Comparto con ustedes imagenes del Pasaje de Linares así como reseñas encontradas en El Cojo Ilustrado y del libro "La Caracas que conocí " de Francisco A Moya.
Esta hermosa gráfica apareció en El Cojo Ilustrado de 1901, y la cual reseñaba lo siguiente : " Caracas, La ilustración que en el presente número determina un aspecto de la ciudad capital, cual es el de la entrada al Mercado Público, por el "Pasaje de Linares", exterioriza al propio tiempo una importante manifestación de la actividad individual"
En esta otra nos evoca la Caracas de nuestros antepasados y nada mejor que darle vida a la imagen con la descripción hecha por Francisco A Moya en "La Caracas que Conocí" donde expresa :
" La Plaza del
Mercado, como lo llamaron, tenía en un pedestal
una estatua del Ilustre Americano, título del presidente Antonio
Leocadio Guzmán Blanco. Alrededor de este monumento se colocaban
los vendedores de pájaros como turpiales, azulejos, loros y esos pericos que
llamaban “cara sucia”. También los muchachos
limpia botas portando sus cajoncitos de propia fabricación. Antes de
llegar a la primera nave del edificio construido de norte a sur y en su entrada
central se encontraba la venta de flores diversas, claveles de Galipán y
azucenas, rosas y dalias, geranios, gladiolas y helechos para la confección de
ramos y coronas. Ya en el propio edificio del Mercado Principal, aunque no
había otro, estaba la venta de refrescos y de frutas nacionales, igualmente los
llamados “frutos menores” o verduras, ñames, apios, papas, batata, ocumos,
papas blancas y rosadas, yuca y variedad de hortalizas.
Al frente de esta primera nave y
a mitad de la cuadra, sobre la acera norte se encontraba colocado el pedestal
cilíndrico de menos de dos metros de alto y como de cincuenta centímetros de diámetro
donde se encontraba colocado de canto la piedra circular achatada,
medio inclinada hacia atrás, y que tenía en su centro una especie de clavo
grande, que al reflejar su sombra en el horario grabado alrededor de
la piedra indicaba la hora. Esto se llamaba “El
reloj de Piedra”, en realidad se trataba de un reloj de sol.
Con una explanada y gradas que en
forma de una escuadra daba acceso a las callejuelas que separaba al Edificio
del Mercado, donde se expendían las carnes y el contiguo llamado “Linares” que
en dos pisos tenía su frente en la Calle Este 4, de Traposos a
Chorro.
Este pasaje Linares enlazaba con
una calle al frente del lateral sur de la Plaza de El Venezolano que era su
verdadero nombre y la Sur 1, entre San Jacinto y Traposos. Este era
el sitio indicado para que se realizara el comercio de frutos al por mayor,
fijándose el horario de siete de la noche a las siete de la mañana.
Cumplido este horario, los
remanentes de frutos o productos debían ser retirados de la “Playa del Mercado”
dejándola totalmente barrido de toda clase de
desperdicios; pues, aquello era un barullo de huacales, cajas y
mochilas, haciendo pilas o rumas en el suelo esperando negociar con los comerciantes
detallistas de la ciudad y sus alrededores, y, no dejaban de verse algunos
burritos rezagados por allí, aunque todas los arrieros que transportaban cargas
hasta la “Playa”, así se llamaba, les estaba prohibido retener los animales,
había que descargar y llevárselos a pernoctar por otro lado. Los frutos
que no se vendían en el horario establecido debían depositarse
en los locales que a este fin existían, cobrando cantidades insignificantes. En
la acera norte al frente de la plaza y el mercado, recordamos la Sombrerería
Ochos, que por cierto sufrió un incendio, los mayores de mercancías secas,
telas de las firmas de Parientes y Carcientes Hnos. La quincalla de
Jacobo Bendayán, así como también la casa matriz de los Almacenes
Caracas, fundada por Pablo Sánchez de León. En la
esquina del Doctor Paúl, la Farmacia Santa Sofía, bajo la firma
de Suels & Cía. En la esquina, en uno de los locales
del edificio del Mercado, que los daban en arrendamiento, se instaló la
Ferretería Lovera, padre del abogado, político y diplomático Virgilio Lovera,
así como también del médico Ildemaro Lovera. Hacia el sur, la acreditada
Tienda de Joseíto, Fortunato y Salomón Benarroche; en el otro
ángulo una sucursal de la joyería y relojería La Perla de Pujol & Cía.
Como puede apreciarse el edificio del Mercado llamado de San Jacinto se
iniciaba en la esquina del Doctor Paúl, con unos locales hacia el sur, el
frente se pronunciaba hacia el oeste, exactamente hasta donde estuvo ubicado,
últimamente, “El Reloj de Piedra”, al frente de los Almacenes Caracas, y de
allí, nivelando con la Plaza “El Venezolano” hasta el Pasaje Linares, al centro
de la manzana.
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