viernes, 29 de abril de 2011

Medio Pan y Un Libro

Ciertamente no se refiere a la Caracas en Retrospectiva, pero si a la letra universal, por ello comparto con ustedes, estas palabras de Federico García Lorca en su alocución en Sep de 1931, se que les agradará tanto como a mi.


Medio pan y un Libro

Locución de Federico García Lorca al Pueblo de Fuente de Vaqueros (Granada). Septiembre 1931.

Cuando alguien va al teatro, a un concierto o a una fiesta de cualquier índole que sea, si la fiesta es de su agrado, recuerda inmediatamente y lamenta que las personas que él quiere no se encuentren allí. ‘Lo que le gustaría esto a mi hermana, a mi padre’, piensa, y no goza ya del espectáculo sino a través de una leve melancolía. Ésta es la melancolía que yo siento, no por la gente de mi casa, que sería pequeño y ruin, sino por todas las criaturas que por falta de medios y por desgracia suya no gozan del supremo bien de la belleza que es vida y es bondad y es serenidad y es pasión.

Por eso no tengo nunca un libro, porque regalo cuantos compro, que son infinitos, y por eso estoy aquí honrado y contento de inaugurar esta biblioteca del pueblo, la primera seguramente en toda la provincia de Granada.

No sólo de pan vive el hombre. Yo, si tuviera hambre y estuviera desvalido en la calle no pediría un pan; sino que pediría medio pan y un libro. Y yo ataco desde aquí violentamente a los que solamente hablan de reivindicaciones económicas sin nombrar jamás las reivindicaciones culturales que es lo que los pueblos piden a gritos. Bien está que todos los hombres coman, pero que todos los hombres sepan. Que gocen todos los frutos del espíritu humano porque lo contrario es convertirlos en máquinas al servicio de Estado, es convertirlos en esclavos de una terrible organización social.

Yo tengo mucha más lástima de un hombre que quiere saber y no puede, que de un hambriento. Porque un hambriento puede calmar su hambre fácilmente con un pedazo de pan o con unas frutas, pero un hombre que tiene ansia de saber y no tiene medios, sufre una terrible agonía porque son libros, libros, muchos libros los que necesita y ¿dónde están esos libros?

¡Libros! ¡Libros! Hace aquí una palabra mágica que equivale a decir: ‘amor, amor’, y que debían los pueblos pedir como piden pan o como anhelan la lluvia para sus sementeras. Cuando el insigne escritor ruso Fedor Dostoyevsky, padre de la revolución rusa mucho más que Lenin, estaba prisionero en la Siberia, alejado del mundo, entre cuatro paredes y cercado por desoladas llanuras de nieve infinita; y pedía socorro en carta a su lejana familia, sólo decía: ‘¡Enviadme libros, libros, muchos libros para que mi alma no muera!’. Tenía frío y no pedía fuego, tenía terrible sed y no pedía agua: pedía libros, es decir, horizontes, es decir, escaleras para subir la cumbre del espíritu y del corazón. Porque la agonía física, biológica, natural, de un cuerpo por hambre, sed o frío, dura poco, muy poco, pero la agonía del alma insatisfecha dura toda la vida.

Ya ha dicho el gran Menéndez Pidal, uno de los sabios más verdaderos de Europa, que el lema de la República debe ser: ‘Cultura’. Cultura porque sólo a través de ella se pueden resolver los problemas en que hoy se debate el pueblo lleno de fe, pero falto de luz.

Fuente: http://sublevacioninmovil.wordpress.com/2011/01/14/medio-pan-y-un-libro-federico-garcia-lorca/


miércoles, 27 de abril de 2011

Esquina El Muerto

Cuenta Lucas Manzano que durante la llamada “Guerra de los Azules” contienda civil que ensangrentó a Venezuela en 1868, hubo en encuentro entre conservadores y federalistas en las propias calles de Caracas (el 24,25 y 26 de junio) y luego de una tregua pedida por ambas facciones, fueron enterrados los cadáveres que bloqueaban las calles de la ciudad. Una cuadrilla de hombres comenzó su trabajo de levantar a los muertos, colocándolos en camillas para llevarlos al cementerio,  y cuando llegaron a este sitio, un soldado que llevaban a enterrar se incorporó diciendo “ ¡ No me entierren, que yo estoy vivo! ” los camilleros  soltaron de inmediato las andas y  echaron a correr, dejando al "muerto" en la esquina y a su recuerdo en el nombre de ésta.

Sin embargo, desde el Plano de 1843 figura la esquina con el nombre del Muerto, así que, de ser cierta la historia,  ha debido ocurrir mucho antes de que lo cuenta Manzano. Este Cronista nunca aportó muchos datos sobre lo que narraba.

Fuente: Rafael Valery
La Nomenclatura Caraqueña
pág.227

Esquina el Muerto
Imagen de Alfredo Cortina
1950-1953


Esquina el muerto
2008

lunes, 25 de abril de 2011

Cenizo

Aquellos años
Aquiles Nazoa

Desde su enigmática aparición en 1918, la Plaza Bolívar de Caracas fue el acogedor hogar de este perfecto desconocido, cuya procedencia, después de 83 años, continúa siendo un enigma. Sólo con la popularidad de las más famosas estrellas de Hollywood de su misma especie, podría compararse aquella de la que disfrutó el aristócrata can que se convirtió en el perro predilecto y consentido de la distinguida sociedad caraqueña.

Cenizo fue la mascota de literatos, artistas y demás personajes de la élite culta y de alcurnia de la ciudad. Aquiles Nazoa en su libro Caracas, física y espiritual, cuenta que el canino en cuestión estuvo presente, e incluso fue uno de los primeros en llegar, tanto a la fiesta de inauguración del Almacén Americano (1925), como a la presentación del primer ejemplar de Fantoches. Por si fuera poco, versos de Job Pim y dibujos de “Leo” se inspiraron en él y hasta un collar de oro le obsequiaron en un homenaje que propuso Manuel Díaz Rodríguez. El 29 de agosto de 1927, un tropel de gente colmó la plaza donde solían visitar a su protegido, para custodiar la desgarradora muerte de aquel aristócrata. Los despiadados trabajadores del Aseo Urbano, arrojaron sin misericordia el cadáver del perro más querido por la excentricidad caraqueña en los terrenos de Los Chaguaramos donde, para entonces, se encontraba el horno crematorio. Conocido el atropello de que había sido víctima el pobre Cenizo, se unió la ciudadanía para constituir una junta que resolviera el vergonzoso hecho para rescatar los restos y darles sepultura “el 2 de septiembre, a las tres de la tarde, en medio de un torrencial aguacero”, tal como relata Aquiles Nazoa.

Job Pim, con motivo del monumento que pretendía cimentar la junta en honor a Cenizo, escribió un verso contra el can: “¡Señor y a este parásito social se le quiere erigir un monumento!”.

Biografia de Aquiles Nazoa

El Nacional - Domingo 17 de Abril de 2005 B/7

Cultura y Espectáculos
RESEÑA

Aquiles Nazoa: “...y en fin, creo en mí mismo puesto que sé que hay alguien que me ama”
La obra de la Biblioteca Biográfica Venezolana, escrita por Ildemaro Torres y editada por el Banco del Caribe y El Nacional, presenta a un hombre complejo, de múltiples talentos, de una profunda cultura y comprometido con su oficio de creador y con su tiempo

MILAGROS SOCORRO


Con sigilo y avidez, el lector que le eche mano a la biografía de Aquiles Nazoa (Caracas 1920 – Autopista CaracasValencia 1976) que por estos días comienza a circular con la carátula de la Biblioteca Biográfica Venezolana, buscará las páginas –que supone suculentas– en que el relato se regodea con los alardes humorísticos del gran escritor. Entonces se dará de frente con la suave intransigencia del biógrafo, vigilante de la memoria de Nazoa, que estructuró su trabajo de manera que quede muy claro que cada gracejo de su personaje está sostenido por una honda cultura, por las más nobles tradiciones y el empeño personal del héroe de llegar a la comprensión del mundo tras mucho estudio y discernimiento.

La biografía de Aquiles Nazoa, investigada y escrita por Ildemaro Torres para la colección dirigida por Simón Alberto Consalvi y editada por el Banco del Caribe y El Nacional, nos muestra un personaje complejo, de múltiples talentos, sumamente serio (nunca solemne, desde luego) y comprometido con su oficio de creador y con su tiempo. Vemos así que de la misma manera en que siendo todavía menor de edad fue ayudante de panadero, repartidor a domicilio, aprendiz de carpintero, telefonista, botones de hotel, mandadero del diario El Universal y guía turístico bilingüe (aprendió inglés por su cuenta y llegó a tener un gran dominio de la lengua de Shakespeare, cuyos versos, por cierto, solía recitar) ; cuando llegó a la mayoría de edad acometió múltiples andanzas, todas en las arenas de la escritura y la creación: fue periodista, cronista, poeta, dibujante, dramaturgo, guionista de cine, libretista y presentador de televisión, conferencista de todos los caminos venezolanos (por todas partes anduvo cautivando a las audiencias con sus charlas) y gran crítico del poder. Y fue, efectivamente, el gran humorista de Venezuela.

