Antes
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Ruinas de la Casona Bello Monte |
Hasta hace unos años se podía ver en Sabana Grande, metida entre el follaje campesino, las ruinas de la casa de Bello Monte, una hacienda colonial de caña de azúcar. Bajo los techos hospitalarios de esta casona austera el sabio Alejandro Humboldt fue festejado la noche de reyes de 1800. Para ese momento la finca rural pertenecía a Andrés Ibarra. Posteriormente la adquirió el súbito ingles Jhon Alderson, quién fue fervoroso partidario de nuestra emancipación e intimo amigo de Bolívar y Humboldt. Don Arístides Rojas, aquel inmenso cronista caraqueño, nos dice que esta casona: “Bello Monte” no ha desaparecido. Cambió de dueños pero quedó inmortalizada con el recuerdo de las pasadas grandezas, bajo la atmósfera luminosa que baña con el aroma de flora, arboleda, maleza, ruinas casa silenciosa, cedros seculares… “El progreso no perdonaría aquellas ruinas venerables de la casona de la famosa hacienda”.
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Hacienda Ibarra |
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Plano de la Hacienda Ibarra |
Después
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Sabana Grande / años 50 |
De aquella mansión rural enclavada en la tradicional Sabana Grande, no queda sino el añorante recuerdo que nada ni nadie podrá borrar de los mejores anales de Caracas. El empuje urbanístico barrió con los muros de noble piedra que cubría el silencio de los (ilegible) que llevaban impresos en su mudez el señalado acontecimiento del centenario de Humboldt, celebrado en su ambiente lleno de aromas y añoranzas. Hoy aquello es parte de una urbanización residencial que se extiende hasta lo que se denomina Colinas de Bello Monte. Si duda que la mayor parte de sus residentes ignoran la historia apasionante de este sitio y todo lo relativo a la finca con su trapiche, su casona, su interesante flora admirada por los insignes naturalistas que nos visitaron a finales del Siglo XVIII y comienzos del XIX. No obstante, queda flotando en su ámbito aquella brisa lejana y en la memoria el recuerdo de amables días.
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Casona Ibarra UCV / 2010 |
Fuente: Elite
1952