
Los Tarmas, acaudillados por Paramaconi, Urimaure y Paramacay, (Parnamacay o Parmanacay, que todas estas variantes se consiguen en Oviedo) reunían dos mil guerreros. Los Teques, conducidos por Guaicaipuro, que según Oviedo hacía de capitán general aportaban otros dos mil. Oviedo presenta pues catorce mil indios Caracas en estado bélico en aportes iguales por mitad para cada lado de la serranía, que se reunirían en la sabana de Maracapana el día de la batalla.
¿Dónde quedaba entonces esta Maracapana, “lugar de las maracas”?
Un hecho curioso para el investigador de los orígenes de Caracas es que Maracapana como topónimo no existe por ningún lado, ni cerca ni lejos de la Caracas del siglo XVI, ni en ningún otro siglo hasta nuestros días. No se la ha localizado. Si se le busca -según los datos que aporta Oviedo- en documentos del período inmediatamente posterior a la fundación de Santiago de León, y hasta bien entrado el siglo XVII, de la cual hay suficiente información en incontables documentos locales de Caracas en secciones como Actas del cabildo, Encomiendas, Tierras, ventas en Escribanías o en Testamentarías, no se hallará explanada, lugar, asiento o sitio alguno con el nombre de Maracapana ni al norte o noroeste de la ciudad (área o llanura a la cual suele a veces denominarse en fechas posteriores Sabana del Teque y Sabana del Blanco), ni en la llanada de Catia, ni hacia la Puerta de Caracas siguiendo la antigua vía al mar, ni en Anauco Arriba o Anauco Abajo, ni en Catuche, ni cerca del Caroata, ni en Caricuao, La Vega, Antímano, Chacao, Petare, etc.
Es verdaderamente significativo si se piensa por contraste que sitios de acciones de batallas de ese período como la loma de Terepaima, o el valle del Miedo, o de descanso de la hueste como el valle de La Pascua, o incluso nombres más antiguos, como el valle de Juan Jorge, perduraron al menos algún tiempo o del todo sobrevivieron como topónimos; algunos recordando incluso sucesos comparativamente tan banales como “el Salto de Freyre” en la antigua ruta por la loma de Terepaima en Los Teques. ¿Qué se hizo Maracapana, teatro de tan vital batalla?
La explicación para nosotros es que el nombre de este teatro bélico sigue la suerte de Caraballeda, arrastrada como topónimo a la extinción y el olvido cuando esta ciudad costera se acaba temprano en la historia de Caracas, hacia 1586. Porque a nuestro juicio, la Batalla de Maracapana se libra en el área de Caraballeda, donde se asentaban los pobladores y soldados que por entonces “reedificaban” El Collado -haciendo un campamento, con quizás una empalizada-, si es que tiene algún sentido titular de ciudad un campamento o agrupación de caneyes, como hemos mostrado en la exposición previa.
Existe, no obstante, una magra y alterada mención a Maracapana (que concuerda con el período y localización cercana a Caraballeda) en un título de encomienda otorgado a Jácome Fanton, -quien sucede en la encomienda de Justo Desque- en su parte relativa al cacique Guaicamacuto, que entraba dentro de la encomienda original otorgada por Losada a Desque:
'… reservando como reservo el principal don Pedro, hijo de don Joan Guaycamacuto con todos los indios sus sujetos, que viven en la costa de la mar, hacia Caraballeda, en la quebrada nombrada de enmaracacurinare y en sus vertientes e corrientes…'
La indicación de su cercanía a Caraballeda y el hecho de tratarse del asiento de Guaicamacuto, que luchó en esa batalla, nos inclina a creer que Maracapana fue entonces el sitio por donde corría la quebrada de Maraca curinare, en Caraballeda, donde a nuestro juicio se desarrolló la batalla.
No parece casual observar también, en los pocos nombres de españoles que registra Oviedo participando en la batalla, que entre ellos no se nombren o figuren en esta oportunidad los hermanos Ponce de León, lo cual concordaría -a nuestro parecer- con su ida a Coro con Valier, y sí mencione en cambio uno de los registrados vecinos de la futura Caraballeda -y su alcalde en 1570- Gaspar Pinto, que no entró con Losada, por lo que es de suponer que vino en las piraguas con Salas.
El día de la batalla de Maracapana el corsario Valier falló. No se presentaron sus naos en la costa de Caraballeda. Tampoco Guaicaipuro, según Oviedo, con el ala de los Tarmas y Teques acaudillados por él:
'… y se confederaron con los indios para matar a todos los españoles como los hubieran muerto si no fuera por cierta emboscada que les hizo con cien soldados el dicho capitán Diego de Losada, de que dicen les dio aviso a los dichos franceses un Juan Pacheco, criado que fue del licenciado Bernáldez…'
La versión de Ponce de León sobre el develamiento del plan contra la tropa de Losada es más escueta:
'… y como se vino a saber, no lo osaron intentar, sobre lo cual he mandado que se haga justicia, para que adelante no tengan el mismo atrevimiento…'
¿Qué había pasado?