Más cómico serás tú Hacia el primer tercio del libro, Ildemaro Torres, intuyendo quizá que los lectores queremos ver a Nazoa en acción (en acción de gracias) nos reconviene suavemente al revelar:

“Ha habido quienes han hablado de su carácter temperamental, de cuán difícil podía ser mantener una amistad con él a causa de una supuesta irascibilidad suya; el hecho cierto es que aun admitiendo que sus conocidos fueran numerosos y sus verdaderos amigos unos pocos, éstos le significaban mucho, como es propio de alguien que en su Credo defina la amistad como ‘el invento más bello del hombre’ .
Sucedía sí, que siempre amó la buena conversación y lo molestaba la vulgaridad, además de ser justificadamente intolerante con las perturbaciones cuando se encerraba a escribir, con el hecho de que su llegada o presencia en determinado lugar fuera entendida como ocasión para ejercicios de comicidad, y con cualquier atropello a la dignidad humana”. No caigamos, pues, justamente en lo que nuestro escritor más detestaba, no le exijamos prenda de comicidad... todavía.
Torres continúa en su recuento cronológico y temático; y ello nos da ocasión de ver a Nazoa en diálogo con su tiempo y, como telón de fondo, el tropel de artistas e intelectuales del siglo XX venezolano, diligentes, creativos, audaces, ocurrentes, siempre en actividad creadora, interactuando con él, llenando páginas, escenarios, museos, manifestaciones...
y a veces cárceles. En 1950, Juan Liscano, cita Torres, lo describiría así: “Aquiles Nazoa, poeta lírico y poeta social, cronista de filigrana y cronista de urgentes afirmaciones revolucionarias, humorista descollante, escritor político y esteta riguroso, Aquiles Nazoa, en fin, es una de las figuras más extraordinarias de las letras contemporáneas de Venezuela”. E Ildemaro Torres, que para eso médico, graduado en la UCV y en Inglaterra, le aplicará rigor a todas esas categorías y las demostrará en su texto. Y será una exposición encantadora... cuya atenta lectura nos deparará el premio tan esperado:

llega un momento en que la biografía se instala en la obra humorística de Nazoa como quien llega a la playa y allí se queda, feliz.

Y son tan numerosas las citas que incorpora Ildemaro, con tanto tino que nos parece escucharlo reír tras la máquina en la que nos escribió esta biografía de su amigo (llega un momento en que el amiguismo se nota con toda claridad).

Es, por ejemplo, cuando ingresa esta cita (tomada de Una señora en apuros) : “Tipo de pava: Las mamás de cura que le dicen padre a su propio hijo y le piden la bendición en el mismo momento en que el cura se las pide a ellas. Descripción:

Pava Compuesta, cuyas irradiaciones llegan a veces a alcanzar a toda la familia, incluyendo a las sobrinitas del cura en cuestión, que en ese caso se ven obligadas a pedirle la bendición diciéndole: ‘la bendición, tío padre”.

El texto tiene grandeza y celebración incluso después del capítulo de la muerte de Nazoa, en un accidente automovilístico acaecido cerca de La Victoria, porque son tantos y tan inteligentes los homenajes que queda demostrado que Nazoa tenía razón al declarar que compartir la risa es un gesto de solidaridad. Justo el que él hubiera esperado hasta la última hora.

Traer sus palabras de regreso.

El Nacional - Sábado 25 de Junio de 2005 D/2


Papel Literario
Voces para el recuerdo
Traer sus palabras de regreso.

Hacer con ellas un lugar definitivo por medio de las voces de Rolando Peña, Carolina Espada, Abilio Padrón, Luis Pastori, Carlos Gottberg e Ildemaro Torres. Ellos hablan el idioma del tiempo y con su variada procedencia —las artes plásticas, el periodismo, la literatura— afinan el perfil de un Nazoa que se resistea la desmemoria

La mirada de Aquiles era difícil de descifrar para una niña de siete años. Era como si él hubiera pasado toda su vida contemplando veleros alados en alta mar. Si llegaban unas señoras de visita, él las engalanaba con sombreros y convertía la sala de su casa en el País de las Maravillas. Escribía en un lugar llamado “la cueva”, que era como el interior de un huevo de Pascua de chocolate. Allí adentro había libros, fotos, creyones, papagayos, máscaras, juguetes y un par de patines.

Era el sitio ideal para oírlo hablar de mitología griega. Aquiles, poseedor de tantas riquezas, le regaló a la niña un muñequito de trapo y un caleidoscopio maravilloso, capaz de transformar una nevera en un vitral gótico y soleado de una mañana primaveral en Reims. También le escribió un poema en donde, en el jardín del señor Renoir, revoloteaba un pajarito de cristal. Con el tiempo, la niña logró comprender la mirada de Aquiles: era la de un hombre que tenía la certeza de que había alguien que lo amaba.

Conocí a Aquiles a finales de los años 50, con Román Chalbaud y José Ignacio Cabrujas, buscábamos locaciones para una película de Román en Petare. Entramos a una arepera, y se dio el momento mágico, ahí estaba Aquiles. Nos recibió con una gran sonrisa y nos preguntó qué hacíamos en esa zona. Román le explicó que buscaba locaciones para una película. Él se rió con sorna y nos deseó suerte. Efectivamente la película se hizo, Cuentos para mayores. Aquiles vino al estreno, nos saludó y dijo: “esto es un verdadero milagro”.

Yo me fui a vivir a Nueva York y, a comienzos de los años 70, regresé a Caracas a montar un Centro de Arte Experimental (danza, teatro, cine, etc., etc). En esa época, en un bar de Sabana Grande, me encuentro a Aquiles, que esta escoltando a Elizabeth Burgos, y le cuento de la exposición que estoy preparando para el Museo de Arte Contemporáneo, Santería, me dijo tajante: te escribo un texto para el catálogo. Así fue como surgió “Oración al ánima de Rolando Peña”, por supuesto una joya como todos los textos de Aquiles. Él era, sin duda, la posibilidad de los sueños imposibles, la Venezuela Nuestra, digna, sarcástica, LIBRE, Aquiles “Good night, sweet Prince, and flights of angels sing thee to thy rest”.

Aquiles Nazoa es, sin duda, la personalidad literaria más importante de su tiempo. Humorista a carta cabal, no perdió nunca, sin embargo, la vena lírica que dejó para siempre huellas en nuestra literatura como, por ejemplo, su bellísima “Balada de Hans y Jenny”.
Fui su amigo de toda la vida. Trabajé a su lado en El Morrocoy Azul, en la lejana época que las oficinas estaban situadas frente al célebre hotel “Majestic”. De allí salíamos juntos, en la noche, hacia La Pastora, parroquia popular en la que ambos vivíamos entonces.
En mi antología Los Poetas de 1942 aparece, naturalmente, Aquiles. Por cierto, con mayor número de poemas que cualquier otro de los integrantes de esa promoción literaria.

Entre sus trabajos humorísticos, vale la pena destacar este poema, casi sacado de la vida real:

Amor, cuando yo muera no te vistas de viuda Ni llores sacudiéndote como quien estornuda.
Ni sufras “pataletas” que al vecindario alarmen Ni para prevenirles compres “Gotas del Carmen”.
No te sientes al lado de mi cajón mortuorio usando a tus cuñadas como reclinatorio; Y cuando alguien, amada, se acerque a darte el pésame no te abras de brazo en actitud de “bésame”.

Hazte amada, la sorda cuando algún güelefrito dictamine, observándome, que he quedado igualito
Y hazte la que no oyes ni comprende ni mira cuando alguno comente “que parece mentira”.
Amor, cuando yo muera no te vistas de viuda:

Yo quiero ser un muerto como los de Neruda; Y por lo tanto, amada, no te enlutes ni llores:
“eso es para los muertos estilo Julio Flores.
No se te ocurra, amada, formar la gran llorona cada vez que te anuncien que legó otra corona; Pero tampoco vayas a salir de indiscreta a curiosear el nombre que tiene la tarjeta.
No me grites amada, que te lleve conmigo y que sin mi te quedas como “tomo y obligo”.
Ni vayas a ponerte, con la voz desgarrada a divulgar detalles de mi vida privada.
Amor, cuando yo muerta no hagas lo que hacen todas No copies sus estilos, ni repitas sus modas, que aunque en nieblas de olvido quede mi nombre extinto, “Sepa al menos el mundo que fui un muerto distinto”.

