CULTURA
1998
ARQUITECTURA
Conciencia de lo caraqueño
WILLIAM NIñO Araque
Wallis, Domínguez y Guinand, la exposición que ayer se inauguró en los espacios de la Galería de Arte Nacional, nos somete ante universo estimulante de una conciencia histórica fraguada entre los años 25 y 49. Un tiempo de transición, todavía por descifrar, durante el cual actuó toda una generación de arquitectura cuya actitud libre pensadora, abrió el campo de la primera modernidad. Desprevenida e inocentemente, actuaron en la construcción del país que todos queremos y en la definición del primer rostro de la ciudad del siglo XX. De este capítulo heroico, además de una historia por descifrar, queda el legado asombrosamente desconocido de un amplio número de edificaciones ligadas todas al entrañable patrimonio de la caraqueñidad.
Guinand Sandoz, concluye sus estudios de Ingeniería en Alemania (1913) especializándose en Arquitectura. Luego de un período de incorporación al país, inicia activamente su trayectoria con la realización de una serie de casas en El Paraíso, en la naciente urbanización El Country Club, y en un número de edificios públicos, hospitalarios, experiencias obreras y paisajísticas, que lo colocan a la distancia del tiempo en un nivel de altísimo prestigio internacional. Su alejamiento del país le marcó a su regreso un profundo interés por el paisaje y el descubrimiento de las especias vegetales, desarrollando junto con Henry Pittier, Tobía Laser y Roberto Burle Marx, una trayectoria paralela de arquitectura paisajista abrió los horizontes de la disciplina misma.
El aporte de Guinand a la configuración de una primera modernidad en Venezuela y su particular interpretación durante la transición que se desencadena de los años veinte al cuarenta, lo ubican como uno de los grandes protagonistas que introdujo la evolución del espacio premoderno. En 1925, anuncia en el paisaje urbano de El Paraíso, el vocabulario neohispanista, a través de su casa de habitación. Este ejemplo, uno de los primeros de los que se tiene conciencia en la historia de la arquitectura venezolana, comienza un capítulo de transformaciones; la ausencia de ornamentación y la jerarquía clasicista que exigió una arquitectura conservadora, da paso a argumentos regionales que intuyen una valoración funcional.
Años más tarde descubre el lenguaje Déco, que él interpretara desde un canon más convencional, relacionado directamente con la arquitecturas "nacional socialistas" que se construían en Europa. El Ministerio de Fomento (1943) es el hito arquitectónico de una intervención concebida como una obra de arte total. Su imagen se impone en el paisaje urbano caraqueño, con una nueva dimensión al reto inminente de transformación que sufría la ciudad. En él se acentúa un mayor interés en el estudio de los aspectos decorativos, ligados a la composición arquitectónica con el objetivo de lograr mayor calidad cívica a los espacios públicos. El volumen urbano insiste en la fachada continua la cual estructuraba. Un tipo de arquitectura monumental que junto con la gobernación de Caracas, proyectada por Gustavo Wallis, establece en el desafío planteado por la necesidad de una nueva escala para una estructura urbana en pleno proceso de transformación.
Ya entrada la plena modernidad, en 1956, Guinand Sandoz diseña el Observatorio Cajigal. En esta obra monumental, tardía y ciertamente desconocida actúa al igual que todos los arquitectos pertenecientes a la Primera Generación, su formación académica lo reduce a sus ideas iniciales de concebir la composición arquitectónica, a partir del basamento, cuerpo o cornisa. En este edificio, ubicado en la cima de una colina que domina todas las visuales del valle de Caracas, el espacio del vestíbulo concentrado en una rotonda palladiana, retoma la importancia de un punto focal, a partir del cual se expresaba un tipo de fluidez espacial, que irradia también hacia la geografía. Un tipo de arquitectura monumental que aparece como epílogo atemporal, acentuado por la continuidad de los materiales y detalles decorativos.
Su experiencia en la Clínica Maracay, la Policlínica Caracas y el Teatro de la Opera de Maracay, evolucionará hacia un tipo edilicio de mayor complejidad en el que se expresan los ideales de la nueva sociedad. El Sanatorio Antituberculoso Simón Bolívar (1939), corresponde a una imagen al borde de los tiempos modernos. La combinación de sus cuerpos de estructura neoplastisita se ensambla en un tipo de arquitectura académica y de acentuada monumentalidad, el edificio aparece como una construcción abierta al paisaje, resuelta entre patios sosegantes cuya torre campanario, resguarda una limpia y casi racionalista capilla, ubicada en el centro de la composición.
Guinand Sandoz fue, en efecto, un apologista que siempre propuso la asociación silenciosa entre el clasicismo, la ciencia exacta de la construcción y el afecto desmedido por la naturaleza y el paisaje. A su arduo trabajo caraqueño debemos la materialización del Parque del Este. En su recinto reposa como obra póstuma que marca su territorialidad la cúpula del Planetarium. La confianza de Guinand en las reglas universales de la arquitectura, no puede desatarse como un prejuicio personal de un creador que no ingresó a la plena modernidad, sino que debe considerarse en el fascinante universo que recreó un mundo histórico, apegado a las tradiciones y a la conciencia de la caraqueñidad.
El Nacional
28 de juñio de 1998
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