Oviedo narra que la batalla se dio, a pesar de todo, con o sin Guaicaipuro. Y dice que efectivamente se pierde al no poder acudir Guaicaipuro y sus huestes de Tarmas y Teques a tiempo, debido a la distracción oportuna que en las mismas serranías de su habitación les hizo Pedro Alonso Galeas con un escuadrón de sesenta soldados. Pero para Oviedo, que en ningún momento acierta a hablar del papel del corsario Valier en todo este drama (señal que lo callan sus fuentes, incluyendo al mítico Ulloa), la acción táctica de Galeas se debió a la casualidad:
'… ignorante Losada de todo esto, por no haber tenido noticia alguna de lo que maquinaba Guaicaipuro, había despachado aquella madrugada a Pedro Alonso Galeas con sesenta hombres para que corriendo las lomas y quebradas de los Tarmas juntase la mayor porción de bastimentos que pudiese y los trajese a la ciudad. Caminaba Pedro Alonso con su gente a ejecutar puntual su diligencia cuando a las ocho de la mañana encontraron con él los indios Teques, que unidos ya con los Tarmas marchaban presurosos para hallarse en el asalto; pero al ver los españoles en parte que no esperaban, discurrieron que su obligación estaba ya descubierta, pues les salían armados al encuentro, cuando pensaban hallarlos en la ciudad desprevenidos, algo atemorizados se empezaron a dividir en mangas por los cerros…'
Frente a estas dos versiones del hecho, como siempre, aquí optamos en principio por darle crédito a la del documento coetáneo, como es la real cédula citada arriba. Esta, según vemos, da noticia de cómo renunciaron los corsarios a intentar la empresa, abortando el ataque al tener aviso por el Juan Pacheco de que todo el plan estaba descubierto, Guaicaipuro contenido y anulado y que su rival Losada lo espera prevenido y con las buenas armas y municiones que el propio Valier se ha encargado de suministrarle. Valier se lo pensó dos veces, pues una cosa es atacar un pueblo como Borburata, sin defensa ni armas (entregadas seguramente -las que había- a Losada y su conquista) y otra intentarlo contra un ejército “de cien hombres” o soldados móviles que lo esperan bien armados y sin el estorbo de una ciudad abierta a la que estén obligados a defender, pues cuentan en cambio con caballos -y quizás hasta un reducto-: “... y como se vino a saber, no lo osaron intentar...”
No es cierto pues que Losada no supiera lo que se tramaba. De alguna forma se enteró del plan y conocía, al parecer, los detalles. Por lo que sabiendo que era fundamental impedirles a Guaicaipuro y Paramaconi liderar la batalla, envía precisamente a Galeas a estorbarles este objetivo. Galeas lo cumple a cabalidad con lo que, como narra Oviedo, las huestes en Maracapana se desmoralizan al faltarles el caudillo y alma de su lucha. La real cédula es coherente al hablar de “cien hombres” en Maracapana ya que como vimos en la versión de Oviedo, el resto se hallaría posiblemente con Galeas luchando contra Guaicaipuro. La mencionada emboscada pudo referirse al Losada esperando el ataque indígena, o a Galeas atacando a Guaicaipuro y sus Tarmas y Teques.
Es por indicios como los expuestos que nos resulta difícil creer en dos (2) asentamientos simultáneos de españoles en Caracas para esas fechas, divididos en los dos teatros de operaciones, el de El Collado, en la costa, y el del valle de San Francisco.
Pues si Losada está emboscado con cien hombres aguardando a Valier y la batalla, como habla la real cédula, y ha mandado el resto con Galeas, como afirma Oviedo, una de las dos plazas, si es que en verdad existían ambas para esa fecha, se queda sin defensa. Con sólo atacar en la costa a la hueste de Losada una parte del resto del ejército de indios Caracas que asisten a Maracapana, la otra puede mientras tanto destruir y quemar la plaza desguarnecida en San Francisco, logrando una significativa victoria, después de todo. Pero eso no sucedió, y en ninguna parte del texto de Oviedo o en otros documentos está registrado durante la campaña de Losada una segunda quema de San Francisco, El Collado, Santiago de León o Caraballeda por parte de los indios Caracas.