Han sido dichas tantas cosas de Aquiles y tan variados los empeños en ubicarlo en determinadas posiciones políticas y existenciales, como también en atribuirle tal diversidad de actitudes, que más que expresar lo que en verdad él fue, con qué se identificaba y a qué se oponía firmemente, lo que suelen reflejar esas apreciaciones es un manejo interesado de su memoria por parte de quienes, sin haberlo conocido o por alguna razón calculada, se permiten calificarlo.

¿Resultaba fácil ser amigo suyo? ¿Era tolerante?

Son preguntas reiteradamente repetidas; y en el deseo de mostrar al personaje en una versión fiel a sus convicciones y no maquillado para degustación colectiva, se siente la necesidad de aclarar algunas cosas, para lo cual un buen ejemplo es precisamente ese de la tolerancia, pues acerca de ella nada puede responderse sin antes decir y preguntar:

Tolerancia, sí, pero ¿referida a qué?

¿Cómo? ¿En cuáles circunstancias? Porque, si de aceptar humillaciones, atropellos a la condición humana y negación de derechos se trataba, él era mas bien el ejemplo perfecto de la intolerancia, de la no admisión sumisa de agravios; las mismas razones de su conocido rechazo al militarismo, la persecución política y toda forma de discriminación; mientras que era decididamente solidario con todo aquel que tuviera o asumiese una conducta digna ante esas circunstancias.

Una mañana, en el Instituto de Diseño Neuman, donde yo ejercía como profesor de Dibujo, me tocó participar de una experiencia ligada a la polifacética personalidad de Aquiles.
Ante un grupo de estudiantes de ese centro de estudios, disertaba el poeta sobre molduras, cornisas, puertas y ventanas que testimoniaban de la influencia del estilo Art Noveau en las casas de El Conde y El Paraíso.
Impresionaba ver los conocimientos que poseía sobre el tema, la erudición de que hacía gala él que no era arquitecto. Era admirable sentir la fascinación que despertaba en la audiencia debida a la pasión que le imprimía a su relato. Pero, más impactante aún fue conocer más tarde por boca de los estudiantes, la sorpresa que les producía verlo interesarse por temas tan disímiles y variados y, aparentemente, alejados de la imagen que todos se hacían de él como poeta amante solamente de temas ligados a lo local y costumbrista.

Ese día el Aquiles Nazoa que se apasionaba y nutría también de lo universal acababa de manifestarse ante ellos.

Consecuente presencia en la obra de Aquiles Nazoa es la risueña tremura, el afecto por un universo diminuto que su mano va suspendiendo cuidadosamente.
Las cosas y los seres de tamaño reducido se nos relacionan con una edad inocente, quizá porque despiertan en nosotros ecos de la infancia.

Aquiles tenía la pupila fácilmente ajustable a esa dimensión. Bien dice en su “Elegía al barrio El Cenizo” : “... Triunfaste en el empeño / de hacer de mí cantor de lo pequeño”. De allí, por ejemplo, esa ronda de seres menudos que pueblan el poema “Buen día, tortuguita”. ¿Se puede imaginar más ternura que llamarla “periquito del agua” ?

De ahí su constante defensa y justificación de los niños y de los personajes socialmente insignificantes, su humanización de la naturaleza y ese dolerse por las cosas que han desaparecido y por las que van a desaparecer. La nostalgia es en él una suerte de ternura municipal.

En algún poema ha declarado: “mi corazón es mi equipaje”, atadillo para ir por todas partes; pero como lo tiene lleno de cosas pequeñas, no le pesa. Más bien proyecta una luz afectuosa sobre todo lo creado.

© 2011 CA Editora El Nacional. Todos Los Derechos

Aquiles Nazoa " Guarataro con champaña "

El Nacional - Sábado 25 de Junio de 2005 D/1

Papel Literario
Guarataro con champaña
Claudio Nazoa



Otra vez me veo obligado a escribir sobre mi padre Aquiles Nazoa, y es que si no lo hacía, los periodistas de Papel Literario de El Nacional, secuestraban a mi mamá o me mataban si no les entregaba estas líneas.

Trato en lo posible que sean otros los que escriban o hablen de Aquiles Nazoa, porque, siendo yo su hijo, es muy fácil caer en la subjetividad o inclusive en la cursilería que suelen tener los hijos a la hora de referirse a su padre. Pero ya montado sobre el burro, voy a tratar de contarles algunas anécdotas de este personaje caraqueño, amante de la vida, militante fanático de la estética y guerrillero de la ética.

Muchas personas dicen que Aquiles Nazoa fue un poeta que comprendía al pueblo que no lo olvida. No es que lo comprendía, lo que pasó fue que Aquiles Nazoa era también eso que ahora en Venezuela no estamos seguros de lo que es y que los políticos oportunistas llaman “el pueblo”.

Nació un 17 de mayo de 1920 en el barrio caraqueño “El Guarataro”, hijo de Rafael Nazoa y Micaela González. En una auto—descripción de su infancia, dijo: “Mi infancia fue pobre pero nunca fue triste”.

Creo que eso de alguna forma nos dice que tuvo unos padres que no tenían dinero pero sí mucho amor y creatividad para regalarle a su hijo.

Pasa su infancia en la parroquia San Juan, en una Caracas todavía de techos rojos. Hacía muchas excursiones al Ávila con su padre y también paseaba con él en bicicleta hasta un pueblo cercano a la ciudad llamado El Hatillo. Quizás estos paseos, llenos de alegría y sin dinero, marcaron su forma romántica y optimista de vacilarse la vida, no importando que la mayoría de las veces tuviera los bolsillos vacíos y viviera en un país sometido por un dictador que le decía lo que tenía que hacer.

Vivió, sufrió y sobrevivió a dictadores y a demócratas. De alguna forma supo tener la fuerza suficiente para no dejarse doblegar por la brutalidad ni por la estupidez de los gobernantes de turno, aunque muchas veces haya tenido que pagar con cárcel su determinación. Fue uno de los presos de menos edad que tuvo el gobierno del general Gómez: Resulta que cuando vino Lindberg a Caracas, Aquiles, de seis años, salió junto a otros niños a buscar el mejor sitio para ver el primer avión que surcaría el cielo caraqueño y no se le ocurrió mejor idea que montarse en la cerca que rodea el Palacio de Miraflores, por lo que un guardia se lo llevó preso. Es que los gobernantes de esa época eran muy miedosos y creían que hasta un niño podía matarlos.

A los 16 años, tras la muerte de su padre, asume la responsabilidad familiar y valiéndose de haber aprendido a hablar inglés desde muy niño con una dulcera trinitaria, consigue empleo en el Ministerio de Fomento como guía de turistas, convirtiéndose en el primer guía de turistas que tuvo Venezuela.

Por motivo de trabajo, junto a su madre y a sus cuatro hermanos, se traslada a Puerto Cabello. Allí viven en la famosa calle Lanceros, de donde adopta su pseudónimo “Lancero” para hacer sus primeros escritos en la prensa.

Fue justamente en Puerto Cabello, luego de una denuncia que hiciera en un periódico local a un concejal, que lo detienen y traen a Caracas, teniendo el extraño “honor” de inaugurar la cárcel modelo en Catia, donde estuvo varios meses preso. Era una época difícil en Venezuela donde un periodista, por denunciar a un funcionario público que lo estaba haciendo mal, podía ser enviado a la cárcel.

Aquiles Nazoa fue un autodidacta que estudió más que un didáctico normal. Era un hombre de múltiples conocimientos ya que cualquier curiosidad la llevaba al extremo y la investigaba con la rigurosidad con la que lo haría un hombre de ciencias.

Muchas personas creen que él sólo era un poeta humorístico, cosa ya de por sí sola bastante compleja, pero desconocen al curioso por la ciencia. Escribió un libro llamado Los cien usos de la electricidad, donde con detalles sorprendentes nos cuenta la historia de los artefactos eléctricos más comunes.

Fue también un apasionado por la historia universal y por Caracas, su ciudad.

También escribió poesía lírica, siendo la más emblemática “La balada de Hans y Jenny”.

Hizo del conocimiento cultural algo divertido y al alcance de todo el mundo.

Muchas personas de la década de los años 70, aún hoy recuerdan el famosísimo programa Las Cosas Más Sencillas, que se transmitía por el Canal 5 del Estado.

En esa época, aunque alguien fuera de izquierda y criticara al gobierno, tenía derecho a trabajar en los medios de comunicación del Estado.

Las Cosas Más Sencillas fue un programa de televisión en blanco y negro que se hacía la mayor parte del tiempo en vivo.

Cuando llegó el video tape, a principios de los años 70, se utilizaba una sola cinta que no se guardaba y se volvía a grabar sobre ella, por eso, lamentablemente, no quedaron programas de Las Cosas Más Sencillas.

