viernes, 24 de julio de 2020

CARACAS


Por Lucas Manzano

“Según la tradición vernácula fundó esta ciudad con el nombre de Santiago de León de Caracas, el valiente Conquistador zamorano, General Don Diego de Losada que en gloria esté, el día veinte y cuatro de julio de 1567.[Sic]

Negar que antes se había establecido Francisco Fajardo en el mismo territorio el “Hato de San Francisco”, sería distanciarse de la verdad histórica, pues consta que el hijo de doña Isabel, cacica Guaiquerí, visitó en compañía del portugués Cortez Richo el bohío que motejó “Valle de Cortéz Bichó”, portugués que le acompañaba e la expedición, fundó luego el pueblo de “El Collado”  y habría el mestizo hecho maravillas a no hárberselo impedido las acometidas de la indiada, cuyo Jefe el audaz Guaicaipuro, le obligó a regresarse a su residencia de La Margarita y fue asesinado villanamente por Cristóbal Cobos.

Restos de la actuación de Fajardo, con quién colaboraba Juan Rodríguez  Suárez, valiente caballero de la Capa Colorada, encontró Losada en la penetración que hizo en el año 1566.

Cronistas contumaces  y, en consecuencia, amantes del taparrabos y de la civilización en esta parte del mundo, trataron, hasta un ayer reciente, de impedir con sofismas y argumento de ninguna consistencia la realización del homenaje estatuario a que es acreedor el fundador de Caracas.

Desde hace más de un cuarto de siglo venimos escribiendo en loa a Diego de Losada, con el fin de que se le rinda el merecido tributo de eterna recordación a que se hizo acreedor. Fuimos iniciadores de la primera Junta reunida en la Legación española, cuando representaba a su patria el Ministro Ranero y Rivas, y presidia la colonia española don Manuel Pérez Abascal. En aquella oportunidad habíamos logrado la colaboración del Gobierno español para el fin expresado, pero los sucesos que ocurrieron en Madrid desalojando a Primo de Rivas, nulificaron lo hecho.

Ha  [Sic] poco menos de seis años los miembros del “Rotary Club” de Antímano, iniciamos la erección del monumento y abre un concurso, según la prensa diaria lo ha publicado, para rendir homenaje al fundador de la ciudad; nos sentimos obligados a pergeñar unas cuantas parrafadas en loor de Don Diego de Losada.

En efecto, establecer la hacienda ganadera que e denominó “San Francisco” no es fundar una ciudad. Los conquistadores y los fundadores de pueblos, en tierras descubiertas por el glorioso Almirante, debían llenar el requisito a que estaban obligados, por requerirlo así las disposiciones que corren insertas en “leyes de Indias”. Según ellas, el conquistador debía proceder de esta manera:
Colocar el Padrón, que venía a ser una columna o pilar de una lápida o inscripción que recordase el notable suceso, o bien colocar la piedra fundamental que servía de mojón, rollo o padrón de arranque para la distribución de las tierras entre los primeros pobladores. El acto revestía trascendencia  por su gran solemnidad religiosa y cívico-militar.

Un pregonero publicaría los poderes necesarios para la fundación, en presencia de los pobladores  y testigos que habían de firmar el acta, luego se contaba con la libre voluntad de los vecinos que “querían poblar bien y con seguridad” en tal parte y sitio determinado. Hecho esto se imponía el nombre que debía llevar la población en adelante y, fijando el padrón, se declaraba establecida y fundada la ciudad en nombre de su Majestad el Rey de España y de la nación española. Finalmente, se señalaban allí mismo los límites del territorio o provincia.

Arbolado el rollo, el Capitán echaba mano a la espada u delante de testigos y pobladores tocaba por dos veces el padrón retando a los presentes en estos o parecidos términos : “Si alguno es tan osado y villano que contradijere este muy grande acto por el cual tomo posesión de este territorio y provincia e nombre de Su Majestad el Rey de España, que Dios guarde, y para gloria de Dios nuestro señor, que comparezca y lo diga…”


Al elegir Losada el nombre de “Santiago de León” para la nueva ciudad, quiso homenajear al Capitán General Pedro Ponce de León, quién le designó para que llevase a término empresa tal. En medio de la sabanita que eliminaba el área elegida para la Plaza Mayor debió verificarse el levantamiento del Acta.
 
Diego de Losada por el pintor venezolano Antonio Herrera Toro


Se repartieron solares, cada cuatro de los cuales habían de componer una manzana. Trazaban las calles tiradas a cordel de naciente a poniente y de sur a norte, porque así lo pauta su Majestad   en “Leyes de Indias”, y para solemnizar un tanto más el acto, que se verificaba   en el nombre de Dios y del Rey, nombraron Regidores a López de Benavides, Bartolomé de Álamo, Martín Fernández  de Antequera, y Sancho del Villar, esforzados lugartenientes de Losada.