Por otro lado, si el campo de Losada, su perímetro, o real, estuviera supuestamente establecido por entonces en el valle de San Francisco, como es la idea generalmente aceptada, ¿bajó Losada con cien hombres a la costa a esperar a Valier, sabiendo que todo el fin del ejército de Guaicaipuro era acabar con el asentamiento de San Francisco? ¿Y qué decir entonces de las fuerzas restantes enviadas a bloquear a Guaicaipuro? ¿Es concebible que gente tan poderosa como los Mariches pasaran de largo por San Francisco -vía obligada- para ir a atacar a Losada en la costa, donde estaban los caciques del litoral, sin primero destruir la desguarnecida San Francisco que era en definitiva, para la historiografía tradicional, el supuesto objetivo de la batalla?¿Dejarían incólume los mariches ese peligroso reducto castellano atrás, amenazando sus espaldas?¿Permanecería el capitán que supuestamente guardara San Francisco impávido viendo como frente a sus narices pasaba la columna mariche en vía a atacar a su general y compañeros en la costa?¿Subiría Valier la ruda y desconocida cuesta hacia el valle de Caracas, arriesgando una emboscada segura en cualquiera de cien sitios propicios por parte de los españoles?
La lógica de guerra nos dice que si se iba a atacar con todas las fuerzas disponibles a Losada -aplicando la táctica usada contra Narváez y Bernáldez previamente- era porque este y su hueste estaban concentrados todos en un área precisa y de fácil acceso a los corsarios: el litoral. Este sitio pues de combate, por los indicios y testimonios analizados, estaba localizado para la fecha de la batalla en un lugar de la costa, en Caraballeda, en el asiento de Manaure, cercano a Guaicamacuto: Maracapana.
'… las demás naciones convocadas, que juntas en Maracapana aguardaban la venida de los Teques y Tarmas para dar el asalto a la ciudad, viendo que era pasado el mediodía y no llegaban, sin acertar a discurrir la causa de su tardanza, empezaron a desmayar, desconfiando del suceso por faltarles Guaicaipuro, quien por lo acreditados de su valor y opinión adquirida de soldado, había en todo de dar la disposición para lograr el acierto; y teniendo su falta por presagio de alguna fatalidad, empezaron a desunirse los caciques, retirándose algunos con sus tropas, sin atreverse a proseguir en la empresa, que miraban ya con desconfianza; los otros, teniendo por descrédito el desistir de aquel lance en que tenían empeñada la opinión, moviendo sus escuadrones se fueron acercando a la ciudad…'
La derrota de los Caracas, ante un oponente superior, prevenido y alerta, fue total.
Sale Losada con los jinetes armados
'…dejando a los demás en guardia de las casas, para que los indios con la confusión no las quemasen, y apellidando a Santiago acometió al enemigo en la sabana, abriéndose camino con las lanzas, que en aquella confusa muchedumbre, ni erraban golpe ni perdonaban vida, cuando los infantes por su parte, embarazando las rodelas y esgrimiendo los aceros, empezaron a dividir aquellos cuerpos desnudos, que embarazados con su misma multitud, poniéndose en desorden se fueron retirando, atropellándose unos a otros por asegurar las vidas…'
Fue tan grande la victoria castellana que la confederación local de caciques de Caracas se disuelve. Jamás en adelante volverán a atacar unidos. Guaicaipuro no se rindió. Mantuvo su amenaza en el interior, tras la cerranía. Solo con su muerte pocos meses después se logra finalmente la fundación de ambas ciudades a inicios del año 1568, ya menos amenazadas. A lo sumo los Mariches mantendrán la unidad entre sus caciques propios uno o dos años más.
Días luego de la batalla de Maracapana, bajo quizás cierta fecha de significación religiosa acordada por los vencedores, algunos caciques de la costa se acercan a El Collado, a “dar la paz”. Son Guaicamacuto -el antiguo y poderoso cacique amigo de Fajardo, que luego se le opone y que ante Losada finalmente se rinde- y Mamacuri (o quizás Mamocuri, de Mamo).
Así se ganó Caracas. Fue obra de Losada.
Tomado de ‘La Jornada de Caracas 1567-1568'
Por Juan Gant-Aguayo, tomado de facebook Caracas la de los techos rojos
Saludos a todos. muchas gracias por esta entrada que me ha ayudado mucho en mis estudios de Historia de Venezuela. Son pocas las personas que hacen este tipo de análisis con interés y conocimiento del asunto.
ResponderEliminarSi sigues al Prof Juan Gant-Aguayo, te sorprenderás , es maravilloso su trabajo. Tambien puedes entrar a facebook al grupo Caracas la de los Techos Rojos https://www.facebook.com/CaracasLaDeLosTechosRojos/ Saludos.
Eliminaraja ok yo lo sigo
Eliminarfeo
Eliminar0k
ResponderEliminarSoy amante de Historia de nuestros ancestros. Me encanto, los felicito.
ResponderEliminarEn mi resumen de ese dia van Uds. de primero.
Dr. Tulio Diaz
Muchas gracias Dr. Tulio. Nos honra con sus palabras.
EliminarMe alegro que hayan acabado con todos esos malditos chinos salvajes y se haya consolidado la civilización occidental en nuestro país, hoy nuevamente amenazada por el Comunismo.
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