Él decía que en las cosas más sencillas era donde se encontraban las cosas más difíciles e interesantes de explicar y comprender.

Para explicarle a un lector que no tuvo la oportunidad de ver aquel programa, Aquiles Nazoa decía algo como esto: Hoy vamos a hablar sobre la vela. A continuación encendía una vela y pasaba una hora explicando todo lo que se puede saber sobre una vela encendida, o sobre una silla, o sobre un avión. No había tema del que no hablara en ese programa.

Difícil explicar a este hombre en tan poquito espacio, así que pido disculpas a los lectores por lo quizás desordenada de esta historia en donde quiero contarles muchas cosas.

Mi padre fue un millonario, lo único que no tenía era dinero. Siempre le gustó lo mejor de las cosas de la vida. Era delicado y profundamente estético. No le gustaba la gente desarreglada y vulgar. Le tenía tirria a todo lo que llevara uniforme y le oliera a autoritarismo.

Creo que él era un revolucionario pero del sentido profundo de lo que significa el ser humano. Odiaba las injusticias, sufría al ver a la gente pasando trabajo, sobre todo a los niños.

Era un hombre de carácter cambiante, a veces de muy mal humor. Le molestaba que lo confundieran con un echador de broma.

No le agradaba que algunas personas estuvieran todo el tiempo esperando que él dijera algo gracioso.

Casi podría decir que Aquiles Nazoa fue un anarquista al que no le gustaba que le dictaran líneas, ni políticas ni artísticas.

Fue un mecenas pobre: Jacobo Borges, Pedro León Zapata, Carlos Cruz Diez, Alirio Palacios, Régulo Pérez, Luis Lucsick y Abilio Padrón, entre otros grandes artistas, fueron protegidos por mi padre cuando nadie creía en ellos. Él tenía un instinto especial para saber el valor artístico de las personas.

Era un hombre a veces extraño para la visión de un ciudadano común. Pasaba el santo día escribiendo y patinando con sus patines de ruedas de goma. Con esto había un problema: se ponía bravísimo si alguien le preguntaba por qué patinaba dentro de la casa.

No le gustaba que los periodistas le grabaran las entrevistas y cuando veía el grabador preguntaba:

—Disculpe ¿Cuando usted va al cine lleva el grabador?

Los periodistas, tímidamente, respondían que no, a lo que él les replicaba:

—Y usted se acuerda de la película, ¿verdad?

Bueno, entonces vamos a hacerlo así.

En el año de 1956, Pérez Jiménez lo saca esposado del país como a un delincuente, y es que en esa época, el dictador había inventado unas leyes que prohibían a los periodistas escribir con libertad. Recuerdo que apenas tuvimos tiempo de despedirlo en el antiguo aeropuerto de Maiquetía.

Nadie sabía a donde iba. Ni él, ni nosotros.

Lo llevaron al avión, donde el capitán de PanAmerican le pidió —en inglés— disculpas a los pasajeros por compartir el avión con un peligroso delincuente. Le quitaron las esposas y allí le dijeron que podía quedarse en Panamá o en Bolivia. Se fue a Bolivia en donde conoció a un ángel boliviano llamado Pepe Ballón, quien no sólo lo acogió a él, sino a toda mi familia, que meses después fuimos vivir a Bolivia durante tres difíciles años.
Allá, junto a Pepe, quien entre otras cosas era librero, mi padre fundó una editorial y publicó varios libros.

Aquiles, el hombre que nació en el Guarataro, a quien le gustaba vestirse de smoking, jugar críquet y tomar champaña.
Aquiles, el que se ponía su sombrero, su camisa tropical, su pantalón blanco y sus zapatos de goma para irse en su Volkswagen azul a Villa de Cura a visitar a su amigo Vinicio Jaen para comerse unas cachapas con queso y chicharrón .

Aquiles, el que gustaba regalarle joyas a mi madre, quien le reprochaba:

—Aquiles, no gastes el dinero en esto.

Vamos a comprarnos un apartamento.

A lo que él decía:

—Y... ¿Si me muero mañana y no tengo el gusto de regalártelo?

Aquiles, el que leía varios libros a la vez.

El que aprendió a hablar en quechua con los indígenas bolivianos. El que hablaba y leía en francés. El que creía en sí mismo porque como él decía “creo en mi mismo porque sé que hay alguien que me ama”.

Aquiles, el ateo amigo de Dios y estudioso como nadie de la vida de Cristo.

En fin, Aquiles Nazoa un hombre sencillo de vida muy emocionante, tratando de comprender este complicado mundo, donde quería pasar como “el poeta que le cantó a los cochinos”, su animal preferido.

Aquiles, un revolucionario que estaría ahora luchando contra el autoritarismo, la injusticia y la vulgaridad. Aquiles, el que debe estar con Dios convenciéndolo de que el diablo es un tipo de pinga.


El testamento de Aquiles Nazoa

Esto es un manuscrito que encontré en su escritorio de trabajo días después de su muerte. Primera vez que se publica:


Testamento 1975

“La noción de lo que es vivir, me ha llegado muy tarde. Permítanme, queridos deudos, organizadores de mi sepelio, evitarse la ampulosidad del coche fúnebre en el que habéis convenido enviarme al otro mundo como un hediondo paquete y dejadme ir por los propios pasos que marca mi corazón”.



sábado, 23 de abril de 2011

No a la Demolición del Toki Eder.

EL NACIONAL - Sábado 23 de Abril de 2011 Caracas/2
Caracas


PATRIMONIO El Toki Eder será demolido ilegalmente
Bien de Interés Cultural se encuentra en riesgo en Chacao
Emilio Graterón asegura que la policía custodia el edificio, pues las obras de remodelación comenzaron sin permisos municipales

LILIA MALAVÉ G.

El Toki Eder, un edificio de arquitectura neovasca que desde 1940 decora la plaza Brión de Chacaíto con sus distintivos relieves y que fue catalogado como Bien de Interés Cultural Nacional por el Instituto de Patrimonio Cultural, podría estar a punto de ser demolido ilegalmente. Grandes boquetes en su parte trasera y el evidente abandono que consume la fachada de la estructura son indicios de la situación, que ayer reunió en una protesta a las ONG Caracas en Retrospectiva, Una Sampablera por Caracas, Fundamemoria, Caracas en Flor y Docomomo Venezuela, para evitar la desaparición de este patrimonio arquitectónico.

"Están demoliendo de atrás hacia delante para disimular sus intenciones de desaparecerlo", asegura María Sigillo, representante de Caracas en Retrospectiva. Representantes de esas ONG explican que el edificio se encuentra deshabitado desde 2005 y que ha sido víctima del abandono sistemático por parte de su dueño, que tiene la idea de demolerlo y construir en su lugar locales comerciales.

"Por el estado de la fachada presumimos que adentro debe haber una gran destrucción de los ornamentos, que son, además, históricos. Ya lo que queda por derruir es el exterior del edificio", denunció Hannia Gómez, integrante de Docomomo Venezuela. Efectivamente, el frente de la estructura, con ventanales clausurados con ladrillos y graffiti que la afean, refleja la desidia que azota a esa obra, que también forma parte del Catálogo de Patrimonio Cultural de Chacao.

El Toki Eder fue diseñado por el arquitecto vasco Miguel Salvador Cordón y es considerado hoy en día una destacada muestra de la arquitectura neovasca en Venezuela. Inicialmente fue un edificio residencial, se adaptó a la dinámica de la zona en la que se ubica, con la incorporación de locales comerciales y oficinas en la planta baja. Es esto lo que motiva a sus defensores a solicitar una reevaluación de su utilidad.

"Aquí pueden funcionar todavía comercios, si esa es la idea.

Entendemos los intereses del propietario, pero esto se trata de un bien cultural de los caraqueños. Si no quiere el edificio, puede venderlo a quien le interese conservar la historia de la ciudad", argumentó Hannia Gómez.

Otra opción es planteada por Leopoldo Palis, representante de la Fundación Salvemos al Toki Eder, que expone que la estructura podría albergar el proyecto de la sede para un museo de identidad y patrimonio de Chacao, de acuerdo con sus estudios.
Obras detenidas. El alcalde de Chacao, Emilio Graterón, aseguró ayer que la policía municipal se mantiene vigilante desde el miércoles para impedir cualquier trabajo de remodelación en el edificio. Puntualizó que todos los trabajos ejecutados hasta ahora en el Toki Eder se realizaron sin permiso de la alcaldía de Chacao, pero que se trata de un asunto que es competencia del IPC: "No se pueden realizar obras allí hasta que el propietario presente el permiso del IPC, que tiene el control sobre este patrimonio".

