domingo, 24 de abril de 2022

Letra y Solfa

Casualmente revisando algunos de los pocos archivos que he logrado recuperar de los dos discos duros que fueron victima de apagones caraqueños, encontré este de Alejo Carpentier, hoy al cumplirse 42 años de su desaparición física, en él  nos habla de la palabra cibernética y su posible alcance en este reino el 09 de agosto de 1953, en El Nacional.   


CIBERNETICA  [sic]

“Aunque la palabra “cibernética” es usada ya con mucha frecuencia en la ciudadela de las letras, dudo que la noción creada por ella en las mentes sea susceptible de verse definida claramente. Nadie logra explicar lo que es “cibernética” como ciencia, sino por el camino de las aproximaciones sucesivas, de las analogías, de las imágenes. Por lo mismo, considero de suma utilidad el ensayo publicado en el último  número de la  “ Nouvelle  Revue Francaise”, por Luis de Broglie, insigne físico, quien trata de explicarnos, con la mayor claridad posible esa “nueva rama de las ciencias…que debe su origen y su nombre a los trabajos del matemático norteamericano  Norbert Wiener”.

“No es fácil – Nos dice Luis de Broglie- ofrecer definición precisa de la cibernética. Su nombre, ya empleado por Ampere en su clasificación de las ciencias, significa etimológicamente que es la ciencia de lo que gobierna, de lo que “controla” en el sentido inglés del término:  la ciencia que hace entender el funcionamiento desde el puesto de mando. Podría decirse también que es la ciencia de los desencadenamientos (¿Cómo traducir el francés? “declancher”: operación inicial que desata, acciona, echa a andar alguna cosa?); es decir: de acciones que ponen en juego unas mínimas cantidades de energía, de las cuales no nos preocupamos, pero que tienen, el poder de provocar o de modificar fenómenos de una amplitud infinitamente mayor. Puede tomarse como imagen el regulador que mantiene constantemente en su velocidad normal una poderosa turbina, o , en otro orden de ideas, el telegrama recibido por el comandante  en jefe de un vasto ejército,  telegrama que lo decide librar la gran batalla de la cual depende el destino de toda una guerra…”

“Penando en ello, se ve aparecer el papel fundamental que debe desempeñar, en la cibernética, la noción de información, de la cual no se había percibido hasta ahora, toda la importancia. Porque la serie de desencadenamientos que se producen en los sistemas estudiados por la cibernética son provocados por  la negada de informes  que provienen de otros lugares del sistema, y muchas veces del exterior… Una de las ramas maestras de la cibernética será, pues, la teoría de las transmisiones y de las comunicaciones: es decir, el estudio científico de los modos de transmitir una información por un procedimiento cualquiera que podrá ser mecánico, acústico, óptico, eléctrico, radio-eléctrico, etc…

“Al reino de la cibernética se une también el perfeccionamiento de las máquinas de calcular – esas sorprendentes máquinas de calcular que disponemos actualmente, capaces de ejecutar cálculos difíciles y variados,  con mayor seguridad y mucho más rápidamente que el cerebro humano:  éste se encuentra, pues,  rebasado por los dispositivos que ha sido capaz de imaginar y realizar… La teoría de las máquinas de calcular , de las transmisiones de señales,  y, más generalmente, todas las que constituyen el haz de estudios que constituye la cibernética actual, parecen aportar numerosos informes sobre el funcionamiento  normal o patológico del sistema nervioso,  y, en particular, sobre el mecanismo de los reflejos: algunos autores han demostrado que podía ayudarnos a entender el funcionamiento del pensamiento lógico. 

Finalmente,  como lo ha subrayado Norbert Wiener al final de su obra la ya famosa , “Cybernetics”, los mismos fenómenos sociales podrían beneficiarse con una aplicación, a su estudio, de la nueva ciencia”.

El Nacional 

Agosto, 1953 




sábado, 16 de abril de 2022

La Fiesta del Café

 Por José García de la Concha 


“El café oriundo de la región llamada Kaffa, en Etiopía, Arabía, se difundió por todo el Oriente desde el siglo XV. En el siglo VXII pasó de Europa a las Antillas francesas, desde no tardó en extenderse por toda la América Latina. De las Antillas pasó a Venezuela, lo trajo al Valle de Caracas el ilustre presbítero don José Antonio Mohedano, quien junto a sus amigos Pedro Sojo, Bartolomé y Domingo Blandín lo plantaron en sus respectivas estancias de la Floresta, San Felipe de Neri y Blandín.
Ya don Arístides Rojas en sus famosas Leyendas Venezolanas, nos habla de su fiesta al describirla en “La Primera Taza de Café en el Valle de Caracas”.
   
