miércoles, 11 de agosto de 2010

Francisco Pimentel “Job Pim”, “Esquinas viejas y nuevas” .

“Esquinas viejas y nuevas” .


Propios y extraños
censuraban hasta hace pocos años
nuestra nomenclatura callejera,
es decir, la manera
con que aquí se designan las esquinas,
pues son designaciones poco finas:
Pela el Ojo, Aguacate, Lazarinos,
Quitacalzón, Pagüita, Capuchinos,
Traposos, Albañales,
y otras que hasta parecen inmorales.


No dejaba de haber cierta razón
en esa afirmación;
pero al menos tenía
una ventaja: ya por la tradición
toda la gente aquí se la sabía.

Y además ¡cada nombre tan distinto!
si a uno le indican: de Miseria a Pinto,
en dos días la calle,
pero no la confunde el más idiota
con otra de Punceres a Pelota,
Viento a Curamichate,
o bien, San Francisquito al Aguacate.

En cambio, vaya usted a un barrio nuevo
de los que a diario en nuestra villa crecen
y cuyas calles todas se parecen
como un huevo a otro huevo
y ya verá que la nomenclatura
será muy meritoria
por que fundada está en la patria histórica,
p ero resulta en este caso oscura,
no responde a su fin,
pues cualquiera, sin ser lerdo no bobo,
a Bombona confunde con Junín,
o bien Boyacá con Carabobo;
y entre Arismendi, Brión, Piar y Rondón,
no es muy difícil que haya confusión,
y a poco que la historia no recuerde,
el viandante se pierde.


Y así, aunque haya gente que se hincha
por residir de Boyacá a Pichincha,
por mi parte prefiero,
cuando me dan alguna dirección,
que sea de Concordia a Zapatero,
o de Cují a Marrón.

2 comentarios:

  1. Buen trabajo María F. Hay que recuperar la memoria de los poetas y escritores venezolanos, especialmente de los que realizaron la crónica de la Ciudad en verso o en prosa.

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