Representantes de FUNDAMEMORIA , CARACAS EN RETROSPECTIVA,
CARACAS EN FLOR, UNA SAMPLABLERA POR CARACAS
PRESENTES

Denuncian demolición sigilosa de bien patrimonial

Denuncian demolición sigilosa de bien patrimonial


Están destruyendo a escondidas el edificio Toki Eder, de estilo neovasco
JAVIER BRASSESCO
EL UNIVERSAL

sábado 23 de abril de 2011 12:00 AM

A pesar de que se trata de una de las representaciones más acabadas que existen en la ciudad de la arquitectura neovasca, con todo y que está protegido por la Ley de Protección y Defensa del Patrimonio Cultural, sin importar que forme parte de los bienes patrimoniales de la ciudad, el edificio Toki Eder está siendo demolido.



No se aprecia a simple vista, pues la fachada aún no ha sido tocada, pero la edificación la están destruyendo por dentro, al parecer por orden del propio dueño, quien desde hace muchos años está luchando por demoler este edificio al sur de la plaza Brión, que tiene unos diez años deshabitado.



Ayer se congregaron frente a la fachada del Toki Eder varios grupos de defensa del patrimonio cultural de la ciudad (Fundamemoria, Caracas en Retrospectiva, Docomomo Venezuela, Salvemos al Toki Eder, Una Sanpablera en Caracas, Grupo de Información y Documentación de la Antigua Caracas, La Venezuela por Conservar y Proteger) y también el diputado Luis Barragán, miembro de la comisión de cultura de la Asamblea Nacional, para advertir al público sobre esta "demolición sigilosa" que se está perpetrando contra un bien que desde el año 2005 fue declarado de interés cultural de la Nación.



El alcalde de Chacao, Emilio Graterón, dijo que en efecto la policía municipal impidi´o el día jueves que se siguieran llevando adelante las labores de demolición: "Es un bien de interés cultural de la nación, no permitiremos que sea demolido por dentro. Entiendo que en el Instituto de Patrimonio Cultural existe una autorización para poder intervenirlo, pero hasta tanto el IPC no dé la autorización, no emita una orden oficial, desde el municipio no permitiremos que lo sigan destruyendo".



Informó además que a nivel municipal, ni en la dirección de ingeniería ni en ninguna otra existe alguna solicitud de intervención de esta edificación.

El diputado Barragán dijo que el miércoles llevará este tema a la Comisión de Cultura de la Asamblea Nacional, y resaltó el valor de una movilización espontánea que se gestó sobre todo a través de los medios virtuales, pues fue convocada por el grupo Caracas en Retrospectiva a través de Facebook.

Hannia Gómez, directora de la Fundación de la Memoria Urbana, dijo que concretarse esta demolición ("perpetrada en Semana Santa con toda la alevosía), sería la segunda que se hace en Chacao en solo un mes, pues en la avenida principal de Campo Alegre se acaba de derribar la casa San Luis, obra arquitectónica de estilo Art Deco: "Esto es ilegal, no pueden acabar con la memoria de una ciudad a martillazos".

martes, 19 de abril de 2011

HOTEL MAJESTIC Y TEATRO MUNICIPAL

HOTEL MAJESTIC Y TEATRO MUNICIPAL


El Teatro Municipal: Comentarios del periodista estadounidense Williams Franco (1895): Por lo menos dos veces al año hay temporada de ópera en el Teatro Municipal (antiguo Teatro Guzmán Blanco) algunas veces con artistas locales y otras con artistas extranjeros que convienen en visitar a Caracas bajo subsidio del gobierno que destina anualmente 40.000 pesos al sostenimiento de diversiones públicas…su capacidad es para dos mil quinientas personas. Los asientos de la platea, que es de foso, son semejantes alas de nuestros teatros norteamericanos, pero ellos solo sirven para hombres.. Ninguna mujer ocupa nunca esa localidad. Alrededor de la platea, a nivel de piso propiamente, hay la localidad de sofá, con asientos ordinarios y es el sitio destinado a las damas; y hay tres compartimientos divididos en cómodos palcos con cabida para seis u ocho personas. Encima de todos e inmediatamente debajo del cielo raso se halla situado el balcón de aficionados del maní tostado…el precio regular de las entradas con asiento reservado es de un dólar por la localidad y los de palco de seis, siete y medio y diez dólares, según el número de asientos y el sitio elegido. En la localidad principal directamente frente al escenario hay un gran palco con capacidad para quince o veinte personas, siempre reservado al Presidente. Las personas que asisten al palco lo hacen en traje de noche, no así los que asisten a las localidades de platea y sofá. En el segundo y tercer piso del teatro hay foyers espaciosos y elegantemente decorados, por los que se pasea el público durante las largas esperas de los entreactos y donde se sirven dulces, helados, vinos, coñac y otros refrigerios. Las funciones son largas, comenzando a las ocho y media de la noche y algunas veces hasta la una o las dos de la madrugada (Foto y comentarios tomados de La Caracas de aquellos tiempos. José Veloso Saad


Un coche cruzando el río Guaire

Un coche cruzando el río Guaire


Durante el septenio de Guzmán Blanco surgieron los cocheros como empresarios individuales. Con anterioridad existían empresas dedicadas a la actividad. Para 1845 se inaugura un servicio de coches entre Caracas y la Guaira, propiedad de Pierre Dupuy (¿Antepasado de Pérez Dupuy?) denominado el Ómnibus Venezolano. Hacía tres viajes semanales ida y vuelta. En el “Almanaque Guía de Caracas” editado por Valentín Espinal se mencionan dos empresas de coches que hacían viajes entre Caracas, La Victoria y Valencia. Una pertenecía a Francisco Antonio Álvarez y su parada estaba en la esquina de La Gorda. La otra era propiedad de Eustaquio Rivas y estaba ubicada entre San Francisco y La Bolsa. Los cocheros que proliferaron cuando Guzmán Blanco se iniciaron con un personaje al que apodaban “Padre Eterno” (fue también el cochero de Linares Alcántara) y este se ocupó de apodar al resto de sus compañeros: “Mascavidrios” debido a la gran cantidad de botellas de licor que consumía; “Cucarachero” (Padre de Isidoro Cabrera), “Taparita”, “El sapo”. “Puerto Rico”, “Macarrón”, “Tres de Mayo”, “Cara e´mango”, “Saliva” y Paraguas. El cochero de Guzmán fue Leroux y del los generales Crespo y Gómez, Felipe. La Equitativa, empresa que se distinguió por sus servicios fúnebres, fue inicialmente una empresa de coches, compitiendo con La Zaragozana y La Principal. El servicio fúnebre de La Equitativa en 1913 tenía un costo de Bs. 45,00 y aportaba el servicio de carro fúnebre, la urna y los pedestales. (La Caracas de aquellos tiempos- José Veloso Saad)

Los Baños en Caracas

EL BAÑO Y LA COSTUMBRE:


A medida que evolucionaron los tiempos el caraqueño gustó de bañarse: Por costumbre, por higiene, por necesidad. Primero lo hacia en el Río, el más celebre fue el que se impuso en Carnavales, en tiempos remotos del Gobernador Cañas y Merino. Al río le siguió el baño en ponchera con agua deshelada al sol; el que tocaba “todos los sábados” ..Según el dicho popular.

Los Baños en Caracas

El Portachuelo, Lugar concurrido por los parranderos caraqueños, se puso de moda en la época del Presidente Castro la frase “ni cobro andino ni pago caraqueño” ya que eran frecuentes los lances personales “hombre a hombre” los caraqueños peleaban a cabezazo limpio- lavar la cabeza ensangrentada en “la cascada” del portachuelo entre Roca Tarpeya al pie del cerro el paraíso era lo frecuente.
La imagen corresponde a El Lago de El Paraíso
Publicada en El Cojo Ilustrado el 15-1-1900 

El Baño costaba medio o real los Domingos y Feriados, donde era frecuentado por guapos y juerguistas, encargado de hacerlo famoso. Los últimos baños al aire libre funcionaron en la laguna del paraíso y en los Caobos hasta que se instaló el último sitio de horno crematorio en San Agustín del Sur.

La innovación en materia de Baños Públicos la introdujo en Caracas un empresario de nombre Soucy, la Primera estación de descanso fue construida en Caño Amarillo, costaban 3 Bs. se consideraban muy indicadas para quitar “el ratón” pero también para los dolores musculares y artritis. Los segundos fueron construidos en Chacaito, llamado de Sabana Grande a Soucy, el nuevo dueño era Braulio Otanz, en el mismo punto funcionó después el Restaurante Bar “EL TOBOZO” que la chispa popular llamaba EL TUBAZO por lo caro que eran los consumos

Los últimos baños al aire libre funcionaron en la laguna del paraíso y en los Caobos hasta que se instaló el último sitio de horno crematorio en San Agustín del Sur.


FUENTE: Revista Elite. Pág. 62-63
Caracas julio de 1967
Edición Aniversaria al Cuátricentenario de Caracas
Por Pedro Hernández Camacho.



