Tras las huellas del sismo
Entre los testimonios más dramáticos acerca del tremendo terremoto
de 1812 se halla el que por aquel tiempo publica el señor Luís Delpech, un francés
residente en Caracas. El historiador Jesús Rosas Marcano traduce parte de esta versión
tomada de “Le Journal de París”, donde aquél afirma, entre otras muchas cosas,
lo siguiente: “en medio de un aire infecto, hemos visto recoger los cadáveres en
distintos sitios de la población para ser incinerados con las maderas extraídas
de las ruinas, a fin de contrarrestar alguna epidemia”. No menos impresionante
es la relación del escritor realista José Domingo Díaz, así como también la que
nos deja Manuel Palacios Fajardo, ambos testigos presenciales del suceso. En
sus estudios Sismológicos – publicados en 1942- el Ingeniero Melchor Centeno
Grau, a la par de una serie de consideraciones de orden técnico que formula
acerca de los orígenes y periodicidad de estos fenómenos en Venezuela recoge
abundantes testimonios y lleva una relación rigurosamente cronológica de todos
los hechos de esta naturaleza acaecidos en el País desde el descubrimiento
hasta nuestros días.
Durante un largo período no deja de temblar en Caracas. Aparte de las capitulaciones contenidas en el expresado trabajo de Centeno Grau, hallamos en las páginas del señor Ker Porter testimonios acerca de una serie de movimientos sísmicos que se registran en Caracas durante los años de 1822 y 1823.
El diplomático anota cuidadosamente la hora y fecha en que aquellos se producen, así como otras observaciones sobre la intensidad y duración. Capítulo aparte por su estilo pintoresco merece por ejemplo la siguiente referencia que hace ker Porter sobre un temblor que ocurre justamente en 1827 cuando el Libertador pasa unos días en Caracas:
Durante un largo período no deja de temblar en Caracas. Aparte de las capitulaciones contenidas en el expresado trabajo de Centeno Grau, hallamos en las páginas del señor Ker Porter testimonios acerca de una serie de movimientos sísmicos que se registran en Caracas durante los años de 1822 y 1823.
El diplomático anota cuidadosamente la hora y fecha en que aquellos se producen, así como otras observaciones sobre la intensidad y duración. Capítulo aparte por su estilo pintoresco merece por ejemplo la siguiente referencia que hace ker Porter sobre un temblor que ocurre justamente en 1827 cuando el Libertador pasa unos días en Caracas:
Ruina del Convento de la Merced Según cuadro de Cristobal Rojas Las huellas del terremoto perduraron en la Ciudad |
“Salí a caballo esta mañana temprano, regresé a las
8 y apenas había desmontado cuando tuvimos un par dze temblores de tierra. Los
habitantes pronto llenaron las calles y se escuchó el usual zumbido de rezos,
ladridos de los perros y el tañido de las campanas. Yo me guarnecí debajo de la
viga de las ventanas de mi dormitorio, que en todo momento es el lugar más
seguro, cuando no es posible salir afuera a un sitio abierto. Este ha sido con
mucho la más severa sacudida que he experimentado desde mi llegada a Caracas.
Durante los muchos segundos que aguardaba el retumbar parecido al trueno y el
estremecimiento incesante de la casa, techos y paredes, me asomé a la calle
esperando a cada instante ver la caída de algún edificio, pero, a Dios gracias
cesó pronto. Durante el tiempo que duró, todo el mundo afuera parecía como si
fueran estatuas. Ni una criatura se movía. Sus labios eran los únicos músculos
que se observaban en acción. Pues las Aves Marías y Jesús etc., pidiendo
misericordia resonaban por dondequiera. A las 8 sucedió el tercer sacudimiento
de naturaleza leve. Espero que todos éstos sean todos en muchos meses
siguientes”. (7-7-1827.)
Fuente: Caracas de Siglo a Siglo
Guillermo Jose Schael
Segunda edición 1966
¿Consecuencias? :v
ResponderEliminar¿consecuencias? las necesito
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