                                                                                Padre Sojo 

Si hoy llamamos “Oro negro” al petróleo, nosotros hubiéramos podido llamar “Oro vegetal” al café, ya que fue nuestra riqueza en el siglo pasado y primera década del presente, sólo que, aunque menor, la supimos aprovechar. Yo siento tristeza cuando oigo decir: “Hay que sembrar el petróleo”, es decir, hay que aprovechar ese causal que Dios nos ha deparado, en industrias, plantaciones, fundaciones, para cuando le llegue su fin poder decir: se nos acabó el petróleo, pero tenemos esto o aquello que nos deja tanto o más.  No así sucedió con el café, nosotros sembramos el café; pero también sembramos gran parte de lo que nos producía. Venezuela por medio del café, salió a mediados del siglo XIX, que fue cuando se incrementó, del letargo que sufría desde la época colonial.  El Café le abrió las puertas al comercio exterior, y esto trajo por si inmigraciones importantes que no le costaron nada a la Nación.  A pesar de las crecidas deudas externas que pesaban sobre el fisco nacional, el Gobierno obtuvo nuevos créditos para extender ferrocarriles, abrir caminos, crear moneda, instalar Bancos y hacerse conocer en el extranjero como país productor de café, como Suiza demandaba nuestro cacao, los ingleses proyectaban y los modistos de París preparaban los encargos de distinguidas familias caraqueñas. 

Si el cacao, la caña de azúcar, el tabaco, el añil o el maíz, frutos del brazo venezolano, despertaba entusiasmo de un pueblo viril que se enorgullecía  de su propio valer, nunca supe de mayor patriotismo o mejor dicho, nunca vi mejor asomada el alma de la patria en el corazón del hombre de nuestros campos, que en las “faginas”  o “convites”  y sobre todo en el “remate”, que en la fiesta del café, entre los hacendados de Táchira, Mérida, Trujillo, los de Lara y Yaracuy, como en las extensas de Carabobo y Aragua, como en la Fila de Mariches y  los Valles del Tuy. El café en Venezuela ocupó todas las zonas. Por ello, el mejor obsequio de llanero para sus visitantes es una taza de café, en los Andes es el regalo con agua miel, en Oriente, en Margarita y ya en Caracas, es el pobre como el rico, a quien nunca le falta la tacita de café y ha de ser por esto que el Café en Venezuela es algo íntimo, y si en todas partes y en toda fiesta es imprescindible, es natural que su fiesta fuera cosa grande. 

Se preparan los semilleros, luego de repican, y cuando la plantica ha alcanzado de treinta a cuarenta centímetros, se trasplanta a su lugar definitivo donde previamente ya se plantaron los guamos, si es en tierra fría, o los bucares, si es tierra caliente; pero mientras estos arbolitos puedan dar la sombra requerida, se cambureaba el terreno, es decir, se plantaban bananos, escogiendo las especies de alto mástil, como el cambur titiaro, el topocho, el manzano o bien el lagunero.  Estos plátanos fertilizaban el terreno y daban la sombra que los pequeños cafetos necesitaban. Luego venían los deshierbos y la espera, en tres o cuatro años ya estaba fundada la hacienda.  El fundo, como se decía. 
Y ahora vengan las cosechas y con ellas el entusiasmo campesino. Las transacciones de bolsa y los créditos al comercio para los dueños y encargados. 



Todo el año tiene interesantes aspectos, tanto en la labor agrícola como en la comercial, con sus alzas y bajas. En lo rural: el despalillo, la floración, el deshierbo y luego la cogida, el descereso, [sic ] el patio, la trilla, la escogida y ensacada. Cada una de estas faenas distraen la vida monótona del campesino tropical, que su vida en el campo es diferente a la del campesino europeo que las cuatro estaciones les hace la vida más variada. 

Es por ello el desborde de alegría, cuando los campos, bajo los bucares en flor, presentan los arbustos del café cuajados de rojos corales que van a las cestas de las cogedoras, que parlanchinas y rientes se riegan por toda la fundación, para luego de un día de trajín llegar a la tolva para los efectos de la medida y recibir la paga. Después, al repartimiento o a la pulpería para regresar y alistarse para el joropo de la noche. 

Cuando ya finaliza la recolecta, es el patrón que da la despedida, el el “remate” por lo que quedó. Y hay piñatas, pollos descabezados, maratón, palo encebado, sartenes ahumadas, papelón con sorpresa, sancocho de gallina, hallacas navideñas, dulces de lechosa o conservas y pan de horno, tequiche y majarete y aguardiente de caña, y la pichagüita que no descansa del colador de balleta, de donde sale la colada de la aromática infusión de nuestro café. 



  
Arpa, cuatro y maracas marcan los compases del golpe tocuyero, o aragüeño, o del Alto Apure, si la fiesta es en el centro. Para los Andes, el bambuco o pasillos; y si Oriente, sus corridos, pasillos y merengues. 

Siempre pienso que en Venezuela, la que tanto le debe al café, en los días de Pascua, que es la época en que la mata está cuajada de granos rojos, debiera cada familia tener sembrada una tina, en su casa, una mata de café., y adornarla como lo hacen con arbolitos de otras tierras y climas y rendirle su tributo con la fiesta mas venezolana como lo es La Fiesta del Café. 

Caracas, 30 de julio de 1961

Fuente: Crónicas de Caracas de 1961.