Portachuelo

lunes, 18 de abril de 2011

Gato con botella de perfume, ilustración de moda realizada en 1955

Gato con botella de perfume, ilustración de moda realizada en 1955


En el aniversario de la ciudad resulta idóneo rescatar al fotógrafo oficial del presidente Antonio Guzmán Blanco. El alemán se dedicó a captar de modo consecuente los primeros perfiles urbanos de la ciudad en el siglo XIX
EDGAR ALFONZO-SIERRA

La construcción de lo que hoy es Venezuela tiene en lo alemán una de sus influencias más interesantes y menos conscientes. He allí los aciagos Wélseres, con su fiebre del oro y de otras riquezas locales. He allí Humboldt, quien se comportó dentro de la naturaleza nacional como quien explora, hasta las últimas consecuencias, su propia alma, para luego legar un esclarecedor y aún aplicable estudio de este suelo. He allí, otro de tantos ejemplos, el grupo de familias y aventureros alemanes que en el siglo XIX se arriesgaron en las tupidas montañas de Aragua para establecer la Colonia Tovar de hoy.

Federico Carlos Lessmann es una de estas presencias alemanas. Sólo conocido en los reductos de quienes se dedican a investigar la vida de la fotografía en Venezuela, su importancia estriba en haber documentado continuamente las primeras imágenes que se conservan de Caracas, tomas que inician para la ciudad la experiencia de tener una conciencia visual propia, ese valioso verse a sí mismo y reconocerse: así soy, o más bien, así fui.

Según indica el periodista e investigador fotográfico, Antonio Padrón, Lessmann llegó con 18 años a la Caracas sabrosa, provinciana y amable del siglo XIX, contratado como litógrafo por el taller de impresión Müller y Stapler. Había nacido en Brunsweig en 1826. En Venezuela incursionó en la fotografía, oficio que lo convirtió en fotógrafo oficial del presidente Antonio Guzmán Blanco, de quien se cumplirá el 28 de julio el centenario de su muerte.

Insiste Padrón en que si bien las fotos iniciales de Caracas son de la autoría del húngaro viajero Pal Rosti, es Federico Carlos Lessmann quien, al establecer residencia en la ciudad, realiza una verdadero registro consecuente de ella. Lessmann casó en estas tierras con la también alemana Luisa Heibner. Su hijo, llamado también como el padre, continuó su obra y la extendió a otras áreas del país y se convirtió en uno de los pioneros de la documentación de los indígenas venezolanos.

En un estudio de autoría que ha llevado unos cuatro años, Antonio Padrón ha logrado atribuir un contingente de 135 fotografías, hasta ahora inéditas, a Federico Carlos Lessman padre. Las tomas pertenecen al álbum de los descendientes del alemán y fueron confrontadas con imágenes aparecidas e indentificadas en El Cojo Ilustrado; en un álbum personal del ministro de Obras Públicas del gobierno de Guzmán Blanco, Roberto García, y en otras publicaciones. La investigación se ha convertido ahora en un proyecto editorial que Padrón intenta llevar a cabo solicitando ayuda institucional y que llevaría como nombre La Venezuela de los Lessmann, en respeto a la recopilación que padre e hijo hicieran de la vieja nación.

Lessmann padre fue motivo de una exposición en el Museo Arturo Michelena en el año 1994, donde bajo la curaduría del mismo Antonio Padrón, fueron mostradas 100 imágenes captadas por este autor de delgada estampa que, se dice, fuera descubierto por Carlos Eduardo Misle, Caremis.

Añade el estudioso que las imágenes captadas por la luz aparecen en Venezuela seis meses después del registro del daguerrotipo, el 19 de agosto de 1939, en la Academia de Artes y Ciencias Francesas, por su inventor Daguerre. La técnica fue importada por el impresor francés Antonio Damirón en 1840. Es un arte que, en la voz de Antonio Padrón, está aún por descubrirse histórica y analíticamente. "Con lo que tenemos hay para trabajar un siglo más". El material fotográfico venezolano del pasado se encuentra en la Biblioteca Nacional, la cual resguarda un 50% del total; en las gobernaciones y alcaldías, y un mínimo, en colecciones privadas.

Hoy, data de cumpleaños de la capital del país, resulta interesante rescatar algunas de las primeras tomas que de la ciudad se conocen. Importante resulta insertarlas en la conciencia e identidad propias, hacerlas circular por el flujo del imaginario ciudadano y así, de alguna manera, agradecer a ese extranjero adoptado por el país, Federico Carlos Lessmann, quien murió en Higuerote en 1886, su oficio y sus ojos.

EL NACIONAL - DOMINGO 25 DE JULIO DE 1999

domingo, 17 de abril de 2011

Tradición en Semana Santa /El Bienmesabe


Ninguna mujer en toda Caracas preparaba el bienmesabe como la negra Contemplación. Se decía que el suyo tenía cualidades casi mágicas. Que quien lo comía sentía que sus calamidades entraban en reposos y serenidades.


Su secreto no estaba en la receta, sino más bien en las horas. Lo preparaba en la madrugada, antes del cantar de los gallos, cuando los cocuyos eran los únicos despiertos, por estar dedicados al arte de amar.

Así, en el silencio de la noche, Contemplación se iba a la cocina, y a la luz de velas, y sin emitir sonido alguno, preparaba su dulce. Su bienmesabe era medicina para el alma. Tomaba tres cocos grandes, los partía y les sacaba la pulpa. Esto lo ponía en un cazo y le añadía dos tazas agua caliente. Con un mazo iba triturando la carne blanca. Entonces, lo pasaba por un paño, para extraerle la leche al coco. Le agregaba entonces dieciocho amarillos y un puntico de sal.

Luego, en una olla, juntaba tres tazas y media de azúcar con una taza de agua, y lo llevaba al fuego, fuerte, muy fuerte, sin revolver, hasta lograr un almíbar a punto de hilo. Luego retiraba la olla, del fuego, y le agregaba la mezcla de carne de coco y huevos, y lo batía hasta lograr una crema. Esto lo llevaba de nuevo al fuego, y lo iba revolviendo lentamente, muy lentamente, hasta llegar al hervor. Entonces lo retiraba de la candela y lo dejaba enfriar un poco. Tomaba entonces un bizcocho que siempre tenía en la alacena, y lo picaba en rebanadas finas. En una dulcera de cristal, colocaba las rebanadas y las bañaba con medio vaso de jerez dulce. A seguir, una capa de la crema. Y luego una generosa capa de un merengue preparado con tres claras de huevo, media taza de azúcar y una pizca de canela, batido todo esto a punto de nieve.

Para antes que cantara el gallo, Contemplación tenía listo el bienmesabe, que colocaba a buen resguardo en un lugar fresco, alejado de la tentación de las hormigas y de otros antojadizos. O mejor dicho, Contemplación preparaba cada madrugada tres bienmesabes: uno para llevar al Convento de San Jacinto, otro para dejar en la Plaza frente al portón de la Catedral para los mendigos, y un tercero para la merienda de la casa, de Doña Carlota y visitantes, si hubiere alguno, y para el servicio. El mismo bienmesabe, sin diferencias. Doña Carlota era muy estricta en dos cosas: en que todos somos igualmente hijos de Dios, y en aquello del compartir.

Extracto de “La Mantuana”, de Soledad Morillo - http://soledadmorillo.blogspot.com/



La receta...

Ingredientes:

8 yemas de huevo

1 ½ taza de azúcar

3 tazas de leche de coco

½ taza de vino Moscatel, Coñac o Jerez

Un bizcocho de 5 huevos

Preparación:

Con algunas diferencia del bienmesabe preparado por la negra Contemplación…

1.- Batir las yemas con el azúcar hasta que queden de un color pálido y cremoso.

2.- Calentar la leche de coco, sin dejar hervir, y añadir poco a poco a la mezcla de huevos y batir bien.

3.- Llevar de nuevo esta mezcla al fuego, hasta que espese, pero sin dejar hervir.

4.- Agregar el licor (Jerez, Coñac o Moscatel)

5.- Se pincha muchas veces el bizcocho con un cuchillo y se le agrega la crema de coco aun caliente, procurando que el bizcocho quede bien empapado.

6.- Para adornar, preparar un merengue con 2 claras de huevo y media taza de azúcar pulverizada. Si se desea se puede espolvorear un poquito de canela.