Años más  tarde los albañiles rendían eficientes labores al amparo de las cuales iban surgiendo casas que habían de alojar al tren gubernamental.

Cerca de la esquina de Juan Guevara se levantaron la casa del ayuntamiento y la de la Cárcel Real, mientras que en el extremo inmediato, con cuatro horcones extraídos de los cedrales que sombreaban el Valle de los Indios Caracas, los presbíteros Blas de Puente y Fray Baltazar Garcés, Capellanes del Ejercito Expedicionario, acometían la construcción de la futura Catedral y de la ermita de San Sebastián en el ángulo norte de la hoy llamada esquina de Tienda Honda, la última.

                Todo el mundo trabaja. Los aborígenes fatigaban el espacio para desalojar las chozas construidas por Francisco Fajardo. Doscientas bestias de carga, ganado lanar y porcino en abundancia, quinientos carneros que a su paso por Valencia le obsequiara el Teniente de Gobernador Don Alonso Díaz Moreno, entraban a enriquecer el joven pueblo, embellecido por “Cerro Grande” que tomaba el nombre de Avila por generoso desprendimiento del hidalgo don Gabriel de Avila.

Primer Planto de Caracas 1578/ Pimentel 
Juntáronse luego el Cabildo para elegir Alcalde a Gonzalo de Osorio, sobrino de Losada, y oír el voto que había de cumplir el General, hecho a favor de San Sebastián, que le libró de las saetas envenenadas, pues no obstante la lluvia de flechas con la que Guaicaipuro trató de cerrarles el paso desde que entró  en sus dominios  hasta que se firmó en “El Valle del Miedo”, sano y libre quedó de los atroces peligros.

Fray Pedro Simón hace ver que Diego de Losada llegó muy joven al Nuevo Mundo, y aunque de corta edad,  dejaba ver sus acciones y virtudes, hijas de su noble progenitor.

En la celebrada expedición al Río Meta, que organizó el General Antonio Cedeño, y para lo cual embarcaron dos navíos cuarenta caballos y ciento cuarenta hombres, bajo las órdenes del capitán Juan Bautista, Diego de Losada desempeñaba  un cargo importante, según se desprende de Castellanos cuando dice:

“Cedeño en estos tiempos y ranes dentro de Puerto Rico, ya tenía copia de excelentísimos varones, caballos, munición, artillería; vino con esta gente Juan Bautista y el animoso Diego de Losada, fortísimo varón de la conquista”.



El hombre que había de fundar Caracas  era Maestre de Campo de ese mismo ejército  y “Jefe único”, cuando por celos de una india de la servidumbre del general Cedeño lo envenenó con un filtro de amor. Más aún, cuando parte del país en 1525 pertenecía a Alemania, porque los Belzares gozaban del contrato  con Carlos I de España y V de Alemania para que disfrutaran de nuestra heredad, don Enrique de Rembolt designó al Capitán Losada como su real Teniente. Gratos recuerdos conservaron de él los corianos que no tuvieron que trasladarse con sus haberes hacía otras poblaciones en busca de la vida.

El intrépido Losada dió a conocer los inconvenientes que les ocasionaría el abandonar la reciente fundación y ofreciéndose él para solicitar en Oriente hombres y provisiones, puso manos a la obra y en compañía de Villegas inició el célebre viaje de doscientas leguas por sabanas vírgenes y montañas inaccesibles.

    Logrado su propósito en Cubagua, Cumaná y otras conmarcas por las cuales transitaban, retornó a Coro en Septiembre de 1544 con los recursos obtenidos.

Tales antecedentes le dieron méritos ante el Capitán Pedro Ponce de León para que le encomendase la conquista y pacificación de los Indios Caracas que inició en 1566 y coronó felizmente el 25 de julio de 1567.

                Han transcurrido desde entonces trescientos noventa y nueve años, y Caracas no ha rendido a su Fundador el homenaje y el respeto que reclama su hazaña inenarrable.” 



Fuente: Lucas Manzano/ Tradiciones Caraqueñas, Libro Póstumo, Empresa el Cojo C.A, Ccs, 1967 (Pág. 202-208)

1 comentario:

  1. Siempre me llamó la atención que la imagen de Digo de Losada pintada por Herrera tiene un gran fallo histórico y es que la bandera que porta no corresponde con la bandera del imperio español para esa época, la bandera era blanca con la cruz de Borgoña roja.
    Saludos

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