domingo, 23 de septiembre de 2012

Remembranzas de la Hotelería Caraqueña


El siguiente texto fue tomado de la página de los amigos Viejas Fotos Actuales, publicado en el 2006
Espero sea de vuestro agrado.  

" Quienes escriban acerca de la hotelería venezolana, tendrán la obligación de evitar omitir un personaje llamado FEDERICO SCHLESINGER. Austríaco, llegó junto a quienes encontraron patria en la Venezuela lopecista al terminar la guerra y la agonía del gomecismo, abriéndosele las puertas a inmigrantes de toda Europa.
De Mampote salió para unirse a los creadores de La Vienesa, donde trabajó como repartidor. El esfuerzo le permitió escalar posiciones hasta llegar, sin que yo conozca detalles, a dedicarse a la hostelería. Tuvo a su cargo el hotel Potomac, de la FAMILIA ATENCIO, como lo detallaron hace pocas semanas en estas páginas.
Estamos en el primer lustro de los años cincuenta, cuando diagonal al referido establecimiento, levantaron el edificio de La Electricidad de Caracas, diseñado por Tomás Sanabria, que incluyó helipuerto y un espacio Amplio en la planta baja, destinado a servir como restaurante y sala de fiestas. Don Federico, como lo conocían pues era amigo de mi padre, asumió la dirección de ese restaurante llamado El Encantado, como evocación  a la planta con la que en 1895 inició  actividades la empresa fundada por Ricardo Zuloaga.
Tuvo horas esplendorosas el Potomac, con su enorme terraza en la extensión del comedor y bar frecuentado por gente interesante. Estaba al frente del hotel el señor Schlesinger cuando secuestraron al futbolista Di Stefano, en la parte final del gran hotel que era el Potomac, claro está que sin el modernismo del emblemático Tanamanaco como tampoco el nivel del Avila. Diría que igualaba en categoría y precio al no menos célebre hotel El Conde, cuyo bar y restaurat a una cuadra de la Plaza Bolívar, fueron famosos además de haber sido punto de despacho de las aeromozas y pasajeros de la  aerolínea Avensa, con una oficina de pasajes en la parte baja del edificio, en el lado opuesto a la arcada norte del pasaje Capitolio, el cual, como el pasaje Zingg, figura entre los primeros centros comerciales modernos en el centro de la ciudad. Si no estoy equivocado, el edificio del hotel El Conde, es, o era, propiedad de la familia Pérez Guerrero.



Schlesinger  continúa  pero en otro establecimiento que tuvo la capital, el cual aún subsiste sin que nada tenga que ver con la modesta prestancia de otros tiempos: el Waldorf, edificación especialmente diseñada como hotel, probablemente a comienzos de los años 40, como se aprecia al analizar el diseño. En la misma acera, al lado, Domenico Filipone, otro arquitecto merecedor de mayor justicia, diseñó la Casa de Italia, edificio a mi juicio espectacular, cuyo restaurante era algo especial además de contar la edificación con una sala de fiestas de dimensiones poco usuales aunque de acceso complicado debido a las escalinatas que dan acceso a los ascensores, tal como se constata hoy pues el restaurant continúa como también celebran fiestas en la enorme sala con piso de mármol aunque la zona sea menos atractiva y veamos movilizar otro público por los alrededores. 


Pues bien, Schlesinger se concentró en El Encantado y el Waldorf: a mediodía estaba en restaurant de La Electricidad y de noche despachaba hasta altas horas en el Waldorf, en cuyas paredes del comedor colgaban obras de maestros de la alta pintura europea del siglo XIX y comienzos del XX pues invertía en arte parte de las ganancias como hostelero profesional. Cada diciembre, Don Federico obsequiaba a no menos de 300 niños, con juguetes de calidad, distribuidos en el curso de meriendas espléndidas organizadas sin remilgos de ninguna especie. De esa manera, como de otras muchas, retribuía a Venezuela lo que el país le dispensaba desde cuando llegó dispuesto a rehacer la vida con esfuerzo, tesón y pasión constructiva. Schlesinger tenía humor, pasión por el trabajo. Detrás del comedor, había un espacio de regulares dimensiones en donde semanalmente se reunían rotarios, los miembros del Serra Club, la asociación de damas presidida por Margot Boulton€¦ La comida, tanto en El Encantado como el Waldorf, era buena y ambos establecimientos contaban con un equipo que se desempeñaba con profesionalismo y esmero en la atención pues estaba compenetrado con la manera de ser y entendía la generosidad del patrono, quien hacía gala de su afabilidad. Como decimos al comienzo de estas líneas, merece ser tomado en cuenta cuando se escribe de gastronomía y hostelería venezolana de la segunda mitad del siglo XX. Ubico su muerte hace  treinta años. 
Residía en la parte alta o prolongación de la avenida La Salle, más arriba de la farmacia Guaicaipuro, donde existe un puentecito y un pinar, subiendo del lado izquierdo de la vía. Poseía un Cadillac El Dorado color oro mas no crea el lector que el lujo lo acompaña siempre pues existe una fotografía en la que aparece vistiendo uniforme oscuro junto a la camioneta de reparto con que se abrió  camino en la Venezuela del decenio de 1940.
Puente Bolívar
Av. La Salle
años 50´s 


3 comentarios:

  1. ¡Qué intresante historia la del Sr. Schlesinger! Me enteré de cosas nuevas. Siempre me han llamado la atención las historias de los hoteles. Me permito compartir una pequeña nota sobre el Majestic, hermoso hotel que fue destruido por la "furia constructora" de la Caracas de los 50's... http://on.fb.me/16mSmWX

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  2. El Hotel Waldorf ha sido recientemente restaurado y ampliado. Quedo de lujo 5 Estrellas, lo cual es una bendicion para la Zona de La Candelaria.

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