La primera Semana Santa de la Caracas Colonial


Entonces modestísima aldea con sus chozas de paja y bahareque-tuvo lugar al año siguiente de la fundación de la ciudad.
Flores de los campos adornaron la pajiza ermita situada al noreste de la Plaza Mayor, dedicada al apóstol Santiago, bajo cuya advocación había sido fundada Caracas. También se vieron las silvestres flores en la ermita de San Sebastián (primera construcción religiosa en la ciudad de Caracas) *, un poco más al sur de la Plaza Mayor. Eran éstos los dos únicos dos templos que tenía Caracas.
Junto al fervor y la fe de los encomenderos venidos de España se mostró el asombro de los indios ante las desconocidas preces y ceremonias conmemorativas de la pasión y muerte de Cristo. Indígena representación acompaño a los españoles en esos actos y dio su ofrenda de plantas de la montaña avileña, de su Guaraira-Repano.
Desde ella trajeron los indios la palma de cera (ceroxylon andícola) que desde entonces sería llamada palma bendita o palma de ramos.
Luciría en la ceremonia matutina del Domingo de Ramos en las manos de quienes acompañaron la procesión. Después, exornaría las ventanas de las pocas casas y no hubo choza con ventana que no luciera una palma. Presentes indígenas fueron también la pesgua (gaultería adorata), la angelonia (angelonia caracensis) y el maíz, tesoro de los aborígenes. La pesgua y las flores de angelonia cubrieron el rústico piso de los templos y perfumaron con su suave fragancia todos los días de la Semana Santa. Tiernas plantas de maíz se unieron a la manzanilla (camomilla),cultivadas en las huertas de legumbres, y primer aporte exótico del conquistador, para aparecer en la noche del Jueves Santo adornando el altar de los modernísimos templos. En ellos muy cerca de la naturaleza, muy cerca de Dios, se celebró grandiosa y sublime, la primera Semana Santa colonial.
Después, los conquistadores, fieles a la tradición española, conservarían en sus hogares, tras las puertas y ventanas, como protección, la crucecita de palma bendita que sería renovada en la próxima Semana Santa. Y en otros sitios, cuidadosamente envueltas, las flores de manzanilla en cuyas virtudes medicinales confiaban.
Seguiría creciendo lentamente la ciudad, diezmada de vez en cuando en sus habitantes por las peste o fiebres y sementeras vecinas por las plagas de langosta.

Fueron surgiendo nuevos templo. Hacia el norte a corta distancia de la ermita de San Sebastian (llamada de San Mauricio, luego que la de San Mauricio se quemo en el año 1579 y la imagen fue trasladada a la ermita de San Sebastian, donde actualmente se encuentra, corresponde en la actualidad a la Iglesia de Santa Capilla)*, la de San Mauricio (originalmente situada donde actualmente se encuentra el correo de Carmelitas)*.
De España o de México vendrían imágenes religiosas: San Mauricio, San Jorge, Santiago, patrones militares de la ciudad


Fuente:
Graciela Schael Martínez “Estampas Caraqueñas”,
editado por el Concejo Municipal del Distrito Federal.
Caracas 1975/ primera edición.

sábado, 16 de abril de 2011

Las tres leyendas sobre el Nazareno de San Pablo

Tradicionalmente han existido tres leyendas sobre el Nazareno, las cuales han sido motivo de comentario casi obligado en esta época, las dos primeras ocurridas durante la colonia y la última a finales del siglo XIX.


1º.- ¿Dónde me has visto que me has hecho tan perfecto?

La tradición caraqueña sostenía una leyenda muy difundida, la cual decía lo siguiente:

El artista que hizo la imagen del Nazareno al terminar su brillante obra, muy emocionado por lo bien que la había hecho, le preguntó:

-¿Qué te falta mi Dios? el Nazareno le respondió:

-¿Dónde me has visto que me has hecho tan perfecto? al instante el artista, un tallador anónimo del siglo XVII, cayó muerto.

Monseñor Juan Francisco Hernández, sacerdote insigne y relevante durante la década de los cincuenta, declaró, como consecuencia de la restauración realizada al Nazareno, por el sevillano Manolo Díaz, que la obra realizada en pino de Flandes, fue traída de Sevilla, y que perteneció a la escuela Sevillana del siglo XVII.
Como verán podemos seguir creyendo esto, si así lo deseamos, pero la leyenda es falsa, tal como lo demostró el Monseñor.

2º.- El Limonero del Señor.

En Caracas en 1696 una epidemia de Fiebre Amarilla o "Vomito Negro" azotó a la población, que ya estaba diezmada por la viruela. Esta nueva afección causó muchas victimas, resultando ineficaces para contrarrestarla los escasos recursos terapéuticos de la época. La ciudad invocó la protección de Santa Rosalía de Palermo, pero al año siguiente, motivado a que aún persistía, el nuevo Gobernador de la Provincia de Venezuela, Maestre de Campo Don Francisco Berroterán, junto al Obispo y los representantes del los dos Cabildos convocaron una procesión con el Nazareno de San Pablo, para pedirle que cesara la epidemia de Fiebre Amarilla.

Cuando la procesión pasaba por la esquina de Miracielos, al desviarse la imagen hacia un costado para evitar un lodazal, uno de los brazos de la Cruz tropezó con el ramaje de un limonero que asomaba sus dorados frutos por encima de una tapia del corral de una vivienda. Allí ocurrió lo que escribió el gran poeta

Andrés Eloy Blanco:

En la esquina de Miracielos
hubo una breve oscilación;
los portadores de las andas
se detuvieron; Monseñor,

el Arzobispo, alzó los ojos
hacia la Cruz; la Cruz de Dios,
al pasar bajo el limonero
entre sus gajos se enredó.

Sobre la frente del Mesías
hubo un rebote de verdor
y entre sus rizos tembló el oro
amarillo de la sazón.

De lo profundo del cortejo
partió la flecha de una voz:
¡Milagro! ¡Es bálsamo, cristianos,
el limonero del Señor.

Y veinte manos arrancaron
la cosecha de curación
que en la esquina de Miracielos
de los cielos enviaba Dios.

Y se curaron los pestosos
bebiendo el ácido licor
con agua clara de Catuche,
entre oración y oración.

3º.- ¿Qué has hecho con mi templo?

La tradición popular sostiene que, en la inauguración del Teatro que se edificó donde estaba la Iglesia de San Pablo, hoy Teatro Municipal, el día 4 de enero de 1881, con la interpretación de la opera "El Trovador"; sucedió lo siguiente: Antonio Guzmán Blanco, sentado cómodamente en su palco presidencial, de repente se paró y se retiró en forma repentina, con la cara muy pálida, al cabo de cierto tiempo volvió al teatro.

El pueblo le atribuyo este accidente, a que fue el Nazareno de San Pablo que se le apareció y le dijo:

-¿Qué has hecho con mi templo?

La historia desmiente este relato de manera muy simple; la fachada oeste (Santa Ana) de la Iglesia de Santa Teresa fue inaugurada el día 27 de octubre de 1876, y reinagurada el 27 de abril de 1880, fecha cuando se trasladó la imagen del Nazareno; para la fecha mencionada, ya allí se encontraba la imagen del "Nazareno de San Pablo", por lo cual el Nazareno sabía que Guzmán le había construido otro templo, y mas grande aún, sólo que le puso el nombre de su esposa Ana Teresa.

Lo que le pasó en realidad a "guzmancito"fue que el día antes había estado en un "jolgorio" y tuvo una emergencia digestiva, que si no hubiese salido apurado, ya ustedes se podrán imaginar que hubiese sucedido.

El Nazareno de San Pablo

La imagen del Nazareno de San Pablo, es la de devocion de todo hijo de Caracas. Es una talla en madera de pino flandes de Sevilla, España, posiblemente de Felipe de Ribas en el siglo XVII. Dice la tradición que el escultor, después de terminar de tallar la imagen, el Nazareno se le aparece y le dice: "Donde me has visto que tan perfecto me has hecho".

Traída a Caracas (Venezuela), a la Capilla de San Pablo el Ermitaño (de ahí viene el nombre de Nazareno de San Pablo). Consagrada el 4 de julio de 1674 por Fray González de Acuña. La obra de arte contempla la representación de Cristo cargando la cruz vestido de color morado en su calvario camino a su crucifixión.

En 1597 una epidemia de viruela afectó a la ciudad de Caracas. En ese entonces la población dedicaba gran parte de su tiempo a labores religiosas de rezos para el Nazareno de San Pablo. Cuenta la leyenda del limonero del Señor que en el lugar cercano al templo de San Pablo existía una huerta plantada de limones cuyos azahares perfumaban el ambiente. En una ocasion una epidemia azotaba a los Caraqueños, por ello, el nazareno fue sacado en procesión a petición de los feligreses. Al pasar la imagen por la huerta, un racimo de limones quedó enredado entre la corona de espinas del Nazareno, cayendo al suelo algunos. Los devotos los recogieron, dándolos como medicina a los enfermos, quienes sanaron prontamente.

