" Desde el primer instante de nuestro ser periodístico dimos manifiestas pruebas de amor y adhesión al viejo Avila y nos declaramos irreductibles Quijotes de sus blasones. De él recibimos diurnas lecciones de altivez y decoro, contemplándolo inmutable a través de sus multiformes visajes panorámicos. Empenachado de heráldicas neblinas o rojamente congestionado por el azote solar del mediodía, mondo a trechos como testa capuchina, nuestro Avila no depone jamás su majestad altanera y gloriosa"
Fuente;
Revista Elite
1926 #32
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