por Oscar Zambrano Urdaneta [SIC]
“Un cronista de esta publicación
expresó, refiriéndose al novelista norteamericano Caldwell, que es de los
hombres penetrar en el espíritu del pueblo "como quien se introduce en el
corazón de una mina" con el ánimo de lograr sus producciones, no una
parodia de vida, sino la vida misma transportada al papel en todo su realismo.
Es una verdad lo que ha sentado
el cronista. Para escribir sobre el sentir de las masas, es necesario hundirse,
hacer y pensar como ellas.
Es así como hemos logrado estas
impresiones, mezclándonos íntimamente con los que han hecho doctrina de
superstición, aunque cabe preguntar si todas las doctrinas no han sido en un
principio supersticiones.
El Velorio de la Santa Cruz.
Es un acentuado rasgo de
credulismo, mezclado toscamente con ciertos dogmas católicos y que nos da la
impresión exacta de un espectáculo propio de siglos atrás.
El orden de las cosas está
dispuesto de la siguiente manera: Hay una pequeña sala en una cuyas paredes
está colocado un largo paño morado, que sirve de fondo a una Cruz de muy
regulares dimensiones, cubierta totalmente por rosas artificiales, en las que
predominan los colores fuertes.
Está rodeada de banderolas
multicolores y de pequeños ramos de flores naturales.
Debajo del anterior conjunto,
está situada una mesa, sobre la que reposa otra Cruz más pequeña, alumbrado
todo por dos delgadas velas.
Frente a esta especie de altar se
coloca el "coro" integrado por un número de ocho hombres
aproximadamente, van estos provistos de cuatros, guitarras, violín. Ellos son
los encargados de elevar el Símbolo del Cristianismo los ruegos convertidos en
voces agudas y graves. Iniciando así los cantos y alrededor de la salita
siéntase los espectadores, integrados por hombres y mujeres de todas las edades
que adoptan actitudes estatuarias. Solo se mueven los ojos enrojecidos por el
aguardiente.(...)
De pronto cesa todo aquello,
dejándonos en suspenso, en un mundo poblado de raras ideas y tardamos un poco
en retornar a la realidad pasa darnos exacta cuenta de que todo fué [sic] obra y gracia del golpe seco, continuo,
monótono, ensordecedor, de los cuatros, junto a la vocecita chillona del
violín, a los lamentos agudos del coro y a sienta propia sugestión.
Después de esto se llama
"Salve a la Cruz" que ha sido precedido por un Rosario, viene un
intermedio, al final del cual espera, la cena, integrada por hallacas, yuca,
grandes arepas y café. No faltan de ninguna manera, el aguardiente, el chimó,
el ají y los fuegos artificiales. "
Transcrito de la Revista El Farol 1947
Imagen: Referencial tomada d https://www.vtactual.com/es/la-cruz-de-mayo-por-la-paz-de-venezuela/
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