En 1880, el anticlerical Guzmán Blanco mandó destruir el templo de San Pablo. Esto fue porque tenía problemas con los sectores católicos del país y con el clero de la Iglesia. Y en ese mismo sitio se levantó el Teatro Municipal que fue inaugurado en 1881. Una de las leyendas más curiosas del Nazareno es que se dice que cuando Guzmán Blanco inauguró el teatro, estando en su palco presidencial vio al Nazareno quien le preguntó ¿Dónde está mi iglesia?, y dicen que él le contó lo sucedido a su señora y de allí nació la construcción de la iglesia de Santa Teresa. Pero en realidad el Presidente Guzmán Blanco, en honor a su esposa Ana Teresa Ibarra, mandó construir la Basílica de Santa Teresa y Santa Ana, lo que nosotros llamamos la Basílica de Santa Teresa y allí fue llevado el Nazareno de San Pablo, donde se encuentra hoy

Arístides Rojas refiere: "El señorío de Caracas prefería para sus hijos, antes que un título científico, un grado mi¬litar... Hubo abundancia de teólogos y de filósofos, en tanto que los barberos desempeñaban el cargo de cirujanos y los hierbateros el de médico y pasaban como insignes arquitectos, científicos y alarifes". La educación llevaba el sello de la iglesia católica, la religión regía toda la vida social y la enseñanza se restringía a materias de la misma índole: gramática latina (sin conocer antes la gramática cas¬tellana), la filosofía aristotélica, el derecho civil y canónigo y teo¬logía moral y dogmática. Además de este carácter eclesiástico, a la educación solo tenían derecho los blancos y sus descendientes, la educación no llegaba al pueblo, no fue sino hasta comienzos del siglo XIX cuando se logró un permiso del Cabildo de Caracas para la creación de una escuela donde pudieran educarse los que no fue¬ran blancos.





Esquina de Camejo

Esquina de Camejo
de 1855
Carmen Clemente Travieso  explica en su libro Las Esquinas de Caracas:

"La Esquina de Camejo ha desaparecido de la Caracas moderna. estuvo situada más abajo de Sociedad y en ella estuvo últimamente la sede del Banco Mercantín y Agrícola. Ésa era la gran casa de techos de Piazarra, zagúan de huesitos y baños, que habitaban Don Jáuregui con su familia. Ese señor acostumbraba reunir, cada año,  por los días de diciembre, a algunos tipos populares a fin de ensayarlos en la caracterización  de las fiestas en la bajada de los Reyes Magos.

Al frente de esta mansión vivía un humilde alfarero de nombre Pedro Antonio Camejo, quién se ocupaba de fabricar ladrillos y loza de tierra vidriada, que vendía en los alrrededores.- La primera cerámica hecha en el País- que luego vendía a bajo precios a las clases populares de los alrrededores.

Refieren las crónicas que, cuando  los contertulios de Don Miguel llegaban a la vieja Casona, Don pedro abria de par en par  las puertas de su negocio , el cual, al cabo de un rato se llenaba con la clientela que iba en  busca de algún cacharro para la comida.

Hombre generoso y comunicativo, Don Pedro Camejo, conversaba con todos , por ello los que necesitaban alguna marmita para el sancocho y carecían de dinero se dirigian a su tienda en la seguridad que Ño Pedro se las daría  fiada."
Por los años de 1812 se efectuaron en aquella casa ( Miguel de Jáuregui) grandes fiestas y saraos; y desde 1813 hasta 1827, fue centro donde se efectuaron recepciones al Libertador durante su entrada triunfal a la capital."


Desde 1824 hasta 1830, estuvo instalada en esa casa La Intendencia del Departamento de Venezuela.
Cuando en 1831 se decretó el traslado de la capital a Caracas, el Gobierno Supremo se estableció en la casa de la esquina de Camejo, que ya comenzaba a ser conocida con el nombre popular. En ella vivieron los siguientes personajes de la República: Hasta 1835, el General José Antonio Páez; hasta julio del mismo año , el Dr. José María Vargas, el General Santiago Mariño; el General José María Carreño; y nuevamente el Dr. José maría Vargas desde su regreso hasta su renuncia en 1836.....
en 1842 se trasladó el gobierno a la casa de la esquina de El Principal, cosntuída para su despacho del Ejecutivo Nacional y conocida con el nombre de "Casa Amarilla"

Entre 1842 y 1851, la casa fue habitada por notables familias de Caracas, más tarde sirvió de almacén de frutos de la Casa Blhom, a cargo del Socio Don Gustavo Wollmer. Que también estuvo en la Compañia de Accionistas y el Banco de Venezuela.-

Hasta su destrucción, funcionó allí el Banco Mercantil y Agrícola .

Señala Rafael Valery en el Libro Nomenclatura Caraqueña:

"Cuando, el 14 de julio de 1603, dispuso el Cabildo empedrar las calles de Caracas, se identificaron algunas de las esquinas, llamásndose  a ésta de Francisco Rebolledo y Tomás de Aponte, vecinos que tenían en  ellas sus  solares. En el esquema del Obispo Díez Madroñero se la indica como esquina de Don Fermín Echeverría, y desde finales del siglo XVIII se le denomina Camejo."

Cabe destacar que esta esquina tuvo gran importancia en la vida política de Venezuela, por vivir allí importantes personajes de los primeros tiempos de la República.

Esquina de Camejo
Fuente Banco Mercantil

Esquina de Camejo 1925

Casa de Gobierno

1853-Plaza Bolivar vista desde el Norte, a la derecha la Casa de Gobierno (hoy Casa Amarilla), a la izquierda la Catedral y el cementerio. Litografia de H.v.L.A.W., en "Venezuela Pintoresca" de Henrique van Lansbergue, Imprenta Carreño Hermanos,Caracas.

La primera Semana Santa de la Caracas Colonial

La primera Semana Santa de la Caracas colonial-entonces modestísima aldea con sus chozas de paja y bahareque-tuvo lugar al año siguiente de la fundación de la ciudad.


Flores de los campos adornaron la pajiza ermita situada al noreste de la Plaza Mayor, dedicada al apóstol Santiago, bajo cuya advocación había sido fundada Caracas. También se vieron las silvestres flores en la ermita de San Sebastián (primera construcción religiosa en la ciudad de Caracas) *, un poco más al sur de la Plaza Mayor. Eran éstos los dos únicos dos templos que tenía Caracas.
Junto al fervor y la fe de los encomenderos venidos de España se mostró el asombro de los indios ante las desconocidas preces y ceremonias conmemorativas de la pasión y muerte de Cristo. Indígena representación acompaño a los españoles en esos actos y dio su ofrenda de plantas de la montaña avileña, de su Guaraira-Repano.

Desde ella trajeron los indios la palma de cera (ceroxylon andícola) que desde entonces sería llamada palma bendita o palma de ramos.
Luciría en la ceremonia matutina del Domingo de Ramos en las manos de quienes acompañaron la procesión. Después, exornaría las ventanas de las pocas casas y no hubo choza con ventana que no luciera una palma. Presentes indígenas fueron también la pesgua (gaultería adorata), la angelonia (angelonia caracensis) y el maíz, tesoro de los aborígenes. La pesgua y las flores de angelonia cubrieron el rústico piso de los templos y perfumaron con su suave fragancia todos los días de la Semana Santa. Tiernas plantas de maíz se unieron a la manzanilla (camomilla),cultivadas en las huertas de legumbres, y primer aporte exótico del conquistador, para aparecer en la noche del Jueves Santo adornando el altar de los modernísimos templos. En ellos muy cerca de la naturaleza, muy cerca de Dios, se celebró grandiosa y sublime, la primera Semana Santa colonial.

Después, los conquistadores, fieles a la tradición española, conservarían en sus hogares, tras las puertas y ventanas, como protección, la crucecita de palma bendita que sería renovada en la próxima Semana Santa. Y en otros sitios, cuidadosamente envueltas, las flores de manzanilla en cuyas virtudes medicinales confiaban.

Seguiría creciendo lentamente la ciudad, diezmada de vez en cuando en sus habitantes por las peste o fiebres y sementeras vecinas por las plagas de langosta.

Fueron surgiendo nuevos templo. Hacia el norte a corta distancia de la ermita de San Sebastian (llamada de San Mauricio, luego que la de San Mauricio se quemo en el año 1579 y la imagen fue trasladada a la ermita de San Sebastian, donde actualmente se encuentra, corresponde en la actualidad a la Iglesia de Santa Capilla)*, la de San Mauricio (originalmente situada donde actualmente se encuentra el correo de Carmelitas)*.

De España o de México vendrían imágenes religiosas: San Mauricio, San Jorge, Santiago, patrones militares de la ciudad

Fuente:  Graciela Schael Martínez “Estampas Caraqueñas”
editado por el Concejo Municipal del Distrito Federal.
Caracas 1975 primera edición.

San Capilla  1900
antigua sede de la
Iglesia de San Mauricio
donde se celebró la primera Misa de Caracas