martes, 31 de enero de 2012

Una metrópolis llena de secretos

Publicado en  El-Nacional

1997
PABLO ANTILLANO

Una ciudad como Caracas ya no puede ser comprendida y mucho menos vivida sin una brújula, sin una base de datos. Sus habitantes no han dejado de agregarle a su cuerpo todo tipo de invenciones, frutos de su propia imaginación o equipajes complejos inspirados en grandes ciudades.

El amor secreto y consistente de sus habitantes la fue dotando por años de enormes parques y numerosas plazas, y lo que una vez fue un tranvía, hoy es un formidable sistema de transporte subterráneo. Pero también la dotaron de un aeropuerto, de enormes vías de comunicación que vuelan sobre portentosos pilotos y modernos sistemas constructivos. La modernidad del siglo XX se levantó sobre enormes y seductores edificios pensados para el trabajo y la intimidad.

Caraqueños de todos los tiempos, emocionados inmigrantes y venezolanos de todos los rincones del país confluyeron en una laboriosa y consistente actividad creativa para hacer de Caracas una de las ciudades más vivas y seductoras del continente. Ha sido tanto y tan variado el aporte de sus ciudadanos que hoy es definitivamente imposible conocer sus secretos a cabalidad, hoy hay gente para todo, sitios para todos, rincones insospechados, objetos y servicios capaces de satisfacer los gustos más insólitos. La cantidad de espacios que se destinan a la cultura y al entretenimiento representan un síntoma inequívoco del carácter sensual y abierto de los ciudadanos. La proporción de museos y galerías, de salas de cine y teatro, de discotecas y restaurantes, de breves cafés y sitios musicales, hablan de una ciudad que vive la aventura colectiva como muy pocas en el mundo. El caraqueño, a pesar de las calamidades de cualquier ciudad moderna, vive la calle con intensidad. Se descubre a sí mismo en la relación amistosa y en los placeres mundanos que la ciudad ofrece.

La intensidad de la experiencia al aire libre o en los pequeños tumultos de los comederos del mediodía, se prolonga más tarde en la intimidad de la casa en los innumerables objetos que le brinda la oferta comercial. No sólo son los discos, los libros y el video, los atuendos y los adornos, sino la cantidad de productos que se producen en el mundo entero y que fluyen a través de su energía económica.

Este mundo urbano, rico y complejo, necesita con urgencia este plano, un instrumento de viaje hacia su interior que le devolviera al individuo un sentido pleno de totalidad. Y eso es lo que se propone Date en Caracas , guiar al ciudadano por las avenidas desconocidas de su ciudad, orientarlo en su cita permanente con la calle y los objetos. Date no sólo recoge un sentido de cita, de fecha y lugar, que tiene su gramática universal, sino que evoca la expresión caraqueña que invita al amigo a dar, a transferir felicidad, y sobre todo a darse a sí mismo, el placer de su ciudad.

La cita inicial de los ciudadanos con su brújula se inicia esta semana con este primer número de Date , y se prolongará con la promesa de identificar semanalmente el rasgo más poderoso que mueva el humor y el sentimiento dominante de Caracas.



 

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